Quienes exigen ahora la oficialidad del bable parecen ignorar que las lenguas –los dialectos en este caso- no son más que meros instrumentos de comunicación. Herramientas que facilitan el entendimiento entre las personas. Y es obvio que en Asturias no hay ningún problema de comunicación ni ninguna dificultad para entendernos los unos con los otros. Por lo tanto, cuando se habla de la oficialidad del bable no se está hablando del bable en cuanto a idioma, sino en cuanto a otra cosa.
Se habla del bable en sentido subjetivo, de reivindicación de algo, de sentimientos o -para que todos nos entendamos- estamos hablando de política y de hacer uso partidista y político de algo que, en esencia, carece tales connotaciones por ser algo meramente instrumental. Por lo tanto, estamos hablando de pervertir la lengua y ponerla al servicio de un proyecto político.Los que defienden la oficialidad del bable parecen confundir las libertades con los derechos. Y aunque para muchos la libertad y derechos vayan de la mano o crean que son el reverso de la misma moneda, lo cierto es que no hay mayor amenaza a la libertad que los derechos. La libertad es algo inherente a las personas, algo que se predica respecto de uno mismo y que no genera imposiciones a terceros.
Sin embargo, los derechos lo son frente a alguien, son exigibles y por lo tanto, todo derecho conlleva una restricción a la libertad de los demás. Precisamente por ello se ha de ser sumamente cuidadosos con los derechos que se conceden u otorgan graciosamente, ya que no son más que limitaciones a la libertad de los demás. No hay mejor camino y más sibilino para erradicar la libertad que mediante la concesión de nuevos derechos.
En Asturias existe total y absoluta libertad para hablar en bable y en cualquier otra lengua, real o inventada. A nadie se le persigue ni se le sanciona por hablar en la lengua que le venga en gana. Hoy en día, todos somos libres de hablar en bable. Pero eso es una cosa y otra es querer exigir que me hablen o me atiendan en bable. Eso ya es otra cosa, eso es precisamente lo que nos quieren imponer. No estamos hablando aquí de la libertad de hablar en bable, sino del derecho de unos pocos extravagantes a imponer a la Administración y a los contribuyentes que financiemos el coste de su preferencia o antojo de poder dirigirse y ser atendido en bable, exigencia que no obedece a ninguna necesidad o carencia comunicativa, sino a una preferencia subjetiva y caprichosa.
Si hay quienes quieren hablar en bable, adelante, que lo hagan. Que quieren crear sus asociaciones, su prensa, sus radios, perfecto. Pero no es eso lo que quieren, eso ya lo tienen. Lo que quieren es utilizar el bable con arma política arrojadiza, crear asturianos buenos y asturianos malos. Crear bandos, blindarse plazas en la Administración, acceder a subvenciones, dividir a la sociedad, crear muros de comunicación donde ahora no los hay. Ya lo hemos visto en el resto de España, hemos visto sus tácticas y sus desastrosos resultados.
Es curioso que los mismos que hablan del derecho a hablar en bable no les reconocen a las demás familias la libertad para no escogerlo como asignatura optativa. También son los mismos que no permiten a las familias elegir libremente el modelo educativo que quieren para sus hijos. El rodillo bablista está en marcha y para ellos su derecho está por encima de tu libertad.
Quieren engañarnos y dicen que la oficialidad no implica obligatoriedad: falso. La oficialidad por definición implica el derecho a exigir su uso y por lo tanto impone obligaciones a terceros y restringe nuestra libertad. No hay derechos sin obligaciones, no caigamos en su trampa. No permitamos que Asturias se convierta en una nueva Cataluña, Galicia, Baleares, etc. Digamos NO con contundencia a la oficialidad, el futuro de nuestros hijos está en juego.
JAVIER JOVÉ SANDOVAL (Valladolid, 1971) Licenciado en Derecho, Máster en Asesoría Jurídica de Empresas por el Instituto de Empresa y PDG por la Universidad Oberta de Cataluña, desde el año 2.000 desarrolla su carrera profesional en el sector socio sanitario. Es Socio Fundador del Club de los Viernes y miembro de la Junta Directiva del Círculo de Empresarios, Directivos y Profesionales de Asturias. Actualmente escribe en El Comercio y colabora habitualmente en Onda Cero Asturias y Gestiona Radio Asturias.