El artículo 50 de los Tratados Europeos
137 palabras han permitido revolucionar a la Unión Europea.
No hablamos de discursos hechos en manifestaciones o en parlamentos, ni mucho menos en televisiones; se trata 137 palabras escritas en una hoja de papel amarillo que han permitido a Theresa May articular el Artículo 50 de los Tratados Europeos.
Estamos acostumbrados a ver leyes más abultadas que el Quijote y lo hemos asumido como normal y lógico.
Hemos llegado a incorporar en nuestro conocimiento que la ambigüedad, la trampa y la extensión prueban que es una buena ley, pero nos han engañado.
Parece ser que 137 palabras son suficientes para que un gobierno elegido por los ciudadanos ponga fin a la supremacía ejecutiva de gobiernos elegidos por
políticos que sólo responden ante ellos mismos.
La salida del Reino Unido de la Unión Europea
Así es como empieza nuestra historia: una historia que muchos “expertos” veían imposible por muchas razones, pero sobre todo porque la alternativa no encajaba en sus planes, aunque sí en los de los ciudadanos.
Una historia que aún no sabemos cómo acabará, pero si de algo podemos estar seguros es que la historia está más viva que nunca.
137 palabras.
Ésa es la extensión del texto que concede a una primera ministra los poderes suficientes para iniciar la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Años y años escuchando que la Unión era irreversible, que no cabía la posibilidad de una devolución de poderes ni mucho menos un cambio de rumbo del modelo comunitario.
Y ahora vemos cómo 137 simples palabras son suficientes para echar por tierra un sistema que en los últimos años nos ha sumido en una crisis detrás de
otra, episodios que siempre hemos pagado los mismos: los ciudadanos.
Theresa May acaba de iniciar una nueva historia para el Reino Unido, donde, tras activar el Artículo 50, se inició formalmente su salida de la Unión Europea.
Pero ése no es el final.
Todo esto es el principio de un tiempo nuevo, un tiempo en el que las relaciones humanas y comerciales serán reescritas e impulsadas con esa visión global que caracteriza a los británicos, porque está fuera de toda duda que van a negociar no sólo con sus vecinos europeos, sino con todas las naciones del mundo.
Veremos cómo se recuperan los mismos augurios apocalípticos que se dijeron antes del referéndum, cuando la destrucción de la sociedad occidental y el fin de la democracia iban a ser inminentes.
Pero la realidad es otra.
La realidad de un club de unos pocos
La realidad es que los representantes electos del pueblo británico negociarán el futuro de 500 millones de europeos con comisarios europeos, gente a la que no conoce nadie y que no ha sido elegida por nadie.
Sí, esos desconocidos negociarán el futuro de 500 millones de personas porque su supervivencia, de momento, no está en juego.
Es la nuestra la que lo está, la de los ciudadanos europeos, la de los que seguiremos contemplando todo desde esa jaula de cristal limpia y pura en la que podemos ver el mundo con la clásica superioridad moral europea, aunque no podamos interactuar con él.
El momento de la Europa corporativa y cerrada tiene que llegar a su fin, y el Brexit es un llamamiento a todos aquellos ciudadanos que no quieren más proteccionismo ni un club de unos pocos.
Abrirse al comercio
El Brexit es un llamamiento a todos aquellos ciudadanos de Europa que quieren, de una vez por todas, abrirse al mundo.
Abrirse al comercio cambió las vidas de los australianos, los neozelandeses y los malayos, economías tan pequeñas que no han afectado al resto del mundo.
Ahora bien, imaginaos a 60 millones de británicos impulsando un acuerdo de libre comercio.
Podría ser algo equiparable al NAFTA, último gran acuerdo de libre comercio que se firmó en el mundo en los 90.
Brexit no sólo será bueno para los británicos, lo será para todo el mundo, y en especial para los que a día de hoy tienen menos.
No olvidéis que el que prueba el libre mercado no quiere volver a donde estaba antes.
Experto en Relaciones Internacionales. Graduado en Administración y Gestión Publica y Master en estudios árabes e islámicos contemporáneos. Actualmente asesor en el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos en el Parlamento Europeo.
Apasionado de Europa, no de la Union Europea.
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