El debate taurino
Habitualmente, el debate taurino sobre la moralidad de la tauromaquia transcurre en un sentido u otro pero siempre bajo un mismo axioma: los toros sienten el dolor y ello les dota de unos derechos que implican la inmoralidad de la práctica de la tauromaquia; los derechos del toro tienen primacía sobre el beneficio del hombre.
Los defensores de la tauromaquia
Los defensores de esta actividad, aturdidos e indefensos, se dividen en general en dos grupos: los que, haciendo una defensa explícita del axioma inicial, se empeñan en demostrar con numerosos estudios científicos que el toro realmente no sufre o sufre muy poco durante la corrida, y que en todo caso, bajo una raquítica perspectiva utilitarista, si no hubiera corridas la raza brava desaparecería; y aquellos que intentan cubrir un tupido velo sobre el asunto de la moralidad y con la cabeza enterrada bajo tierra se dedican a repetir el mantra de:”Es cultura; es una tradición; por lo tanto hay que seguir haciéndolo, ¡respete nuestras costumbres!” Pero tradición y costumbre también era la esclavitud, ¿no?
Los defensores de la tauromaquia, entre los que yo me encuentro, no debemos ni aceptar la premisa moral de los anti-taurinos ni abandonar el debate taurino sobre la moralidad; debemos establecer nuestros propios términos y premisas, sustentando nuestro análisis sobre dos preguntas esenciales: ¿tienen los animales derechos?; ¿tiene el ser humano derecho a usar a los animales para su beneficio?
En mi opinión, la primera respuesta es “no”, y la segunda “sí”.
Los derechos y la moralidad
En cuanto a la primera pregunta, lo primero que debemos señalar es que el concepto “derecho” deriva del concepto “conciencia volitiva”.
Esto quiere decir que sólo una conciencia con la capacidad de auto-determinar su acción tiene “derechos”.
Un derecho es un principio moral que define y sanciona la libertad de acción en un contexto de interacción social.
Un ser con una conciencia gobernada por instintos, sin capacidad de auto-determinación, sin capacidad de libre y razonada elección no tiene derechos.
Un derecho es un principio moral que define la libertad de acción.
El derecho esencial del que derivan todos los demás es el derecho a la vida, es decir, el derecho a llevar a cabo una serie de cursos de acción auto-determinados para alcanzar una serie de fines “elegidos” para sustentar y hacer florecer la vida.
Los animales no “planean”, diseñan su vida en el sentido humano.
Aquí el asunto del dolor suele aportar bastante oscuridad intelectual al asunto.
Los animales son seres vivos, y eso, desde nuestro propio punto de vista como humanos, es algo maravilloso.
La existencia de la vida misma es algo fascinante y que produce infinita admiración.
Del mismo modo, el identificar a un ser vivo sentir dolor, como hecho en sí mismo, es algo desagradable y que en principio se debe evitar.
Lo cual no quiere decir que los animales tengan derechos por el hecho de sentir dolor.
Derecho a la vida
Si los animales, por el hecho de ser seres vivos y sentir dolor, tuvieran derecho a la vida, entonces el ser humano no tendría ningún derecho a usarlos en su beneficio, y a la hora de actuar con ellos debería seguir las mismas coordinadas morales como si se tratara de otro ser humano.
Pero si esto fuera así;
¿sería inmoral matar a un animal para alimentarnos de su carne?
¿sería inmoral esclavizar a un caballo para tirar de un carro? Incluso,
¿sería inmoral esclavizar a un animal al convertirlo en nuestra “mascota”, coartando su supuesta libertad y sus supuestos derechos reteniéndolos bajo un régimen presidiario en nuestro beneficio?
Por otro lado, me gustaría analizar la verdadera motivación de la actitud anti- taurina.
Los anti-taurinos
Los anti-taurinos se manifiestan en las plazas de toros; no lo hacen en las fábricas de carne, donde mueren descuartizados después de una vida de hacinamiento; los anti-taurinos llaman “asesinos” a los toreros; no lo hacen a los fabricantes de productos de carne; los anti-taurinos demandan con gran pasión la prohibición legal de practicar la tauromaquia; no proponen en cambio prohibir la matanza bruta de animales para comer su carne.
En los dos casos, el ser humano está matando y usando a los animales para su beneficio.
El odio a la tauromaquia
Sin embargo, ¿cuál es la diferencia entre estos dos tipos de acciones? En el caso de la tauromaquia, el ser humano hace un auténtico ritual de auto- estima y de superioridad sobre la Naturaleza bruta, representada por el toro.
Es la actitud del torero, su postura (comparémoslo con la postura al andar de un hippie), su seguridad, su acción armoniosa y estética (compárenlo con el arte “moderno”), su profunda auto-estima (compárenlo con el clima psicológico general de la juventud anti-taurina), en una palabra: la torería.
De eso se trata la actitud anti-taurina en su esencia.
Eso es lo que, por certeza de propia incapacidad vital, odian y temen.
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