El gobierno de Pedro Sánchez heredó la mejor situación económica en una década. Todos los desequilibrios que llevaron a la crisis (provocados por la temeraria política económica de ZP, consistente en gastar y no hacer reformas) están en proceso de corrección. Nunca lo admitirán. Por eso hablan de unas cifras de pobreza irreales (que hay gente que lo pasa mal es cierto, pero no son el 20% de la población) y se dicen “preocupados” por la deuda pública. Sin embargo, los datos no avalan que los socialistas puedan “sacar pecho” en lo que a gestión del endeudamiento público se refiere.
ZP recibió una deuda de 388.800 millones de euros (conjunto de Administraciones Públicas) y dejó una de 744.300 millones. Un aumento del 91%, equivalente a 355.500 millones. Eso implica que, en cada uno de los 93 meses de su “gestión”, la deuda pública creció, de media, 3.820 millones de euros. Esos 744.300 millones se convirtieron en 1,16 billones al dejar Rajoy el gobierno. Un incremento del 56%, que equivale a 419.100 millones. Una subida media de 5.370 millones por mes.
Estas cifras, aunque oficiales, son engañosas, pues endosan a Rajoy los 73.800 millones en facturas sin pagar que dejó ZP y los 40.000 millones que hubo que pedir para sanear las cajas de ahorro de gestión politizada (NO a “los bancos”), que, según el entonces líder socialista, conformaban el “sistema financiero más sólido” del mundo. Asignando estos millones a su verdadero responsable, nos queda un aumento de la deuda de 469.300 millones con ZP (+121%; 5.050 mensuales) y de 305.300 millones con Rajoy (+36%; 3.900 por mes).
La subida de la deuda pública con Rajoy fue “menos enorme”, pero enorme al fin. Eso pese a haber sido el único presidente que dejó el gobierno con un gasto público total inferior al que había al llegar y el que más recortó el gasto discrecional. Si Rajoy hubiese dejado el gasto discrecional en el mismo nivel que lo encontró, la deuda hoy sería 172.300 millones más grande y el déficit de 2017 habría sido 5,1% del PIB, en lugar del 3,1% real.
La paradoja es que los socialistas de todos los partidos jamás criticaron a Rajoy por reducir el déficit fiscal demasiado pausadamente, sino, simplemente ¡por reducirlo! De ahí sus continuas protestas por los “recortes” y las políticas de “austeridad”.
De hecho, lo primero que hizo el nuevo Consejo de Ministros fue aprobar unos objetivos de déficit fiscal más grandes, para tener “más margen”. Margen que significa una subida adicional de la deuda pública. En lugar de aumentar en 23.000 millones en el trienio 2019-2021, como preveían los objetivos de déficit anteriores, el “margen” que se han dado los socialistas implica que la subida será de al menos 43.000 millones. Esa es la medida de la preocupación socialista por la deuda pública.
El nuevo gobierno parece dispuesto a hacer lo que siempre han hecho los socialistas: gastar mientras puedan; cuanto más, mejor. Si es así, la historia terminará mal, otra vez. Porque como ya advirtió Margaret Thatcher, “el socialismo se termina cuando se le acaba el dinero… de los demás”.
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