Me ocupa, es más, me preocupa este tema. En estos tiempos modernos de la democracia y las redes sociales he visto aumentar, exponencialmente, el uso del término «facha» para referirse a algunas, sino muchas, de mis ideas y opiniones. Mas aún, como de una forma general, sin discusión ni debate, se me califica como «facha», y punto. Con ese adjetivo lo dejan todo dicho.
Que resido en un zona «facha», que voy los domingos a misa como los «fachas», que he llevado a mi hija a un colegio privado de «fachas», que practicamos un deporte de «fachas», que llevo una pegatina con la bandera de mi país en el coche y que eso es «facha», que me visto como los «fachas», que mi teléfono móvil es de «fachas»… Buah¡ nada se libra del calificativo.
Mi subconsciente me acosa y me persigue. Tanto va el cántaro a la fuente que igual es verdad que soy un «facha», por más que quiera o crea que no es así.
Lo he consultado con mi familia más intima, pero no lo ven. Nos les creo, lo dicen por no preocuparme. Algo me quieren, al menos!. Se lo he preguntado a mi médico de cabecera, que me ha dado un volante para el psiquiatra, y este me dice que me estoy obsesionando. Malo!. Me he asesorado con un abogado, dice que él de eso no entiende, pero que todo esto lo protege la libertad de expresión, por lo que no puedo hacer nada al respecto. No hay defensa!. Acabé llegando a mi párroco, que tampoco me da solución, solo me dice que rece por ellos. Encima¡.
Nada¡, que me encierro en mi preocupación. Pillo un bolígrafo, un folio y, ¿cómo no?, internet, y me pongo a auto indagar en el tema. Comienzo por lo fácil, ya se sabe, por las definiciones de «facha» mas serias que uno encuentra con Google, ¿dónde va a ser, si no?
«Facha», como nombre se refiere al aspecto, como adjetivo coloquialmente es sinónimo de mamarracho, adefesio, que viste inadecuadamente, con vestimenta desaliñada. ¡Y no lo veo¡. No es que sea un guaperas ni mucho menos, pero mis éxitos he tenido¡. Me miro al espejo y no me veo nada mal. Voy con regularidad al peluquero, me afeito, hecho mis cremitas, no sé.. lo actual. Mis gafas de pasta a la moda, tejanos de marca, camisas de vestir, polos, suéter y chaquetas, hasta trajes variados, siempre de corte clásico, zapatos de cordones o mocasines, calcetines del mismo color que el pantalón. Vamos, que yo creo que me cuido y me ajusto razonablemente a un estilo acorde a mi edad y profesión.
A más, me considero rodeado de gente que viste inadecuadamente, sean de una u otra edad. Sin ir más lejos, la pasada semana un individuo se presento ante un tribunal académico vestido de chándal negro. ¡Alucinante!. Por no hablar de quienes acuden a trabajar con sus zapatos sucios, con la camisa de varias días o con hábitos de aseo al menos de dudosa valía!. Y nadie les llama «fachas»¡
«Facha», despectivamente, es sinónimo de fascista, esto es, persona de ideología política reaccionaria. Pobre de mí¡, un hijo del boom demográfico de los años 60, nieto de la guerra civil y niño en los últimos años del franquismo que ha nacido a destiempo¡, atrasado en más de 50 años para ser un buen «facha»¡
Toca profundizar en el concepto de «fascismo», que al fin y al cabo está en el origen del obsesivo calificativo de «facha». Recurro a revistas de historia de solvencia científica donde me encuentro con los siguientes términos: Movimiento autoritario y nacionalista que se basa en un Estado todopoderoso que dice encarnar el espíritu del pueblo. La población no debe buscar nada en el Estado que está controlado por un partido único. El Estado fascista ejerce su autoridad a través de la violencia, la represión y la propaganda, incluyendo el control del sistema educativo. El líder fascista es un caudillo que está por encima de los demás, con un poder que ejerce de manera unilateral y sin ningún tipo de consulta.
Vamos allá¡, poquito a poquito, porque la definición es súper larga. De autoritario nada de nada, ¡ande yo caliente ríase la gente¡, si algo defiendo es la libertad y responsabilidad de cada uno. De nacionalista menos aun!, si hay algo contra lo que nunca dejaré de argumentar es justamente las maldades de un sistema autonómico absurdo, preludio de un nacionalismo visceral y enfermizo. Justamente el carácter universal y cosmopolita es una de mis grandes banderas!
A más y peor. Eso del Estado todopoderoso como que tampoco, sino todo lo contrario!. Soy de los que creen y piensan que el Estado ha llegado demasiado lejos en este país y en la Unión Europea. Que nos sacude a impuestos para engordar y crecer de forma absurda e inútil. Que se inmiscuye en todas las áreas de nuestra vida individual y familiar para decidir sobre nuestra educación, cultura, sanidad… hasta sobre las fiestas del barrio¡
Me aterra eso del partido único, y más aún lo del caudillo superior. ¿Sobre quien puede ser un hombre superior y porqué?, si tan siquiera entiendo la Monarquía, Dios mío¡. Odio la violencia y la represión, no hago sino reclamar educación y participación, debate y votación. Si es que soy un hooligan del sistema suizo de referéndums¡. Si yo creo en la educación, la formación y la cultura libres como pilares principales para mi utópica sociedad¡
Si es que soy y me siento demócrata, siempre he votado y votaré, siempre defenderé el resultado de unas urnas transparentes, y siempre abogaré por una urna como la solución definitiva frente a la arrogancia de la falsa democracia representativa, que dice y promete lo que no hace!
Por fin lo he entendido, definitivamente no soy yo el facha, sino justamente ellos, los fachas son los que me llaman facha a mí: por su aspecto, su vestimenta desaliñada e inadecuada, por su carácter reaccionario, porque ellos sí creen en el Estado todopoderoso, porque son autoritarios frente a quienes no comulgan con sus ideas, porque son nacionalistas y localistas, porque juegan con la propaganda y manipulan el sistema educativo. Ellos¡, ellos son los fachas y no yo, que apenas llego a ser un simple ciudadano liberal.
FRANCISCO JAVIER DE LA BALLINA
Profesor de la Universidad de Oviedo desde septiembre del año 1989. Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Oviedo (1993). Desde el año 1994 es Profesor Titular de Comercialización e Investigación de Mercados. Ha sido Director General de Comercio y Turismo del Gobierno del Principado de Asturias y tiene experiencia profesional como Director General de la Cámara Oficial de Industria, Comercio y Navegación de Gijón.
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