Esta entrevista ficticia se sitúa en el año 2032, y enfrenta a un supuesto periodista económico con el Presidente del (también supuesto) Consejo Internacional de Sabios.
¿Son suficientes estas tres funciones básicas reservadas para el Estado? ¿Qué pasa con los servicios sociales (Educación, Sanidad, etc.)?
En los países que suscribieron el Tratado, estos servicios han pasado a ser gestionados por empresas y Fundaciones privadas, en un régimen de libre concurrencia competitiva. Esto produjo cierto vértigo al principio, pero las experiencias piloto realizadas durante 2 años en España, Italia, Grecia y Hungría, funcionaron de manera satisfactoria. La prueba es que las poblaciones de estos cuatro países votaron afirmativamente a la liberalización de sus servicios públicos, los cuales consiguieron modernizarse de manera muy rápida, atrayendo inversión y empleo cualificado. El ahorro para las arcas públicas fue espectacular. Se eliminaron multitud de duplicidades e ineficiencias, y muchos titulados en medicina que habían emigrado a otros países pudieron regresar. También se crearon nuevos empleos para los inmigrantes procedentes de los países en vías de desarrollo…
Algunos criticaron que dichos servicios públicos dejarían de ser accesibles para los más pobres…
Como Vd. sabe, no ha sido así. Por un lado, la creación de un bono social, que garantiza la universalidad de la educación y la sanidad a todos los individuos. Por otro, al retirarse la cobertura obligatoria de la Seguridad Social, dichos servicios han dejado de ser gratuitos para las personas con mayores ingresos. Estas pueden elegir libremente una escuela u hospital, y pagarlo de su bolsillo. A cambio, se ha eliminado la obligación de cotizar a un sistema público que siempre ha bordeado la quiebra. Quien puede y quiere contratar un seguro de salud o de pensiones privado, lo hace. Esto ha liberado muchos recursos en favor de los menos favorecidos, además de permitir rebajar los impuestos a las clases medias. No se trataba de inventar nada nuevo, porque este sistema ya llevaba funcionando con normalidad, desde hace décadas, en países como Suiza, Canadá, Suecia, Australia, etc.
¿Qué oportunidades disfruta un ciudadano residente en un Estado incluido en el Tratado, por encima de los que residen en otros Estados?
Fundamentalmente, los primeros cuentan con una garantía total de integración en el sistema, pudiendo elegir entre tres diferentes áreas de actividad: Económica, Intelectual o Científico- Tecnológica. Cada individuo puede elegir trabajar por cuenta ajena, o bien emprender un negocio propio en cualquiera de estas áreas. En ambos casos, su trabajo estará exento de impuestos y cotizaciones, hasta que sus rendimientos superen los 30.000 euros al año (caso de España). Si crean una sociedad, esta pagará una tasa máxima del 15% de sus beneficios.
Pero aún más: aquellos individuos que, por cualquier causa, no logren o decidan integrarse en una de esas tres áreas productivas, contarán con una renta básica de subsistencia, compatible con otros ingresos procedentes de actividades libres (creativas, literarias, sociales, etc.) Esta no es una decisión para toda la vida, sino de término indefinido y voluntario. En cualquier momento, estas personas que optan por una vida más “bohemia”, podrán pasar a integrarse en la capa “productiva”, renunciando a seguir percibiendo esa renta básica (e igualmente, a viceversa).
¿Será sostenible a largo plazo este doble rol social? ¿Existe riesgo de que una mayoría de personas opten por un modelo de vida no productivo?
De momento, las estadísticas de los Estados que suscribieron “Singapur” muestran que, como media, sólo el 12% de los ciudadanos optaron por este segundo modelo. Los incentivos para acceder a una renta más sustantiva que la renta básica son muy notables. Los bajos impuestos estimulan la inversión y el consumo, haciendo más atractiva la participación en el sistema productivo.
Lo decisivo es que este sistema de renta básica (cuya cuantía en España asciende a los 900 euros mensuales), se ha demostrado perfectamente sostenible para hasta un 15% de la población, gracias a la reducción de gastos superfluos y a la eliminación del falso Estado del Bienestar. Sin estas medidas, la renta básica hubiera sido imposible de sostener, tal como se demostró con el fracaso de los populismos europeos al final de la pasada década. En cambio, su aplicación subsidiaria, limitada y temporal ha conseguido reflotar a las hundidas clases medias de muchos países.
Como conclusión, ¿cómo ve el panorama de la economía mundial en los próximos años?
Los enormes recursos y materias primas obtenidos de África han permitido sostener el ritmo de producción industrial y energética, a la vez que acelerar y reforzar el desarrollo de los países africanos. Gracias al auge de las energías renovables, y al mantenimiento limitado de la energía nuclear, nos encontramos muy cerca de terminar con la dependencia del petróleo.
El comercio mundial, encabezado por los cuatro Mercados Unificados (América, Europa, Asia y África) ha logrado superar el reto de adoptar una moneda única para las grandes transacciones, compatible con las criptomonedas para las pequeñas. Fue duro para muchos países renunciar a su propia moneda, pero este era un paso necesario para terminar con las antiguas guerras monetarias, que tanto daño produjeron en la economía mundial durante las pasadas décadas.
La apertura económica y la cooperación en investigación, han permitido financiar grandes proyectos, como la instalación de la ILB (Base Lunar Internacional) o la primera colonia en Marte.
Los robots ya realizan el 80% de las funciones de producción mecánicas, permitiendo a muchos individuos acceder a trabajos más cualificados y mejor remunerados.
En suma, soy muy optimista sobre el futuro.
Abogado. Master en Asesoría Jurídica de Empresas por el IE Business School (Madrid). Asesor legal y financiero, experto en Banca Privada y financiación.
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