El territorio español
La organización política de nuestro Estado no es más que la superposición de las distintas soluciones históricas que se han venido dando para administrar el territorio español.
La primera de las que se ven reflejadas en nuestra actual organización son las provincias gobernadas por las diputaciones, que tal como las conocemos hoy, fueron ideadas por Javier de Burgos en 1833, y, a excepción de alguna modificación, dicha división sigue observándose hoy en día.
Esta división fue la respuesta centralista y autoritaria que el entonces rey Fernando VII pretendía dar tras las revoluciones liberales de 1830.
La constitución Española del 78
En una época más reciente, tras la Constitución Española del 78 se creaba la figura de las Comunidades Autónomas, un ente de jerarquía inferior al Estado, regulado por un Estatuto, que venía a representar las ansias de autogobierno de algunas partes de nuestra nación, superponiéndose este al antiguo sistema centralista de las diputaciones, dando desde entonces un sinfín de pleitos de competencias y a la creación del problema de hipertrofia que sufren nuestras administraciones hoy en día.
Cabe decir que este sistema además no era justo con todos los territorios de la flamante España democrática, ya que la Constitución ampara dos vías para conseguir el autogobierno, el camino rápido de las llamadas Comunidades Históricas y el camino lento del resto de regiones.
Esto llevó a la materialización de algunas desigualdades en los territorios que conforman el Reino de España, algo, desde mi punto de vista anclado en privilegios medievales de poca actualidad y en una injusticia que trataba de callar y de sumar al nuevo régimen que nacía aquellos que desde las periferias eran más críticos y trataban con más dureza a la flamante monarquía parlamentaria.
Las Comunidades Autónomas
Realizando una reflexión más profunda sobre las Comunidades Autónomas, éstas, además de haberse convertido en feudos de los partidos que históricamente las gobiernan, no son más que el intento de camuflar una realidad.
Para no ofender a nadie, llamamos comunidad autónoma a una región que se autogobierna, es decir, en la práctica un Estado con todos sus órganos de gobierno y poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y además de eso en vez de decir que este estado camuflado tiene una constitución, decimos que está regulado por un Estatuto de Autonomía al que damos rango de Ley Orgánica.
Esto, además de acallar a los más centralistas, también da otra ventaja, al no ser estado, se deja en el aire las competencias que este pudiese tener, pudiendo el Gobierno central dar o quitar dependiendo del territorio, lo que con el tiempo ha llevado a que, debido a la incapacidad real de autogobernarse, hayan surgido disputas y desavenencias entre las regiones autónomas.
El federalismo según Johannes Althusius
Johannes Althusius es un filósofo alemán, padre del federalismo.
Este señor defendía que las comunidades humanas, desde las familias a las entidades públicas, son formaciones autónomas que cobran vida gracias a un contrato social, a esto lo llamaba el consociacionismo, o consorcio, un pacto en el que las personas, en igualdad de condiciones pudiesen ser felices al compartir bienes y servicios y respetar mutuamente sus derechos.
El derecho al autogobierno no está reñido con la solidaridad de los pueblos.
Un derecho al autogobierno bien entendido es aquel que respeta tanto la singularidad de dichas comunidades humanas como la solidaridad y la confianza recíproca que debe marcar las relaciones con el resto de comunidades humanas con las que interactúe y con las que les una relación de índole cultural, histórica, legal o política.
El Derecho es anterior al Estado
Aquellos que nos dedicamos al estudio de Leyes, sabemos que las Leyes no son más que la institucionalización de los usos y costumbres que se dan en una comunidad humana para regular las relaciones públicas entre los individuos que la integran y que van tomando forma con el transcurso de las generaciones y acaban siendo un ordenamiento jurídico.
El Derecho por tanto es anterior al Estado, y éste último emana del primero.
Cuando se intenta que sea al revés, que del Estado emane la forma de entender las relaciones sociales se provocan situaciones como la que tenemos hoy en día, ya que durante este proceso en el que no se consulta a todas las partes de la comunidad humana a la que se pretende dar forma estatal, hay partes que no están conformes con el resultado.
Hay que dejar que sea el proceso histórico y la propia naturaleza de los pueblos la que decida la forma en que deben de gobernarse.
El sistema actual
El sistema actual es hipertrófico, injusto e inoperante.
Si el mundo demanda instituciones modernas, debemos avanzar hacia la construcción de una empresa común donde cada parte aporte lo mejor de sí, y donde no se utilicen las diferencias para separar, sino más bien para enriquecer al conjunto.
Andrés Urbano Medina, (Marbella, Málaga,1997), es estudiante de Relaciones Laborales y Recursos Humanos y de Administración y Dirección de Empresas. Filósofo amateur y autodidacta, su pensador favorito es Friedrich Hayek.
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