¿Debe ser España, por medio de su propia soberanía, la próxima firmante-suscriptora de esta declaración que condena los crímenes tanto del comunismo como del nazismo? ¿Hay que buscar el momento más oportuno para ello?
Se trata de la Declaración de Praga sobre Conciencia Europea y Comunismo de una declaración publicada el 3 de junio de 2008, la cual se elaboró por los participantes de una convención celebrada en el parlamento checo, por ser Praga una ciudad que llegó a ser asediada por el totalitarismo nazi así como por el comunista. Fue su primer firmante el último presidente checoslovaco Vaclav Havel.
Ahora bien, ¿es necesario que las Cortes Generales de España suscriban este texto? ¿Hay que esperar a buscar el momento más oportuno?
España debería ser un país referente en cuanto a condena y desprecio hacia una ideología que allá donde se ha aplicado, ha sumido en la miseria a todos los ciudadanos además de contrarrestar el camino hacia la prosperidad y dejar cifras elevadas de muertos. No hay que esperar a sufrir sus efectos, ni hacerlo simplemente porque tanto el Frente Popular de la II República Española y ciertos intereses actuales del socialista Pedro Sánchez -con respecto a sus estrategias de pacto-, apunto de sufrir la transición bolivariana o soviética queden al país. Por tanto, ¿qué se pretende entonces?
Tampoco se pretende impulsar otra ley ideológica que pretenda generar la crispación tanto a nivel nacional como comunitario, sino promover el interés empírico, esto es, el aprendizaje de la Historia, para que sus etapas más oscuras no se vuelvan a repetir jamás. Luego, tan horrenda ha sido la sistemática socialista-comunista como la nacionalsocialista (la segunda es una derivada ideológica de la primera, algo que Hayek explicó magistralmente en su libro Camino de Servidumbre). Eso sí, la sociedad civil debe ser partícipe de ello, no habiendo de confiar toda la responsabilidad que conllevaría tal tarea a los políticos, aunque estos también debieran participar activamente. ¿Cómo deberíamos promover el acato de esta declaración? Hay un par de opciones, cuya complementariedad no sería, en absoluto, errónea:
- Los principales partidos políticos constitucionalistas con representación (PP, PSOE y C’s) podrían sellar un acuerdo para presentar mociones en base a esta declaración en todos los hemiciclos españoles donde tengan representación (Cortes Generales, parlamentos autonómicos, diputaciones, mancomunidades y ayuntamientos).
- Presentar Iniciativas Legislativas Populares (ILPs) ante el Congreso de los Diputados (luego, ante los parlamentos autonómicos).
No hay que esperar a que se empiece a proceder con la primera opción, aunque pudiéremos intentar acelerar presentando peticiones a los partidos. Las movilizaciones deben dejar de tener el indirecto monopolio de la izquierda. El poder de la sociedad civil no tiene razón de menosprecio alguno con respecto a la labor de los partidos políticos; es más, en muchas ocasiones, podemos hacer mucho más que los grupos políticos. Así pues, podríamos ir organizándonos ni prisas excesivas, pero sin pausas, para implantar una campaña de firmas que resulte ser lo suficientemente exitosa para que nuestro esfuerzo se hiciere notar. La calle y los medios de comunicación deben de tener la misma consideración de necesidad que las redes sociales; no basta con exprimir el gran potencial de Twitter. Tampoco deberíamos cerrar la puerta a los deseos de colaboración de otras organizaciones, asociaciones, partidos políticos o think-tanks. Sin embargo, no creo incurrir en un error formulando la siguiente pregunta: ¿a qué tipo de corrientes ideológicas no le abrimos la puerta?
Cualquiera que creyere en los derechos humanos y en un mínimo de principios del liberalismo político debería ser bienvenido. No solamente los liberales y los conservadores, sino también los socialdemócratas. La batalla de las ideas contra el consenso socialdemócrata y el intervencionismo exacerbado de los Estados es independiente de esto. Los socialdemócratas españoles del PSOE deben moderar y modernizar su discurso, en vez de radicalizarse progresivamente, como han hecho sus socios europeos. El mejor ejemplo lo tenemos en Alemania, cuyos políticos socialdemócratas prefieren pactar con las formaciones de centro-derecha antes que con los comunistas de Die Linke, lo cual demuestra que hacen prevalecer el interés nacional a las disputas entre regiones del espectro político-ideológico. Sin embargo, también me gustaría que los partidos que están a la derecha del PSOE se negaren a llegar a acuerdos cualesquiera con PODEMOS y dieren argumentos mucho más contundentes contra el comunismo (esto supondría profundizar más y no limitarnos solo a comentar la actualidad helena o la venezolana). Ni siquiera se debe “pedir respeto” para esta clase de formaciones políticas de ideología liberticida (se debe respetar a las personas, pero no acomplejarnos ante ideologías que no han emitido ninguna contribución positiva para el mundo que no haya sido la satisfacción de empoderamiento de sus miembros).
En conclusión, no procedamos al letargo y promovamos la toma en consideración de la Historia para que nuestra libertad y prosperidad -que tienen un precio nada despreciable- no acaben defenestrándose, sino potenciándose. Tengamos en cuenta a Edmund Burke: “Para que triunfe el mal solo basta con que la gente buena no haga nada”.
NOTA: Se han tomado varias referencias tanto del correspondiente artículo en Wikipedia así como de este artículo: https://laverdadofende.wordpress.com/2015/10/25/declaracion-de-praga-sobre-conciencia-europea-y-comunismo/.
ÁNGEL MANUEL GARCÍA CARMONA (Retamal de Llerena, Badajoz, 1996)
Estudiante del Grado en Ingeniería Informática en la UDIMA. Anglo, franco y estonioparlante. Liberal-conservador. Aficionado a la fotografía y a la programación.