Hoy, El Club de los Viernes publica una entrevista sobre temas de actualidad relacionados con la debacle socialista en Latino América, el perfil ideológico de Macri y Piñera, la Unión Europea, la inclinación «progre» de muchos liberales y libertarios, y la idea de la Unión Hispanoamericana, concedida por Vanessa Vallejo.
Vanessa Vallejo (@vanesavallejo3 en Twitter) es una economista y columnista paleolibertaria de Colombia, que trabaja en el diario liberal latinoamericano PanamPost.
A continuación, expondremos el contenido de la entrevista.
Esta primavera se celebrarán las elecciones presidenciales en su país natal, Colombia. Según ciertos análisis electorales, solo está claro que el candidato de las FARC, Rodrigo Londoño, tiene muy pocos apoyos electorales.
En relación al acuerdo de paz con el grupo terrorista en cuestión, se dice que el Centro Democrático de Uribe también desoyó el mensaje de la población -en el referéndum celebrado en octubre de 2016-, contrario a ceder al “chantaje” que supone ceder a narcoterroristas.
Dicho esto, ¿cree que la población colombiana que esté ubicada ideológicamente en el centro o la derecha considerará como mal menor a la “Coalición Despierta”, evitando así “favorecer” al izquierdismo? Por cierto, ¿tienen un programa económico de marcado corte liberal?
Las FARC saben que Timochenko, Rodrigo Londoño, no va a conseguir nada en estas elecciones. Por eso tienen otros personajes que son sus verdaderos candidatos y que, lastimosamente, son los que puntean en las encuestas. El primero es Sergio Fajardo, un hombre que ha dicho que lo dado ya a las FARC con el acuerdo de La Habana no es suficiente. Él les daría más. Ha hablado de asistencia psicológica y proyectos educativos para todos los guerrilleros. También dice abiertamente que «los criminales, si son de las FARC, deben estar en política».
De otro lado está Gustavo Petro. Quien también puntea en las encuestas y que misteriosamente ha logrado subir estrepitosamente en intención de voto. Este hombre fue guerrillero y, como toda la izquierda moderna, para llegar al poder niega su extremismo. Para mayor preocupación, uno de los personajes de izquierda más conocidos en el país, asegura que en La Habana se pactó que Petro debía ser el nuevo presidente de Colombia, y que detrás de su inesperada subida en las encuestas están las FARC, con todo su dinero y poder.
Respecto a la «Coalición Despierta» hay mucho descontento entre la centro-derecha colombiana. Iván Duque, el apadrinado de Uribe, que debería ser el más fuerte, es visto por muchos como el segundo Santos. Es un socialdemócrata que habla de «economía naranja» y dice cosas como que la felicidad debe ser una política pública. El miedo de que una vez en el poder se aleje de la visión de Uribe es muy alto. Pero, además, Duque no es conservador en lo social, por lo que las bases del Centro Democrático, profundamente conservadoras, tampoco lo apoyan.
Habrá que ver qué sucede el 11 de marzo cuando se decida quién será el candidato de la «centro-derecha», pero el problema fundamental es que los votos contrarios a la izquierda parecen estar divididos. Muchos, por ejemplo, no votarían nunca por Duque y prefieren irse con Vargas Lleras, el otro candidato de centro-derecha.
La situación es complicada y en extremo preocupante. Si los votos de la centro-derecha se dividen entre Vargas Lleras y el candidato de la «Coalición Despierta» es probable que tengamos una segunda vuelta entre dos candidatos de izquierda.
Se está experimentando una desconfianza genérica de la sociedad suramericana hacia el socialismo. En Argentina, la opción kirchnerista-peronista cada vez recibe menos apoyos; en Chile, el centro-derecha ha vuelto a ganar las elecciones presidenciales; en Venezuela, cada vez más gente desconfía de la farsa basada en elecciones en dictadura (la abstención en las últimas elecciones municipales es considerable).
¿Cree que se basa en una reacción espontánea o se podría estar experimentando, aunque fuera culminando a medio-largo plazo, un cambio de mentalidad? En el segundo caso, ¿sería básicamente una adopción de cultura menos intervencionista -que ponga más en valor la solidaridad privada y la subsidiariedad- como la estadounidense o, podría darse un escepticismo hacia el comunismo similar al de Europa Central-Oriental?
