La decisión de AMLO de develar la carta que envió a España y al Vaticano con un vídeo –al menos- extravagante, responde a la necesidad de reforzar su poder, y probablemente preparar el camino a la presidencia de su mujer, Beatriz Gutiérrez Müller.
AMLO llegó al poder aupado por una coalición de partidos, nucleados alrededor de Morena, y cuyo principal nexo de unión es su persona. “Juntos Haremos Historia” concitó apoyos variopintos. El aluvión de familias políticas, unido a la existencia de numerosos “gallos”, condena al hoy fuerte liderazgo del mesías tropical, a un futuro incierto. Ante tal tesitura, el tabasqueño parece estar desplegando una hábil hoja de ruta.
Lo primero es manejar los resortes del Estado. En sus primeros cien días AMLO ha impulsado la creación de una policía militarizada, la eliminación de intermediarios entre algunas ayudas estatales y sus destinatarios, y la propuesta de revocación de mandato, que si bien no le permitiría acceder a la reelección, sí le permitiría desplegar “en modo electoral”, el poder del Estado. También se ha destacado por designar para puestos clave, personas que -por incapacidad o sectarismo- se lo deberán todo a él. El caso más sonado fue el Taibo II, parte del núcleo duro de la pareja presidencial, y para el que tuvieron que cambiar a ley que prohibía a los no nacidos en México –nació en España- ser directores del Fondo de Cultura Económica.
Y junto al Estado, sus votantes. AMLO ha reforzando el relato de nación mayoritario en México que estaba resquebrajándose, tanto que incluso podía atisbarse la salida de Cortés de los infiernos patrios. Y con Cortés, el cuestionamiento del resto del relato de nación impuesto por la Dictadura Perfecta. Empezó incluyendo en su logo de gobierno a los principales héroes oficiales, y lo ha continuado agitando el antigachupinismo. La visita de Pedro Sánchez a México (enero) presagió la jugada. El twitter del tabasqueño incluyó un video donde ambos admiraban las pinturas de Rivera en Palacio Nacional sobre la Conquista –profundamente antiespañolas-, antes de reunirse con los empresarios españoles, a los que insultó relacionándoles con la corrupción, lo que provocó la airada protesta de Antonio Garamendi.
Hay que tener claro que “la cuarta transformación” no es un nuevo modo de gobernar dentro de una alternancia democrática. Es una transformación cultural ligada a la idea de “descolonización” desarrollada por el filósofo argentino Enrique Dussel, destinada a impulsar un Estado autoritario. Es decir, nada tiene que ver con los llamados pueblos indígenas. “El pueblo”, encarnado por AMLO, se enfrenta al “antipueblo”, al que se le niega no solo la posibilidad de gobernar, sino de formar parte de la nación. No extraña el desprecio con el que AMLO se dirige a sus opositores, y a la prensa opositora. Son “fifís” que según el tabasqueño significa “fantoches, conservadores, sabelotodos, hipócritas, doble cara”.
AMLO sabía que la oposición reaccionaría a su extravagante petición. Y dejó que el antigachupinismo floreciera. El antigachupinismo mexicano es similar a la judeofobia alemana de principios del siglo XX. Tiene como idea central que en el país parte de la población “exprime” al resto porque no es “nacional”, sino que responde a intereses exteriores, y por tanto son enemigos del Estado. En la Alemania de Weimar los alemanes judíos respondían al capital o a la judería internacional; en el imaginario obradorista, los gachupines patrios responden a la nación española, representada en las empresas españolas y el Rey. AMLO señaló así a la oposición como gachupina y no republicana. Como antimexicanos.
Y por último los resortes del partido. Morena destina la mitad de su presupuesto a su Instituto de Formación Política, dirigido por Rafael Barajas, en el que la pareja presidencial ha situado a sus más fieles, cercanos todos ellos al Socialismo del Siglo XXI –Morena forma parte del Foro de Sao Paulo-, y con el claro objetivo de formar cuadros leales.
Para lograr que todos estos resortes funcionen, necesita dinero. Desde que fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal (2000-2005) AMLO maltrató a las empresas españolas. Antipatía que aumentó en 2006, cuando tras perder las elecciones presidenciales, las acusó de haber apoyado a Felipe Calderón. En México hay más de 6.500 empresas españolas y España es el segundo inversor en el país. Agitar el antigachupinismo facilita marginarlas. En los 100 primeros días solo el 25% de los contratos públicos han sido concedidos con licitación pública. Es válido pensar que las empresas que desplazan a las españolas, tengan –al menos- simpatía por la pareja presidencial.
Pero incluso con los resortes controlados, y empresas amigas, el devenir del país y las tensiones entre sus partidarios pueden comprometer su poder. Nada mejor que tener grupos ligados a ellos, más que a Morena. AMLO decidió incluir en “Juntos Heremos Historia” al partido confesional evangélico Partido Encuentro Social. Incomprensible por su escasa fuerza electoral y el choque con la ideología de Morena. Inútil para Morena pero útil para AMLO, que ha concedido al PES y la asociación evangélica Confraternice, atenciones similares a las continuas ofensas que sus partidarios prodigan a los católicos. Y junto a los evangélicos, los mexhikanistas. La toma de posesión de AMLO en el Zócalo no tuvo nada que ver con las naciones mesoamericanas, sino con un movimiento totalitario y racista, surgido en las primeras décadas del siglo XX, en medios urbanos, que pretende “aztequizar” México, eliminando lo español. Mezclado hoy con el New Age y dividido en multitud de grupos, tiene –como los evangélicos- cada vez más presencia pública en México. La actuación de AMLO, insultante para el Rey y el Papa, también es una concesión a estos dos grupos.
En definitiva, el vídeo de AMLO y Beatriz, no fue una torpeza, sino parte de una calculada estrategia, destinada a volar cualquier –probable- intento del Gobierno de buscar salidas a tal petición. En los próximos años, México deberá decidir si sigue siendo parte de Occidente, o bien, liderada por el mesías tropical recorre una senda capaz de desembocar en el infierno. Algo parecido esperaría a los intereses españoles en México.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Valladolid y experto en religiones por la Uned-Fundación Zubiri.
Hablar en nombre del pueblo atacando al anti-pueblo es propiciar la división del País, así como lo hacen los catalanes. México ya abrió los ojos la trasformación de cuarta ya está cavando su tumba.