PUBLICADO EN LA NUEVA ESPAÑA
Voy a empezar por el final y concluir diciendo que la creación llamada, Llingua Asturiana, el natural Bable, no es más que un artificio, creado en bibliotecas y despachos políticos, en una clara estrategia para su imposición, pues a diferencia del Español o Castellano, para el que las normas de uso llegan tras su aceptación mayoritaria, en la Llingua la normalización lo precede todo y vaya por delante que nada tengo contra su uso, que si contra su imposición.
Hasta tal punto es una creación artificial, que el Gobiernos ampliará las ayudas para la Llingua, prepara un plan de dignificación y campañas promocionales, y tenemos hasta una Dirección de Política Lingüística, que como ha dicho nuestro Consejero de Educación, el Sr. Genaro Alonso, o más bien “Geranio”, pues luce cual exótica flor nacionalista en el jardín socialista, trabajará para que “nadie lo utilice a su manera”, o sea artificio político, en concreto de PSOE e IU, a los que debemos agradecer que nuestros hijos no puedan estudiar en su bloque de optativas, en toda primaria, más que Llingua o Cultura Asturiana, o que el 84% de los estudiantes de Secundaria no opten por la Llingua, antiguo Bable, como asignatura optativa, con gran disgusto para nuestro Consejero de Educación simpar Comisario “Llinguisticu”.
Este camino hacia la imposición del Bable en los colegios, lo inició la Consejera de Educación saliente, Doña Ana Gonzalez, que pese a enviar a su hija a estudiar a USA para que aprendiera inglés, gracias a que podía permitírselo con su sueldo de Consejera, como ella misma declaró, imponía un bloque de optativas en primaria a modo de binomio nacionalastur consistente en Bable o Cultura Asturiana, en detrimento, por ejemplo, del Francés, que muchos padres consideraban más útil para sus hijos y que ahora llegan a casa hablando en Bable o de Trasgos y Xanas, pero no en la lengua de Voltaire, Rousseau, Victor Hugo, Marie Curie, Baudelaire, Renoir o Napoleón.
Alterando la realidad, los defensores del Bable de laboratorio, dicen que en Asturias hay entre 100.000 y 200.000 Asturiano hablantes, pero yo que llevo 44 años viviendo en mi tierra Asturiana, mi familia política es de Figaredo, Trevías y Mieres, mi familia natural, de Deva y el Natahoyo, y no he conocido caso aun de Astur Parlante puro, por lo que entiendo que en esos fastuosos números incluyen a todos los que acabamos alguna palabra en “U”, porque si no, los números no salen y menos aún si es en base al Frankenstein lingüístico de la Llingua, que no hablan ni los que hablaban Bable y que el Sr. Genaro Alonso vigilará para que “nadie lo puede usar a su manera”. En cambio, si he conocido en Asturias muchos vecinos que tienen el chino, el inglés, el francés o el alemán como lengua materna, pero que para el Sr. Genaro ya son demasiado dignos para ser estudiados en los colegios.
Mucho hay que hacer en educación para que nuestros hijos puedan competir en un mundo globalizado, en el que puedan soñar en ganar más de mil euros al mes, no tengan que depender de la pensión de sus abuelos, la prestación por desempleo de su padre o de las subvenciones públicas. Los resultados PISA para estudiantes españoles no nos dejan en buen lugar, sin embargo, en Asturias, de la mano del Partido Socialista, se opta por seguir politizando la educación introduciendo el monstruo nacionalista en la aulas con trampas y engaños, en lugar de buscar su excelencia, que podría lograrse si se ampliara la libertad de los
padres para elegir centro educativo, actualmente vedado en nuestra región, se ampliara la libertad curricular del centro, actualmente inexistente y se permitiera a los centros con mayor éxito superar los cuotas por aula, fijadas estas también desde los despachos políticos.
Es la competencia entre centros, junto con la posibilidad de elección de padres y alumnos, y no la decisión política, lo que nos conduciría a la senda de la excelencia. Senda seguida ya por los países del norte de Europa, con la implantación del sistema del cheque escolar, que llega en el caso de Finlandia a los estudios superiores, y mediante el cual el estudiante recibe del Estado el importe equivalente a sus estudios, financiado con los impuestos de todos, para que pueda elegir el centro en el que formarse, ya sea público o privado y sin coste adicional alguno, lo que ha propiciado una competencia que ha permitido que estos países se encuentren entre los más exitosos en términos educativos.
Esta libertad de elección y curricular, sin favores o prohibiciones políticas, sería la que situaría al Asturiano (Bable) en su lugar y no el artificio que nos pretenden imponer los comisarios lingüísticos del Sr. Alonso, pero como ya se hiciera en Cataluña, País Vasco o Galicia, todo experimento nacionalista de éxito debe empezar en las aulas y con una lengua, ya que nuestros hijos son la parte más débil e influenciable de toda esa estrategia.
Como a los políticos no les gusta que seamos los padres los que decidamos, nos impondrán el uso del Bable en los colegios, a lo que muchos nos opondremos con toda la fuerza que la ley nos permita y si no podemos evitarlo, los que puedan, acabarán llevando a sus hijos a colegios con programas educativos extranjeros, como hace alguno de esos políticos que nos imponen sus delirios a los demás, deteriorando si cabe aun más el sistema público de educación.
La educación de nuestros hijos es algo demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos, impliquémonos todos y pidámosles que nos devuelvan el poder a los padres, que somos, sin lugar a dudas, los que más nos preocupamos por el futuro de nuestros hijos y el que quiera Bable que lo estudie pero sin imposiciones a los demás, ni trampas.
Licenciado en Ciencias Económicas, Licenciado en Derecho, Postgrado en Finanzas por la Universidad de Wisconsin. Trabajó en Morgan Stanley, como director de empresas participadas de importante family office. Autor de publicaciones relacionadas con el mundo financiero. Actualmente es socio fundador y mayoritario de despacho de abogados con sedes en Asturias y Valladolid cuya especialidad son las reestructuraciones empresariales.
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