Lastimosamente creo que lo que ocurre en América Latina no es un despertar de las ideas liberales, sino una reacción en contra del socialismo. Pero ese es un primer paso y hay que celebrarlo. En Argentina, por ejemplo, la izquierda está dividida y los más de 10 años de kirchnerismo, con la pobreza y corrupción que llevaron al país, lograron las condiciones para que Macri llegara a la presidencia. No se puede ver ese triunfo, en mi opinión, exactamente como una petición de los argentinos por medidas liberales. De hecho a Macri le ha quedado difícil hacer los pequeños cambios que ha realizado, todavía hay mucho socialismo.
El triunfo de Piñera en Chile también hay que verlo en contexto. El actual presidente logró su triunfo corriéndose bastante hacia el centro, también hay que tener en cuenta que izquierda estaba dividida. Y en Venezuela es evidente que la oposición también es socialista. En Brasil, Lula da Silva puntea en las encuestas y en Colombia, que ha sido históricamente un fortín contra el socialismo, los dos candidatos que lideran las encuestas son de izquierda.
Entonces, si bien el péndulo se está corriendo hacia la derecha, todavía estamos muy a la izquierda. Que cada vez más gente rechace a los candidatos socialistas es un avance, pero nos queda un largo y duro camino para que pidan y entiendan el liberalismo económico. Sobre todo porque hay que recordar que el socialismo actual llega al poder negando su ideología, negando que van a expropiar, incluso condenan a los otros gobiernos socialistas, pero cuando llegan al poder muestran su verdadera cara.
Por eso nos queda mucho para que la región exija capitalismo salvaje y deje de apoyar al «centro», a la socialdemocracia, a los tibios que luego terminan en socialismo.
A presidentes recientemente elegidos como Mauricio Macri y Sebastián Piñera se les critica tener un perfil ideológico demasiado tibio, alejado de lo que vendría a ser un derechismo liberal con convicciones. Mientras, en Europa, buena parte de los partidos de centro-derecha (especialmente los del Partido Popular Europeo) han virado al centro-izquierda, al menos en cuestiones sociales.
¿Por qué cree que los políticos americanos en cuestión no se atreven a actuar en conformidad absoluta con los principios de la derecha? Curiosamente, no pocos sudamericanos echarán en falta un perfil como el de Donald Trump, no ya por su coraje, sino también por sus medidas económicas (reducción de la administración, eliminación de regulaciones, rebajas fiscales,…). ¿Cree que podría reproducirse un “fenómeno Trump” en países como Argentina o Colombia?
Son políticos. Macri y Piñera saben el costo político que trae llevar a cabo medidas económicas liberales. Macri estaba esperando las elecciones de Congreso para realizar reformas. Ya empezó con algunas cosas pero sigue muy pendiente del rechazo que pueda causar. Respecto a Piñera, habrá que ver cómo se comporta, pero su primer mandato no fue precisamente lo que un liberal sueña y esta vez, además, ha hablado abiertamente de consensos y de trabajar con otros sectores, por lo que no espero mucho al respecto.
En Colombia, donde conozco de primera mano la situación, algo de «fenómeno Trump» puede haber. Alejandro Ordóñez es uno de los candidatos de la «Coalición Despierta». Es un conservador que se opone abiertamente a cosas como el aborto o el matrimonio homosexual, en eso se parece bastante a Trump. En las últimas semanas he tenido la oportunidad de hacer parte de su equipo económico. Es un hombre bastante abierto a la ideas económicas liberales, mucho más que Trump. En la educación propone el sistema de bono educativo de Friedman, también propone un impuesto plano. Dejó atrás sus ideas proteccionistas y ahora habla de bajar impuestos para aumentar competitividad.
