Muchas cosas han pasado desde que se publicó en esta página mi artículo «Errores y horrores de las políticas económicas en Venezuela (I)», por lo que me veo en la necesidad de redactar la segunda parte y dar a conocer las barbaridades a las que se puede llegar en un régimen de este tipo.
Como mencioné en mi artículo anterior, el Banco Central de Venezuela (BCV) no emitió ninguna cifra oficial en el año 2015, sin embargo, en febrero de este año publicó la total del 2015, un 180,9% (cifra tan maquillada como un payaso de feria).
En enero de este año el presidente Nicolás Maduro decidió cambiar su gabinete de Ministros, entre ellos, por supuesto, el de economía. Esto parecía un intento para combatir las malas medidas económicas impuestas anteriormente y la inflación.
El nuevo ministro de economía, Luis Salas, el que tenía en sus manos la posibilidad de rectificar tantos años de desastres económicos, tan solo duró un mes. «La inflación no existe en la vida real» y «el control de precios es necesario» son solo un par de sus frases más alarmantes. ¿Cómo es posible que para combatir la inflación sea puesto en el cargo un individuo que no cree en esto? ¿Quién fue el «genio» que lo puso en el cargo? Sea como sea, actualmente se encuentra en el cargo Miguel Pérez Abad, del que si bien no se puede esperar nada bueno, confiamos en que crea en la inflación, porque ahí está, agravándose.
En el mes de febrero el BCV anunció que en el transcurso de este año 2016 se emitirán dos nuevos billetes de mayor denominación, de 500 y 1000. Esta es la respuesta de este ente que sin duda alguna tiene como función complacer al gobierno. Dejo como dato curioso que, según varios economistas, los billetes de 2, 5, 10 y 20 bolívares fuertes ya no son tan «fuertes», debido a que es mayor el coste de la tinta y el papel en el que están impresos que la moneda misma.
Me gustaría dejar claro lo que ya se sabe, la crisis por la que atraviesa Venezuela no es solo económica y cada vez son más comunes las locuras por parte de representantes del gobierno. Si a la salud nos referimos, es deprimente escuchar a la Ministra de Salud, Luisana Melo, justificar que la escasez de pasta dental se debe a que «la gente se lava los dientes tres veces al día», culpando así al «capitalismo salvaje». Otro caso es la de la Ministra de Agricultura Urbana (sí, ese Ministerio existe), Lorena Freitez, la cual instó a que, para combatir la escasez de alimentos, se criaran gallinas y peces en los apartamentos, o incluso sembrar en neumáticos.
Es innegable que, si el caso de Venezuela ha servido para algo, es para demostrar como la implantación de un sistema socialista/comunista solo puede traer como consecuencias el despojo de las libertades y hasta un notable retroceso en la sociedad. A ningún ser pensante le puede parecer beneficioso un gobierno que imponga un precio para vender o comprar, o cuantos bienes puede adquirir cada individuo, o que inclusive asigne un día a la semana para poder ir al mercado. Un país que tiene todos los recursos para ser rico y posee la inflación más alta del mundo y que sus habitantes tengan que hacer absurdas colas para conseguir algo de alimento o mueran por la escasez de medicamentos no tiene nombre… o sí. Comunismo. Y por favor, no le mencionen a cualquier representante del gobierno sobre esto, porque culparán a la «guerra económica», al «imperialismo» o a la «extrema derecha fascista». Tras 17 años del chavismo ellos siguen sin ser los culpables.
Estudiante de Administración de Empresas y Marketing en CEU Cardenal Herrera, ubicado en Valencia.