Los datos de afiliación a la Seguridad Social de abril fueron muy buenos. En comparación con abril del año pasado (es decir, en términos interanuales), la afiliación creció un 3,1%. Ya se encadenan 22 meses consecutivos en que el empleo crece a un ritmo de al menos el 3% interanual. Eso no pasaba desde 2007, aunque hay una diferencia fundamental. Entonces, los empleos creados eran “artificiales”, porque surgían al calor de la triple burbuja inmobiliaria, de crédito y de gasto público insostenible. Ahora, en cambio, los empleos que se crean son genuinos: la productividad crece, al mismo tiempo que empresas y familias continúan reduciendo su endeudamiento.
Muchas veces, este tipo de muy buenos datos es descalificado como algo “puramente macroeconómico”. Como si las cifras macroeconómicas no tuvieran nada que ver con la gente. La verdad es la contraria: detrás de estos números hay, por fortuna, muchas personas. Ahora hay casi 18,7 millones de personas trabajando (y cotizando). Es la mayor cifra desde octubre de 2008.
El crecimiento de 3,1% en la afiliación significa que ahora hay 556.200 personas con empleo más que hace un año. Si miramos más atrás, podemos comprobar que en los últimos cuatro años (desde abril de 2014), se han creado más de 2,2 millones de empleos. Una media de 562.100 por año. ¿Será suficiente que 2,2 millones de personas hayan comenzado a trabajar, cobrar un salario, mejorar su presente y cotizar para su futuro, para que se entienda que la macroeconomía y la sociedad son la misma cosa?
Dentro de ese contexto prometedor, el punto negro es Asturias. En cada uno de los últimos seis meses, el Principado fue la autonomía donde menos creció la afiliación. En abril, 1,1% interanual, una tercera parte que la media nacional y mucho menos que las regiones vecinas: Galicia, Cantabria (+2,6% en ambos casos) y Castilla y León (+1,7%). Además de ser débil, el crecimiento de la afiliación en Asturias se ha debilitado: ese 1,1% es el menor aumento desde febrero de 2015 (es decir, en más de tres años).
Alguno pensará: “es lógico; si se pierde población, ¿cómo va a crecer la afiliación?”. La verdad es la opuesta: la gente se va porque aquí no se crean empleos. Y no se crean empleos porque las políticas socialistas así lo han determinado. Si, por ejemplo, Asturias tiene el mayor número de impuestos autonómicos, uno de los IRPF más caros y uno de los Impuestos sobre Sucesiones más altos de Europa, el milagro es que todavía se creen algunos empleos.
Los malos datos de empleo en Asturias no son consecuencia de la mala suerte ni de un destino que se empeña en darnos malas noticias. Es el fruto de decisiones políticas tomadas durante años de socialismo.
Si pese a tener todo en contra y a las amenazas que oscurecen nuestro futuro (cooficialidad del bable normalizado, más impuestos y todo lo que conllevaría un tripartito socio-comunista-bolivariano), aún hay empresarios en Asturias que contratan nuevo personal, ¿se imagina el lector todo el empleo, la riqueza y la prosperidad que podrían crearse si se aplicaran las políticas correctas? Ojalá que más pronto que tarde no tengamos que imaginarlo, sino que podamos comprobarlo, tal y como ocurrió en todo tiempo y lugar en que productores y consumidores pudieron actuar con libertad.
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