Pero, además, es el único de todos los candidatos presidenciales que reconoce ser de derecha. No le tiembla la mano para afirmar que al otro día de su gobierno los cabecillas de las FARC van a estar en una cárcel en los Estados Unidos. Ordóñez igual que Trump, por la polémica que causa, por hablar abiertamente de religión, por decir que es derecha, tiene mucho voto escondido. En las encuestas de grandes firmas aparece con poca intención de voto. Pero sin duda es un fenómeno en redes sociales, en las encuestas hechas en redes le gana a los otros candidatos de la coalición. Eso se podría explicar porque a los colombianos les da pena decir que votarán por él y que los tilden de derecha cavernaria.
Veremos si con sus recientes propuestas liberales en lo económico y con su vehemencia para condenar el acuerdo de La Habana logra darnos una sorpresa como la de Trump en Estados Unidos o como lo que acaba de ocurrir en Costa Rica con Fabricio Alvarado.
En un reciente artículo para PanamPost, señalaba que “la relación entre conservadurismo y libertarismo es mucho más extensa, empezando porque los dos creen en un orden social natural y terminando en su compatibilidad praxeológica y mutuo reforzamiento”, lo cual viene a sugerir que no todo se limita a meras similitudes en política económica entre liberal-libertarios y liberal-conservadores.
Ahora bien, hay tanto liberales clásicos como libertarios que secundan el “marxismo cultural”, viéndose imbuidos por el relativismo. Por ejemplo, respaldo al multiculturalismo, al laicismo, a la ideología de género, etc. ¿Qué cree que les lleva a alinearse en ciertas cuestiones a la izquierda, secundando una ingeniería social que no es sino socialismo, algo a lo que dicen oponerse?
Creo que por estos días hay muchos libertarios útiles a la izquierda. Son progresistas que quieren impuestos bajos. Asumo que no se han dado cuenta de que el capitalismo se trata de valores. Piensan que la economía lo es todo, que solo hay que tener impuestos bajos y libertad económica y sin importar los valores se mantendrá la prosperidad. No es cierto.
El sistema económico que hay en una sociedad es resultado de los valores. Occidente es lo que es fundamentalmente por el cristianismo, y no hay que ser creyente para reconocer esto. No se trata de obligar a la gente a rezar, se trata de entender que esos valores que enseñaba el cristianismo (hay también otras religiones que comparten esos fundamentos) son los que permitieron el desarrollo económico que vivimos hoy en occidente. Se trata, entonces, de promover esos valores.
En últimas, los relativistas, los marxistas culturales o los progres de mercado no han entendido que se necesitan ciertos valores para mantener la libertad y la prosperidad.
A lo que he dicho hay que sumarle la corrección política. Estos temas despiertan muchas sensibilidades y cualquier opinión sincera al respecto hace que uno sea tildado de mala persona o insensible. Por lo que es apenas lógico que muchos se callen y prefieran no decir cosas tan evidentes como que el islamismo está creando un problema en Europa y que el islam no es compatible con los valores occidentales.
Sabido es que en Cataluña hay un movimiento secesionista que, si bien no representa claramente a la mayoría, no es tan testimonial, que incluso ha estado perpetrando un golpe de Estado para lograr la independencia de Cataluña. Al respecto, muchos hispanoamericanos han preferido defender la integridad de su hermana España. Pero la cuestión no es esa precisamente.
Hay, al menos, ciertos patriotas españoles que hubieran preferido una Unión Hispanoamericana a la Unión Europea. Cierto es que, al menos, en lingüística y religión, hay más semejanza entre españoles ibéricos e hispanoamericanos que entre portugueses y estonios; de hecho, hay buenas relaciones entre los países hispanos. Pero, ¿de verdad cree necesaria esa unión política? En caso afirmativo, ¿debería emular a la Asociación Europea de Libre Comercio, consolidar una confederación o ir dando pasos hacia un Estado Único como la Unión Europea?
La Unión Europea tiene ciertos beneficios, como algún grado disciplina monetaria que le impide a varios países hacer más locuras de las que ya hace el Banco Central. Sin embargo, no creo que sea hacia allá a donde hay que ir. También tiene serios problemas y desventajas.
Entre más pequeños sean los países, o entre más descentralización haya, mejor. La Unión Europea no permite eso. El camino, si se quiere avanzar, creo que es algo parecido a los cantones suizos.
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