Es común encontrarse gente que basándose en una idea muy loable de la libertad humana, defiende la legalización de la prostitución en España.
Su objetivo es que la prostitución sea sacada de esa especie de limbo legal en el que se encuentra y se convierta en una actividad homologable a otros trabajos remunerados. De esta forma, razonan, la prostitución abandonaría el carácter marginal que actualmente tiene y las personas que optaran por el libre ejercicio de la misma podrían hacerlo en mejores condiciones y de forma más libre.
Su razonamiento está basado en que esta actividad humana es tan legítima como otra cualquiera, siempre y cuando sea ejercida de forma voluntaria, y por lo tanto las personas que viven de dicha actividad tienen derecho a ser consideradas como unos trabajadores más.
Como liberal, siempre me ha resultado curiosa dicha defensa de la prostitución mediante su equiparación legal con los demás trabajos.
Los liberales creemos que el estado se ha entrometido hasta niveles intolerables en nuestra actividad económica cotidiana, denunciamos el expolio sistemático al que somete a cualquier asalariado o autónomo en este país, denunciamos la tiranía que supone el no poder escapar del control fiscal al que nos somete el estado, denunciamos lo injusto de obligarnos a aceptar unos servicios públicos ineficientes que pagamos entre todos, denunciamos unas pensiones públicas que son un timo piramidal, etc…
Y entonces, por sorpresa, me encuentro con que muchos liberales, en un ataque de estatalismo, giran su vista hacia una de las pocas profesiones desreguladas que existen en nuestro país y deciden que hay que defender, desde el liberalismo, su homologación profesional. Deciden que en este caso sí, que en este caso hacienda somos todos, prostitutas/os incluidos.
Que estas personas han de ser saqueadas como las demás por el estado y a cambio deben recibir los mismos pésimos servicios públicos que los demás.
Que nadie debe de ser ajeno a la “sociedad del bienestar”.
Y esto nos lo venden como un argumento liberal…
La realidad, es que la prostitución en España es de hecho una actividad que a día de hoy cualquiera puede ejercer libremente en su domicilio. Pero muchos liberales quieren más.
Quieren la legalización total y un reconocimiento ESTATAL explícito de dicha profesión. Y eso en España, a día de hoy, significa que si la actividad se realizase en un piso, este piso debería contar con todos los permisos, licencias y autorizaciones administrativas necesarias.
Que si la actividad se realizase en la calle de forma legal, se debería pagar un canon al ayuntamiento mediante el cual obtener la correspondiente licencia, de forma similar a los vendedores ambulantes.
Y siempre y en todos los casos, que la prostitución estaría obligada a pagar impuestos, respetar horarios comerciales, emitir facturas, liquidar el iva, pasar controles sanitarios homologados, pagar seguridad social, tener derecho a las pensiones estatales , derecho a un convenio colectivo negociado por sus sindicatos, derecho a bajas médicas ( las estadísticas por bajas por depresión iban a marcar un antes y un después), derecho al paro, derecho a indemnizaciones por despido, a Fogasa, etc…Es decir, incluir de una forma plena a la profesión más vieja del mundo en la sociedad del bienestar. ¡¡Esto sí que es neoliberalismo extremo!!
Y por último no olviden que si pretendemos homologar la prostitución con un trabajo como otro cualquiera, debemos ser conscientes de que en España es legal trabajar desde los 16 años.
Mezclen prostitución legal, menores de 18 años y despenalización del consumo y venta de todo tipo de drogas (otra cuestionable reivindicación “liberal”) y ya verán el coctel que les sale.
Parafraseando a F.Bastiat: “Toda la diferencia entre un mal y un buen liberal es ésta: uno se limita al efecto visible; el otro tiene en cuenta el efecto que se ve y los que hay que prever”.
Y si después de todo lo anterior siguen creyendo en lo acertado de legalizar la prostitución, allá ustedes; pueden seguir dedicándose a escribir artículos denunciando la intromisión del estado en todos los ámbitos de nuestra vida y la decadencia de la civilización occidental…
SERGIO JOSÉ MARQUÉS PRENDES (Gijón, 1972)
Licenciado en Veterinaria por la Universidad de León. Desarrollo de productos de producción animal para el sector privado.
Deja una respuesta