Colectivo
En la política española se habla demasiado del colectivo, de la ciudadanía, del círculo, de la asamblea y poco del individuo, todo ello protagonizado por personas que pretenden un teórico beneficio del colectivo, que relega al individuo y sus derechos a un segundo plano.
Recientes lecturas, me han hecho pensar sobre los graves problemas históricos evitables de la humanidad.
Me refiero a aquéllos que son causados por nosotros mismos y por las ansias de determinadas personas por imponer sus ideales sociales, relegando al individuo a una especie de ladrillo que conforme el muro de la colectividad.
Visión colectivista
Los grandes desastres humanitarios, aquéllos que han costado millones de vidas evitables, son en su gran mayoría consecuencia de una visión colectivista en el que el grupo se sitúa por encima del individuo cuya existencia vendrá determinada por las necesidades que el grupo tenga o por aquellas que los dirigentes del grupo crean que este tiene.
Así, una vez eliminado el individuo como centro de derechos y obligaciones, acaba siendo únicamente centro de obligaciones y privado de derechos, incluso los más básicos, como el derecho a la vida, si ello resulta en el teórico benéfico del grupo.
Este ha sido el camino seguido por los regímenes comunistas Ruso, Camboyano o Cubano, por mencionar los más conocidos, o por regímenes fascistas como los Alemanes o Italianos, en su base comunistas como reconociera el propio Hitler.
A el último caso de colestivismo animal, los islamistas radicales de ISIS, que en pos del objetivo colectivo, el ser humano pasa a ser, no ya prescindible, sino objeto de eliminación si no comparte el fin común fijado por su fanatico líder.
Anulado el individuo, todo es ya posible en beneficio de la colectividad, pero no de cualquiera, sino de aquella definida previamente por el carismático líder.
Anulado el individuo todo cabe, ya nadie estará seguro, pues la colectividad está sujeta a definición y ésta es variable, a diferencia del individuo.
Respecto al individuo
En términos generales, la población tiende a ser pacífica y a respetar a su vecino, y sólo la influencia de grupos minoritarios, partidarios siempre del colectivo frente al individuo, acaban ocasionado el genocidio, o quién hubiera dicho a los Alemanes de los años 30 de acabarían exterminando a millones de personas, que el pacífico pueblo Ruso anterior a 1917 fuera a ser el responsable del genocidio posterior o que los risueños y hospitalarios camboyanos acabarían reduciendo su población en una cuarta parte cegados muchos de ellos por el colectivismo maoísta de Pol Pot.
Sólo un sistema basado en el respeto al individuo, al ser humano como centro de derechos y obligaciones, por encima de cualquier colectivo, garantiza el respeto de aquél y finalmente el pacífico desarrollo de la propia comunidad que sustenta.
Este respeto al individuo está arraigado en la religión, no en vano el Cristianismo defiende que el ser humano, que no el colectivo, está hecho a imagen y semejanza de Dios, en el Derecho Natural, y es base del pensamiento Liberal que debería regir cualquier decisión política.
Conclusiones
No dejemos que nadie nos imponga los derechos del colectivo frente a nuestros derechos como individuos, en extraños experimentos sociales más propios de una universidad politizada que de una sociedad natural, pues en ese momento ya todo será posible.
Licenciado en Ciencias Económicas, Licenciado en Derecho, Postgrado en Finanzas por la Universidad de Wisconsin. Trabajó en Morgan Stanley, como director de empresas participadas de importante family office. Autor de publicaciones relacionadas con el mundo financiero. Actualmente es socio fundador y mayoritario de despacho de abogados con sedes en Asturias y Valladolid cuya especialidad son las reestructuraciones empresariales.
Deja una respuesta