[PUBLICADO EN EL COMERCIO]
La Comisión Europea está instruyendo un expediente sancionador a España por incurrir en un déficit excesivo, es decir, por perder más dinero del previsto. Concretamente España se desvió en 2015 en un 21% del objetivo establecido. De unas pérdidas previstas del 4.2% acabó en un 5,1% sobre el PIB. El importe de la sanción a la que nos exponemos no es moco de pavo, 2.000 millones de euros, algo más de la mitad del presupuesto anual del Principado de Asturias. El equivalente a las partidas destinadas a sanidad y servicios sociales. Pero las consecuencias no quedan sólo ahí, ya que también puede acarrear la pérdida del derecho a obtener fondos comunitarios.
Lo cierto es que el hecho de que España esté en pérdidas no es nuevo, ni es noticia. Este mismo año nuestra nación nuevamente acabará en número rojos y con una importante desviación respecto del objetivo marcado.
Lo realmente noticiable en nuestra historia reciente es acabar algún ejercicio con beneficios, con un saldo positivo. En los últimos 37 años este hecho sólo se dio en 3, del 2005 al 2007. Los otros 34 años España siempre dio pérdidas. Más de 920.000 millones de euros, prácticamente el 100% del PIB actual.
De momento no se han visto movilizaciones poniendo el grito en el cielo exigiendo el fin de estas nefastas políticas económicas, ni la dimisión de unos gestores que en las últimas décadas han sido incapaces de sanear las cuentas de esta comunidad de vecinos que es España. Aun no he visto a nadie manifestándose para poner fin de esta orgía del gasto y frenar la sangría de pérdidas encadenadas.
Pero qué quieren que les diga, a mí la verdad no me tranquiliza vivir en un país incapaz de cuadrar sus cuentas y una sociedad que en vez de exigir cordura y contención en el gasto, no hace más que exigir nuevos derechos económicos que hacen inviable cualquier ajuste y cualquier posibilidad de corregir la situación.
Este camino suicida sólo es posible por una sociedad sedada, incapaz de comprender la gravedad de la situación y una clase política que oculta la realidad y que esconde las pérdidas bajo una montaña de deuda pública que es cubierta mediante la emisión y puesta en circulación -por parte de los bancos centrales- de monstruosas cantidades de dinero que surgen de la nada, por arte de magia. Una deuda que ya todos sabemos que jamás podrá ser saldada.
Quizás la clave de la cuestión es que en esta comunidad de propietarios no se perciben las derramas, pero ahí están, en modo impuestos, inflación y sobre todo de deuda. Deuda que es como una “patada a seguir”, hacer como que no pasa nada. Quizás también influya el uso generalizado de eufemismos, el hablar de déficit en vez de pérdidas, en enmascarar la realidad con palabras técnicas, porque no es lo mismo decir que España tuvo un déficit del 5% que decir que tuvo unas pérdidas del 5%.
En fin, en los próximos días oiremos hablar del déficit y de la sanción de la UE, culparán al Gobierno, pero no oirán a nadie hablar de reducción del gasto, sino de la urgencia de incrementar los ingresos fiscales y de relajar los objetivos del déficit. Es decir, de subir los impuestos y seguir aumentando la deuda, alimentando ese enduedicidio cuya burbuja acabará explotando. Aun no sabemos cuándo, pero el día que lo haga -que lo hará- nos parecerá pequeña la burbuja inmobiliaria.
JAVIER JOVÉ SANDOVAL (Valladolid, 1971) Licenciado en Derecho, Máster en Asesoría Jurídica de Empresas por el Instituto de Empresa y PDG por la Universidad Oberta de Cataluña, desde el año 2.000 desarrolla su carrera profesional en el sector socio sanitario. Es Socio Fundador del Club de los Viernes y miembro de la Junta Directiva del Círculo de Empresarios, Directivos y Profesionales de Asturias. Actualmente escribe en El Comercio y colabora habitualmente en Onda Cero Asturias y Gestiona Radio Asturias.
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