Acabaron con todo. Destrozaron la minería, la siderurgia, toda la industria…pero da igual, siguen mandando, aquí no se discute quienes son los buenos porque en seguida te llaman facha.
Yo nací en la cuenca minera del caudal, en un barrio obrero al que todos llaman el polígono. Padre, tíos, abuelos…todos en la mina. O sea que en principio soy poco sospechoso de ser lo que el pensamiento único en estas tierras de España llama facha, es decir, pensar por uno mismo más allá de la doctrina impuesta.
De hecho hasta que no cumplí veintitantos siempre voté socialista…por inercia, por doctrina, por herencia, qué sé yo…porque si eres de allí tienes que hacerlo.
Luego viajé mucho y leí bastante, y lo de votar socialista se me curó. Como esa frase atribuida a Churchill que dice: si a los veinte años no eres de izquierdas es que no tienes corazón, si a los cuarenta sigues siéndolo es que no tienes cabeza.
Ahora cada vez que vuelvo a mi Mieres, veo los carteles de las calles que ponen: Cai, y me pregunto cómo hemos llegado hasta aquí.
Porque en mi barrio, que ya digo que era obrero, ni dios decía cai para referirse a una calle, nadie. Todo el mundo: padres, abuelos, niños, todos decíamos calle. ¿Por qué cojones tengo yo ahora que decir cai?
Puede parecer una tontería, pero no lo es. La cultura impuesta es una base de dominación. Se crea un catálogo de lo que hay que ser para convertirte en buen asturianu, a sabiendas de que mucha gente seguirá el catálogo sin rechistar, y a todo el que no lo siga, lo llamamos facha. Es todo política, bueno…politiqueo.
Les importa “un huevo” la Llingua. Lo que quieren es controlar tu cerebro; si te ganan ahí, justificarás cualquier atropello que cometan, serás suyo. Les importa “otro huevo” nuestra historia; si les importara, nuestros jóvenes no andarían con camisetas del Che Guevara y sí con camisetas del Rey Pelayo, no con Hoces y martillos ni pañuelos palestinos y sí con cruces de la victoria.
Pero explicarles nuestra verdadera historia no es bueno, porque si les hablas de Pelayo inevitablemente tienes que hablar de la cruz y del cristianismo…en fin, de lo que somos, de dónde venimos…de porque aquella cruz nos hizo tan libres como para no tener que discutir hoy si tu novia se debe poner o no burkini.
Quitarnos todo lo sagrado de nuestra cultura es fundamental para que lo único sagrado que quede sean sus líderes y sus símbolos, de los que no se duda, a los que se debe devoción.
Y de repente descubrimos que trabajo no hay, el futuro más negro que el carbón que en tiempos fue nuestro oro, pero todos tranquilos, en los carteles de las calles pone cai, el niño se va al insti con la camiseta del Che porque él es muy de izquierdas, como tiene que ser y a las fiestas viene a tocar un grupo en asturianu.
Pues llámame raru, pero a mí no me da la gana aprender la Llingua, y a mí a asturianu no me gana “ni dios”. Hablo con mis dejes, como he hablado toda la vida con mi gente, pero no me gusta que me digan lo que tengo que hacer o pensar…o cómo hablar. No sirvo para oveja. Igual, si no hubiera tanto politiqueo, ni tanta subvención, ni tanta estupidez me animaba, pero así no.
Lo utilizan todo: el folklore, la lengua, los símbolos, las fiestas patronales…todo, no hay sarao sin banderas republicanas… y alguna comunista, para dejarte claro dónde estás y cómo tienes que ser y pensar.
Pero en realidad todo es un negocio, uno que anula cualquier atisbo de autocrítica, uno que consigue llevar a la gente como un rebaño dócil. Un negocio que en Asturias hace que a algunos les vaya muy bien, y a la mayoría muy mal.
Cuando acabo de escribir estas líneas me dicen que en el Bibio de Gijón ondea la bandera de Asturias, pero no la de verdad: han quitado las letras alfa y omega que cuelgan de la cruz y que significan dios como principio y fin de todas las cosas, y las han cambiado por una estrella roja de cinco puntas. La misma que luce en la bandera de Corea del Norte, en el escudo del partido de Chávez o en la estelada independentista catalana.
Acabaron con todo, y no van a dejar nada.
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