La cuestión de si el dinero da o no la felicidad es algo que normalmente, si eres políticamente correcto, respondes con un no. Junto a ese es frecuente añadir que no puedes comprar ni el amor ni la amistad. Cierto, no puedes comprarte un amigo ni una persona que te quiera (exceptuando algunos casos).
Los que más recurren a la frase el dinero no da la felicidad son aquellos que tienen la vida asentada, que no tienen riesgos de perder su calidad de vida en gran medida. De hecho la persona que menos valora el dinero es el que más lo tiene, es decir, aquel que lo necesita menos. Repetitivamente escuchamos el no se valora algo hasta que se pierde.
Hay que mirar el dinero como un instrumento, como el objeto necesario para conseguir otros fines. Estos fines pueden ser un viaje a tu sitio preferido, un concierto de los cantantes que más te gusten, etcétera
Evidentemente, el dinero no te hace feliz por el hecho de tenerlo sino por lo que puedes conseguir con él.
Ahora les haré una cuestión, ¿valoras a tu amigo o la felicidad que te da y lo bien que te lo pasas con él? ¿Valoras el dinero o el viaje que te puedes pagar con él?
Quizás, si te las hiciera por separado en la primera dirías que ambas (o incluso, decir solo amigo) y en la segunda responderías que valoras más el viaje. Pero son preguntas con una misma base, es decir, lo más correcto es responder en las dos con un ambas cosas porque si tu amigo no te da felicidad y no tienes buenos momentos y es un lastre, evidentemente no puede hacerte muy feliz y le valorarás muy poco. El segundo caso es similar, si el dinero no puede ofrecerte el viaje tampoco le valorarás.
Posiblemente te venga a la cabeza: sí, pero no necesitas dinero para viajar. Bueno, tampoco necesitas a un amigo para ser feliz, hay otras vías, como por ejemplo el descubrir mundo.
El dinero se valora en cuánto a lo que te pueda ofrecer (no vas a valorar lo mismo 1 céntimo que 5.000 euros).
Podemos incluir que puedes irte andando (o nadando) al sitio que quisieras. Lo que finalmente consigues con eso es no convertir tu trabajo en dinero. Es más productivo buscarte un trabajito y ganarte un sueldo (por bajo que sea) que irte andando directamente a tu destino. Intercambias ese trabajo realizado por el viaje andando, ahí está lo importante, es un medio para no tener que ser improductivos.
Eso sí, eso tampoco quiere decir que un exceso de dinero te dé más felicidad, al igual que tener 700 amigos no te hace más feliz que tener 3.
El problema existe cuando ese exceso se consigue en detrimento de eliminar otras formas de felicidad. Es decir, cuando se actúa de forma irracional y sin ninguna base a la realidad.
Rechazar el dinero es por tanto también rechazar cómo se consigue éste, que es al fin y al cabo el quid de la cuestión. El dinero suele conseguirse mediante el trabajo y representa un esfuerzo que tú intercambias por otras cosas que también han sido fruto de esfuerzo. El dinero es un intermediario, no es un fin en sí mismo, es un medio.
La conclusión, por tanto, es: sí, da felicidad pero no es la única vía y ante todo hay que tener responsabilidad de no sacrificar éstas por el dinero (al igual que tampoco puedes centrar tu vida en tu pareja sentimental, en tus padres o en tu amigo). Y sí, debe valorarse.
EDUARDO GONZÁLEZ VAQUERO (Candeleda, 1998)
Estudiante de Bachillerato en el IES Candavera, en su localidad natal. Desarrollador y programador web con años de experiencia autodidacta.
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