Si los Planes Energéticos Nacionales se justificaron en la época de la autarquía franquista en base a la falta de capitales y la carencia de mercados globales de productos e infraestructuras energéticas, la fiebre planificadora de la ministra del ramo (antes de Energía y ahora de Transición Ecológica y Reto Demográfico) se auto justifica en el nuevo dogma que la ideología progre ha puesto de moda en todo el mundo bajo el lema de emergencia climática (antes cambio climático y previamente calentamiento global).
España se apresuró a acoger la reunión anual de los oficiantes de la nueva religión en Madrid el pasado diciembre (la COP 25), con la ministra Teresa Ribera ejerciendo de anfitriona y consolidando así una carrera vinculada a la nueva fe desde 2004, cuando fue nombrada Directora General de la Oficina Española para el Cambio Climático por el entonces Presidente Zapatero.
El pecado original del nuevo credo es la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero, o simplificando en el más abundante de los mismos y objeto de la persecución de los nuevos inquisidores, la emisión de CO2. Los herejes se comenzaron a identificar con el protocolo de Kioto, en el ya lejano 2005, que no fue ratificado por muchos países heréticos, básicamente por ser irrealizable.
España abrazó con efusión la nueva fe en la época de Zapatero. Con la señora Ribera ascendida a Secretaria de Estado de Cambio Climático en 2008, se desarrolló una fuerte expansión de las energías renovables con unas retribuciones muy por encima de lo que remuneraba el mercado a las energías convencionales, dando lugar a un encarecimiento de la energía eléctrica y al llamado déficit de tarifa. Los ingresos del sistema eléctrico eran inferiores a los pagos a los diferentes agentes, en gran medida debido a las primas a la generación renovable. El propio Presidente Zapatero reconoció no hace mucho que se generó un déficit de unos 30.000 millones de euros, cuyo principal e intereses estaremos pagando en la factura eléctrica hasta el año 2028. El ritmo de crecimiento del déficit obligó al gobierno de Rajoy a reducir la retribución a las renovables mediante un Decreto Ley de 2013, lo que ha originado numerosos litigios contra España en tribunales internacionales.
¿Se ha aprendido la lección ? Me temo que no. El intervencionismo político en el sistema eléctrico marcha viento en popa a la luz de lo que dice el PNIEC. La fatal arrogancia ecologista ya no impulsa un Plan a 5 años e indicativo, como hacían anteriores planificadores, sino a 10 años y dogmático. España es uno de los países de la UE que menos CO2 emite por habitante y año (7,7 toneladas habit./año, frente a 12 de Holanda, 10 de Bélgica, 11 de Alemania, 10 de Finlandia…) y este argumento de menores emisiones per cápita es el que utilizan otros países, como China e India, para permitirse seguir aumentando sus emisiones de CO2 hasta el año 2035. El PNIEC, lejos de apreciar este argumento, impone la reducción por la vía más intervencionista: el cierre forzado de todas las centrales de carbón. Todo ello con un absoluto desprecio de posibles medidas de mercado como la subida del precio de los derechos de emisión de CO2, que hace que las centrales de carbón ya funcionen de forma marginal (generaron sólo el 5% de la energía eléctrica en 2019), tendencia que irá en aumento en el futuro, puesto que el mercado de derechos de emisión es un mercado ficticio en manos de los burócratas del nuevo credo.
Pero donde resplandece la arrogancia ecologista del ministerio es en el cierre, también forzado, del parque nuclear español (7 reactores y 21% de la energía eléctrica en 2019) prevista para el año 2035. Las centrales nucleares no emiten CO2, así que toda la base argumental del PNIEC se tambalea. Para justificar la medida se acude a argumentar que generan residuos radiactivos, sin mencionar que se vienen almacenando en nuestro país, sin incidente alguno, desde hace más de 50 años , en claro contraste con los accidentes en almacenes de residuos industriales peligrosos ( Aznalcóllar, Zaldibar….). Los costes futuros de la electricidad no tienen mucho peso en el PNIEC; los planificadores todavía no han desvelado cómo van a retribuir a las nuevas energías renovables pero es un hecho que las centrales nucleares abaratan los precios del mercado eléctrico ya que ofertan a precio mínimo. Parece pues probable que estemos frente a una nueva subida de precios. Como contraste, los Estados Unidos tiene todo su parque nuclear ( 96 reactores) con una vida autorizada de 60 años, es un país que viene reduciendo las emisiones de CO2 desde el año 2000 y en el que la energía es bastante más barata que en España. Los precios del mercado lo marcarán las centrales de gas natural, lo que, junto con la intermitencia de las renovables, someterá al mercado eléctrico a mucha mayor volatilidad.
Una característica técnica imprescindible en una red eléctrica moderna es la estabilidad y fortaleza frente a incidentes puntuales, que ha sido proporcionada históricamente por las grandes centrales eléctricas con sus generadores síncronos y por la integración de las redes internacionales. El PNIEC, al eliminar gran parte de estas grandes centrales, pierde mucho de esta característica ya que los generadores renovables no proporcionan inercia a la red.
En resumen, el PNIEC apuesta de forma dogmática por una senda de incertidumbre técnica y volatilidad en lo económico. El PNIEC es muy parco en cuanto a previsiones de coste de la electricidad, pero dados los antecedentes de los máximos responsables es de esperar su encarecimiento. Las compensaciones que se anuncian para las zonas y sectores perjudicados, así como para los consumidores de bajo poder adquisitivo, con el eufemismo de transición justa, parecen corroborarlo.
Socio fundador del CdV e Ingeniero Industrial de profesión, actualmente jubilado. Mi actividad profesional se ha desarrollado en varias empresas, siempre en el sector eléctrico. Conozco bien todos los temas de la generación eléctrica y dentro de las tecnologías especialmente la nuclear, ya que hasta 2016 fuí Director Nuclear del Grupo Naturgy. Entre las muchas actividades que realicé en ese campo, deseo destacar que fui el responsable de la puesta en marcha de la nuclear de Trillo (última central nuclear que se construyó en España) y de la parada programada y pre-desmantelamiento de la de Zorita (primera central nuclear que se construyó en España), cuyo deslamtelamiento finalizará previsiblemente este año.
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