En este artículo voy a hacer varias reflexiones acerca de cuál debe ser el papel de la nueva generación en el mantenimiento de los valores liberales.
Como perteneciente a ella (aunque como caso extraordinario, pues soy ya un liberal) voy a tratar de vislumbrar el futuro de la sociedad y el liberalismo según las ideas de la nueva generación.
¿Qué ideas tiene la juventud?
La sociedad juvenil siempre ha sido un reflejo de la sociedad adulta, y como tal, abundan ideas de todo tipo en ella. Aun así, no suelen ser ideas especialmente desarrolladas, sino tácitas opiniones mutables. Es esa característica, la mutabilidad, en la cual reside la esperanza de las ideas futuras.
¿Por qué las ideas actuales de los jóvenes no son, en la mayoría de los casos, esperanzadoras? Pues porque son un reflejo de las ideas adultas actuales. ¿Cuáles son esas ideas? Su origen es sencillo. Una gran mayoría de personas pertenece actualmente en España a la clase media.
Esa clase, por norma general, tiende a utilizar el sector público tanto en el ámbito educacional como el sanitario antes que el sector privado. Y no solamente eso, sino que además aborrecen este último. Esas insanas ideas son transmitidas a sus hijos, continuando el ciclo de odio hacia el capitalismo o sector privado y, en consecuencia, condenándonos a una sociedad igual a la de ahora o incluso peor.
El problema principal radica en que, la mayoría de los jóvenes, no conocerán otro método de organización social que no sea el público. Si le sumamos el inexorable adoctrinamiento anticapitalista y las ideas altisonantes y buenistas de partidos políticos populistas, el cóctel es único en desazón. Sin embargo, nuestro futuro no tiene porqué ser necesariamente así.
Está en manos de los jóvenes liberales y sus sabios maestros el transmitir la doctrina a la siguiente generación. O si no, a la siguiente.
¿Ansias de libertad?
Otra reflexión que es menester realizar acerca de la juventud son sus ansias de libertad, su espíritu filosófico. Esto es, no más que el resquicio de nuestra futura libertad.
Me gustaría hacer una reflexión halagüeña, pero es francamente complicado. Aun con los problemas, podemos ver que los jóvenes tienen un espíritu rebelde en ellos, y una sensación general de malestar con la sociedad. Es precisamente ese espíritu y malestar lo que nos esperanza a llegar a un país liberal.
¿Cómo podemos utilizar, de manera correcta, esa rebeldía? Explicando de forma correcta el objetivo que debería tener esa rebelión. Para eso, se deberá librar una batalla cultural, política y social en desventaja para los liberales. En otras palabras, la sociedad cambia respecto a las opiniones de las masas, pues como escribía Ludwig von Mises, ningún gobierno impopular puede perpetuarse en el poder sin ser echado violenta o pacíficamente.
Por lo tanto, el ganador de las ideas populares será la doctrina que domine el futuro, y es menester luchar con todo esta batalla intelectual con el fin de establecer la libertad.
¿Cómo convencer a los jóvenes?
La última reflexión que nos queda por hacer es la de qué debemos hacer para convencer a las masas juveniles de la superioridad del liberalismo. Como perteneciente a esas masas, intentaré resaltar los puntos menesteres del discurso liberal que deberíamos usar de una forma entendible y simple.
En primer lugar, y como pilar, debemos recalcar la libertad individual y su inmenso valor. Debemos enseñar por qué una sociedad libre dista mucho de la de ahora, y como el intervencionismo estatal nos ha ido arrebatando nuestras libertades más básicas. Los jóvenes rechazan ser mandados por una autoridad despótica, y ese punto es clave para hacerles comprender que el camino actual es el de la servidumbre, además de aclarar que los humanos tenemos unos derechos naturales que el Estado no respeta sistemáticamente.
En segundo lugar, la importancia de la propiedad e iniciativa privada, además de su superioridad respecto a la pública. Debemos remarcar el hecho de que el objetivo de todo Estado es controlar a sus ciudadanos, es decir, el poder. Una de las formas de arrebatarle ese poder es el sector privado.
No solo debemos enseñar que es más que posible vivir en una sociedad donde la gran mayoría de los bienes y servicios sean cubiertos por el mercado, sino la gran superioridad de este ante el Estado. Es obviamente de gran importancia también enseñar el valor del libre mercado y sus absolutos beneficios.
Esto nos lleva al siguiente punto: La asociación voluntaria. Debemos enseñar que el Estado es inexorablemente violento y coercitivo. La única solución ante esa coerción es la fraternidad voluntaria, es decir, la plena capacidad de asociarse o no asociarse con los colectivos, instituciones, personas, entre otros, que el individuo desee.
A los jóvenes les es atractiva la libre decisión, pues comprenden su valor como un derecho natural del individuo. Por estos motivos, y cómo el liberalismo es la única doctrina que respeta y confía en la autorregulación de la sociedad y la plena capacidad decisiva del individuo, a los jóvenes les puede ser un increíblemente embelesador adoptar esta doctrina.
Si eso pasara, los liberales podríamos ganar la batalla intelectual contra el intervencionismo estatal. Obviamente, requeriríamos de muchas más explicaciones que aquí no he cubierto, así como el uso de ejemplos concretos sobre los beneficios de los puntos antes expuestos.
Es una misión de los jóvenes liberales el apoyar, de forma directa, nuestra ideología, para traspasarla a nuestra generación.
En conclusión, de los liberales depende luchar contra el intervencionismo y convencer a las nuevas generaciones de los beneficios del liberalismo, pues es la única forma de obtener nuestra ansiada sociedad libre.
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