Una vez más nos encontramos en la antesala de una nueva jornada electoral (y de nuevo hemos llegado a este punto por la absoluta irresponsabilidad de la izquierda española). Ante estos comicios uno de los principales argumentos de los progresistas para captar el voto del trabajador medio es el de que en esta última legislatura se ha “conseguido” subir el SMI hasta los 900 euros en 14 pagas. Es curioso cómo ha calado en la población el discurso de que subir el Salario Mínimo es positivo para los empleados mientras que, en realidad, los frutos de su ascenso no son otros que paro, pobreza y desigualdad y en las siguientes líneas pretendo demostrar el porqué de esta afirmación.
En primer lugar es necesario aclara por qué el salario mínimo no se establece en 2.000, 3.000 euros o en cualquier otra cantidad arbitraria, la razón es sencilla, y es que, cualquier empleado que por la naturaleza de su puesto de trabajo no produzca ese valor para la empresa será inmediatamente despedido ya que sería preferible para la compañía prescindir de sus servicios que pagarle un sueldo mayor del beneficio que genera. Por tanto, queda claro que la realidad es que los salarios no son algo que se pueda fijar por decreto.
Haciendo una cuenta sencilla el sueldo anual correspondiente a la base del nuevo salario mínimo se sitúa en 12.600 euros anuales, a lo que, como todos sabemos tenemos que añadirle la correspondiente cotización a la Seguridad Social que el Estado impone a nuestros empleadores, unos 3.800 euros anuales, obteniendo un total de 16.380 euros. Teniendo en cuenta el mes de vacaciones que le corresponde a cada empleado el coste laboral real aumenta prácticamente un 65% del valor inicial de esos 900 euros.
Así un trabajador que no genere unos ingresos superiores a más de 17.000 euros quedará automáticamente fuera del mercado laboral. Esta realidad es especialmente grave para los jóvenes que buscan incorporarse por primera vez al mercado laboral, esto sumado a que España es uno de los países con una tasa de desempleo juvenil más altas de Europa pone en valor la irresponsabilidad económica que la izquierda española asume subiendo el SMI.
Por otra parte escuchamos también por parte del centro-izquierda que un aumento del salario mínimo resta beneficios empresariales que de otro modo pasarían a manos de los propietarios con mayor nivel de renta. Toda una sorpresa que los progres carguen contra una y otra el empresario “malvado y opresor”. Y es que ante este argumento olvidan que en la mayoría de las ocasiones esos beneficios se reinvierten en la propia empresa (provocando mejoras laborales para los trabajadores) y que en multitud de ocasiones esos beneficios acaben yendo a accionistas de rentas medias o incluso bajas.
Podría pensarse que carecer de SMI conlleva inexorablemente a que los trabajadores estarían abocados a recibir unos sueldos irrisorios, pero todo lo contrario, la realidad es completamente diferente ya que el nivel salarial se vincula a la productividad. De hecho los países de la UE que carecen de SMI tienen unos costes laborales por hora mayores a la media (Noruega, Dinamarca, Suiza, Finlandia…).
Así pues, el propio Banco de España ya alertaba de los riesgos de la subida propuesta por Podemos-PSOE allá por Noviembre de 2018 y es que en palabras del gobernador del Banco de España: «Su impacto [del SMI] sobre la probabilidad de perder el empleo resulta significativo en el caso de determinados colectivos, como los más jóvenes y los de mayor edad con menor formación, que muestran un nivel de productividad menor que el promedio. El nivel del SMI y sus incrementos anuales deberían diseñarse teniendo en cuenta la productividad de los trabajadores afectados y su grado de empleabilidad si se quieren evitar efectos no deseados, en forma de pérdida de empleo y aumento de la desigualdad».
Queda por tanto claro que el exceso de burocracia y de rigidez en el mercado afecta de forma nefasta al empleo y que los empleados no deben sus salarios ni a la legislación ni a los convenios, sino que esos sueldos son generados gracias a su productividad. Los trabajadores y empresarios han de poder pactar libremente sus condiciones laborales sin tener que depender de legislaciones o convenios.
Residente en La Coruña desde hace 6 años, ciudad a la que vine para cursar mis estudios de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, los cuales estoy a punto de terminar. Alterno mis estudios con diversas actividades tanto políticas como sociales, ya que me considero un firme defensor de la sociedad civil en la que todos trabajemos para lograr el bien común.
Me alegra que en España ya exista un partido que defiende a los buenos españoles, me refiero a VOX.
Un apunte: Suiza y Noruega no forman parte de la Unión Europea.