La izquierda siempre se ha sentido superior a los demás. Venden sus ideas como el cambio necesario que todo país necesita para prosperar, incluso sabiendo, históricamente, que no lo consiguen. Pero bueno, eso lo venden como que no era izquierda.
Decía Thomas Sowell que el socialismo tenía una historia tan atroz de fracasos que sólo un intelectual puede ignorar. Y qué verdad.
Fijaos que siempre siguen el mismo esquema.
Llega un comité, porque nunca van solos, se ponen en medio de una plaza a soltar falacias y jugar con la esperanza de la gente, por un puñado de votos.
Dicen defender a la clase obrera, sin haber pisado nunca una fábrica; dicen defender a los hosteleros, sin haber cogido nunca una bandeja; dicen, en general, defender a la mayoría, aún siendo cuatro gatos y sus parejas en esa plaza. Y, cuando consiguen sus objetivos se desenmascara la realidad.
En verdad, quieren jugar a ser ricos, ser los que tanto critican. Suben los impuestos para pagarse sus caprichos y hacer demagogia en la puebla haciendo cualquier idiotez que la gente pueda ir o ver para que les voten y seguir estando en la oligarquía.
Sí, oligarquía. Las bases del comunismo las rompen. Establecen un sistema basado en él, pero la dictadura del proletariado se convierte en una dictadura de los envidiosos. Una dictadura de los triunfadores de los movimientos tales como el 11M.
Lo peor es que venden su envidia como un movimiento progresista. Un movimiento de igualdad social.
¿De verdad alguien se cree eso?
La esencia del progresismo, históricamente asociada al liberalismo, la rompen solo por una palabra que queda muy bonita en sus discursos.
La izquierda no es progresista, es regresista, como diría Daniel Lacalle. Su base está en controlar a la población a través de impuestos inútiles y abusivos. Hacerles dependientes del Estado a través de subvenciones y así asegurase el voto.
Controlar sus vidas.
Y luego nos llaman fachas, que tiene tela la cosa.
Nosotros, en cambio. luchamos con datos contra la utopía, algo mucho más difícil de comprender que el mensaje simplista de la subida de impuestos.
Luchamos a favor de la libertad de la gente para que pueda hacer lo que quiera con sus vidas. Para qué pueda abrir una empresa y no dependa del Estado con trámites burocráticos que controlan al autónomo, el gran enemigo de la izquierda. Hacemos bajar los impuestos para que se cree riqueza. Hacemos, en general, la vida más fácil a la gente.
Todo esto a la izquierda le molesta mucho. Prefieren seguir dando ese mensaje simplista y con él conseguir sus objetivos a luchar por ellos como, por ejemplo, Don Amancio Ortega lo hizo en su día.
Al molestarles tanto deben buscar una excusa para seguir, o mejor dicho: conseguir, la oligarquía de la que antes hablaba.
Es ahí cuando los intelectuales se ponen a pensar. ¿Qué tienen en común todos ellos? El mensaje… No, nos pillarían. La bandera… PERFECTO
Por lo tanto, no tengáis miedo a pensar como queráis. Sed vosotros mismos, independientemente de la demagogia de la izquierda.
La campaña va a ser dura, os van a tachar de fascistas, incluso por defender unos ideales opuestos, pero recordad que la recompensa es el futuro.
#28A
De Madrid. 17 años. Simpatizo en Nuevas Generaciones y colaboro en su twitter.
Totalmente de acuerdo.