Un nuevo año
Estrenamos un año nuevo y como no podía ser de otro modo, albergamos la esperanza de que las cosas cambien en los días que le quedan por delante.
No es tarea fácil.
Arranca 2017 con viejas manías contra las que desde El Club de los Viernes nos rebelamos y peleamos a diario: subidas de impuestos, financiación de costes sociales cortoplacistas con cargo a emisión de deuda a largo plazo, alteración artificial de precios del mercado laboral por decisión política, recorte de libertades reales (contenidos de género en lugar de elección de modelo educativo por los padres, trilingüismo impuesto, …).
Tics que no van a cambiar quienes llevan insistiendo tanto tiempo en ello y viviendo a costa de ese cuento.
El problema real
El problema real que subyace, es que mientras la mayoría de los ciudadanos anhelan que el gobierno de turno sea bueno, ignoran – por comodidad o desconocimiento- que lo único que puede salvarnos es que tomemos conciencia del papel de meros espectadores que nos permiten ocupar y reclamemos a voz en grito una cuota de protagonismo que ha mutilado a conveniencia el Estado, para poder expandirse y campar a sus anchas.
Sólo una sociedad civil fuerte y culta puede revertir la tendencia obesa y obsesa de lo público.
Lo suyo, sería ponerlo a dieta, en la misma medida y con el mismo interés con que nos proponemos cuidarnos para compensar los excesos gastronómicos de las pasadas fiestas.
Y eso es lo que buscamos, reducción de las grasas saturadas del Estado.
O lo que es lo mismo, contención (sino eliminación) del gasto superfluo e irresponsable, de las duplicidades institucionales, de las desigualdades territoriales, de la asfixia fiscal para empresas, familias y autónomos, de las imposiciones ideológicas,… De todos esos absurdos excesos que, con la excusa del bienestar –imposible de garantizar- colapsan las arterias del libre mercado y dificultan la iniciativa privada, única fuente creadora de riqueza real.
Subidas de impuestos
Por si fuese necesario aclarar que ya se ha producido una subida de impuestos en toda regla (IRPF e Impuesto de Sociedades, vía limitación de ciertos beneficios fiscales) y acabamos de aprobar los presupuestos, es nuestra obligación avanzar que, así las cosas, el único gran tributo que queda por incrementar, con capacidad recaudatoria suficiente, es el IVA.
En un escenario de fallo multiorgánico donde la supervivencia del paciente Estado, prioriza la necesidad de obtener cada vez mayores ingresos para contener el déficit, parece no quedar otra alternativa.
Es más, habida cuenta de que España presenta un tipo efectivo de IVA muy inferior al de la media de los países de la Unión Europea, el tratamiento paliativo es muy probable.
Tal vez, resulta que la crisis económica que parecíamos estar superando a finales del año pasado, no sea más que el reflejo de una sociedad enferma, debilitada por un elevadísimo grado de sedentarismo intelectual y que parece haberse rendido al consenso generalizado que deprecia valores tan esenciales para el progreso como el esfuerzo, el trabajo constante, la creatividad, el valor añadido y el mérito personal.
No es fácil defender lo incómodo, en especial cuando el silencio cómplice del tiempo, juega a favor de quienes se han propuesto desmoronar todo lo conseguido.
Reflexiones en voz alta
Por eso, desde El Club de los Viernes, queremos proponer reflexiones en voz alta que nos ayuden a identificar entre todos los síntomas inequívocos de la patología y diagnosticar convenientemente para aplicar los tratamientos adecuados.
No creemos que sobre la política, y por ello, nuestro objetivo para los próximos 12 meses es el de seguir influyendo en ella.
Traducir el pensamiento crítico en acción frente a los desmanes de las instituciones públicas para cambiar y mejorar la sociedad.
De hecho, las peores crisis no son sólo, ni fundamentalmente, económicas, sino políticas.
Es necesario implicarse en Política – y no son los partidos políticos el único canal, ni deberían serlo.
El debate y la opinión de la sociedad civil tienen la obligación de liderar el diseño, al menos como paso previo a su reducción o eliminación, de instituciones que intervengan lo mínimo posible en la vida de los individuos.
Sí, se puede.
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