¿Se han preguntado alguna vez cuánto vale un piso? No me refiero obviamente al valor de mercado, a cuanto cuesta un piso. Para obtener esa información es tan sencillo como consultarla en El Idealista, por ejemplo.
No. Me refiero a cuánto vale un piso. Cuanto cuesta hacerlo, referido al valor del suelo, más el de construcción, más la Obra Civil asociada, más un sano 12% de Beneficio Industrial (no le quitemos el lucro a una actividad productiva, no es un coste en sí mismo pero sin él no se produce todo lo demás) más impuestos, más proyectos y licencias, más burocracia.
Pues bueno, sobre el papel, y si al suelo le otorgamos como mucho el coste que tiene el de un cultivo de secano, si quitamos la política de la ecuación, resulta que una vivienda unifamiliar, estándar, normalita, acabada llaves en mano, sin amueblar eso sí, cuesta unos 130.000 € de media. Un chalete.
Pero el título del artículo se refiere a un piso. ¿Cuánto vale un piso? Pues un piso normal, estándar, de unos 90 m², en un bloque entre medianeras común, de unas seis alturas, vamos, un piso medio, apenas llega a los 60.000 € en total. Menos de la mitad que un unifamiliar.
Resulta curioso, entonces, comprobar que el precio medio de la vivienda en España el pasado 2.019 fue de 241.145,00 €. ¿Nos tomamos la píldora roja?
Porque efectivamente, hay mucha diferencia. Estoy seguro de que muchos lectores estarán trabajando en sectores productivos, y a poco conocimiento que tengan del mercado libre, ya sabrán que, en un mercado competitivo, hoy en día te das con un canto en los dientes si el Beneficio Industrial lo colocas en un 6%. Y todos conocerán ese periodo poscrisis en el que el «beneficio» era negativo, esto es, en que el empresario tiraba de recursos para mantener la fábrica abierta, simplemente porque la demanda había caído tanto que no absorbía la oferta y la producción se almacenaba en los estantes. Y que para vaciarlos los precios bajaban por debajo del coste de producción. Mejor vender algo barato que vender caro nada.
Pues que no se asombre el lector si le digo que, la vivienda, hoy en día, sigue amontonada en los estantes. Todos conocemos promociones, los llamados pisos (o casas) «de banco». Bloques o urbanizaciones «fantasmas» cerrados, aguardando.
Y, sin embargo, los precios siguen duplicando el coste. Tócate las narices.
Si siguiésemos la lógica de mercado, el precio de la vivienda debería haber caído muy por debajo del coste, los alquileres serían a pérdida y la gente apenas dedicaría una fracción de su salario en pagar por su morada.
Como en la película de “Good Bye Lenin” en la que los protagonistas para buscar un hogar sólo tenían que abrir una puerta, por la masiva emigración a la Alemania del Oeste tras la caída del muro, los españoles deberíamos estar pasando un periodo histórico en el que la primera y la segunda vivienda apenas mellase nuestra economía.
¿Se imaginan el aumento de competitividad de las empresas si los trabajadores, a igual salario, dispusieran de casi el triple de renta? ¿se imaginan el cambio en la edad de emancipación, en la natalidad, en la calidad de vida, en la formación y la reindustrialización?
Y sin embargo, no sólo el precio de la vivienda no se ha desplomado, sino que sigue muy por encima del precio de coste mas su sano Beneficio Industrial. Y no es difícil darse cuenta de porqué. Esos bloques fantasma, esas Urbanizaciones abandonadas, están cerradas y fuera del mercado. Que los bancos las mantengan así puede tener cierta lógica, mantienen el activo en el haber sin querer asumir la pérdida. Llevan haciéndolo ya AÑOS.
Pero ¿y el SAREB? ¿Y los Ayuntamientos? ¿Por qué no revientan de una vez el mercado? ¿Por qué el Estado está contribuyendo a mantener, no los precios, sino los sobreprecios?
¿Se han parado a pensar que, con vivienda barata, los sectores productivos españoles avasallarían a sus competidores europeos, por ejemplo? ¿Se da alguien cuenta de que, mantener el sobreprecio, en el fondo no es sino una transferencia de riqueza de todos los sectores al bancario?
Y la triste conclusión de todo esto es que NO INTERESA. No interesa a los tenedores de un piso, que no quieren que sus viviendas carezcan de valor. No interesa a los bancos, obviamente, el rey va desnudo. No interesa al Estado, prueba evidente que no vela por la nación, ni esperen que lo haga.
Si algo de bueno podía haber tenido el estallido de la burbuja, es que las lágrimas de una generación habrían servido para acabar con las dinámicas de control en régimen de monopolio del suelo por parte de caciques locales, para sacar sus sucias manos de nuestros ediles. Pero no. Nchts.
Claro que no interesa. Como en todas las burbujas, los propietarios del activo hacen lo imposible para no tener que reconocer la pérdida de valor. Hasta que la necesidad perentoria de liquidez haga necesario venderlo, y es en ese momento cuando revienta.