El casco urbano de las ciudad ha ido aumentando de tamaño proporcional al incremento de habitantes
residentes. La emigración del campo a la ciudad, conforme la industralización, fueron creando miles de
viviendas en zonas cercanas… pongamos que hablo de Madrid.
Aquellos pueblos del extrarradio, incluidas algunas zonas con casas maltrechas, para personas recién
llegadas a la ciudad como mano de obra en algunas construcciones, fábricas y puestos de servicios, son en
la actualidad barrios asentados de la ciudad. Incluso se conservan las bellas iglesias parroquiales de
aquella época. ¿Han visitado Vicálvaro o Vallecas, por ejemplo? La iluminación artificial durante la
noche, con el cielo estrellado de fondo, rememora más de una bonita escena digna de un buen cuadro.
Los barrios se dotan de todos los servicios: colegios, institutos, centros de salud, polideportivos y centros
comerciales donde los residentes puedan llevar a cabo la vida diaria con sus familias. Es en las grandes
ciudades donde el transporte colectivo supone un gran medio de comunicación con el resto de puntos de
la capital. Si en algo destaca la capital de España sobre el resto de ciudades es el Metro. Un transporte
casi centenario, cuyas instalaciones y vías de comunicación se renuevan con frecuencia, llegando más allá
del casco urbano de la ciudad.
Algunos ciudadanos vemos limitado su uso para nuestros desplazamientos diarios. Las 24 horas del día
suelen ser escasas para realizar las labores de obligado cumplimiento. Levantarse por la mañana, llevar a
los niños al colegio o instituto, por ejemplo. Nuestro sistema educativo es algo peculiar. Por ejemplo, si
los niños tienen necesidades educativas especiales han de acudir a colegios e institutos no siempre
cercanos a su domicilio. Es más, dado que el domicilio familiar se encuentra en diferente barrio, cuando
optan por un centro educativo carecen de puntuación competitiva para obtener plaza. En cambio, si
vinieran allende de las fronteras y mares, obtendrían múltiples ayudas.
Las necesidades de movilidad supone la adquisición de un vehículo a motor. La tecnología avanzan
mucho en determinados sectores. Sin embargo, el poder adquisitivo de la clase media española tiene un
acceso limitado a determinados medios mecánicos por el coste de sus productos.
El mercado automovilístico es maravilloso. Carrozados, motores, diseños en el interior, junto con la
aplicación de los avances de conectividad atrae a todos los públicos. Pero no siempre podemos estar a la
última en dicho sector, como en el resto: unos pocos pueden coger un avión a coste del erario público para
acudir a visitar una ciudad, ver un concierto y volver a casa; es más, su esposa puede continuar en la
siguiente jornada disfrutando de la música, en tanto que el marido ha de regresar a la casa prestada y
ocupada por razón del cargo.
La circulación de automóviles por las ciudades conllevan un impuesto anual a los propietarios. Por
razones de “movilidad” se instalaron en poblaciones el sistema de Ordenanza Reguladora de
Aparcamiento -ORA-. Los conductores, dependiendo del lugar de aparcamiento, debemos de pagar una
cuota por estacionar un tiempo medido. Estas zonas son vigiladas por personal que recorren a pie, coche o
moto para observar el cumplimiento de la medida y sancionar las infracciones correspondientes. Si
analizamos la legalidad o no de una medida, simplificando mucho, podríamos afirmar que el límite es el pago del impuesto correspondiente; y, parafraseando a una película, “los impuestos nunca son
suficientes”.
Se da el caso de la contaminación ambiental. Ahora, tras años de estudio, han puesto el objetivo en los
vehículos cuyo combustible es el gasoil fabricados antes de 2006. La clase política de nuestro país ha
alcanzado un nivel en el cual ya sólo puede ir a mejor. ¿Quién no desea poder comprar un turismo cada
año? Adquirir un turismo y acabar de pagar puede rondar los cinco años. A esto habría que sumar otros
tantos para comenzar a ahorrar para sustituir al mismo. Esos dirigentes suelen viajar en vehículo oficial,
cuando no en transporte público subvencionado. El ejemplo a seguir de la alcaldesa Manuela Carmena fue
sorprendente: el primer día que escogió el Metro para ir al ayuntamiento se equivocó de línea y parada. El
segundo ya fue en coche oficial, por si acaso.
Los entendidos echan la culpa a dichos turismos como los responsables de los periodos de alta
contaminación en la ciudad. ¿Cuándo ocurren esos episodios? En términos estadísticos, materia que tanto
aman, suelen suceder coincidiendo con época de consumo de calefacción en los edificios y momentos
contrarios en meteorología. ¡Vaya por Dios!
Esa clase política -tan chachi- se pueden permitir residir en viviendas unifamiliares de gran tamaño, en
exquisitas zonas de la ciudad, mientras el común de los ciudadanos residimos en edificios. Algunos no
“podemos” cambiar de piso de acuerdo a las necesidades de la familia para acudir a un colegio a 60
kilómetros, sumando 2.000 metros de parcela de uso individual.
La economía se suele dañar por decisiones tan catastróficas para algunos hogares. Sí, somos una parte de
los que dañan el medio ambiente porque necesitamos un vehículo para viajar 300 kilómetros al norte y
500 al sur para ver a la familia. En algunas épocas del año intentamos ir a la costa, invirtiendo el menor
coste del combustible en el mayor número de kilómetros. Hacemos malabares en la economía con la
comida y gastos escolares, así como el día a día de este país donde los impuestos florecen con mayor
virulencia que las plantas en primavera. Pagamos por comprar un coche, matricular y circular con él por
las calles, si bien se está limitando esa posibilidad, mientras no se reduce el importe municipal.
Híbrido, de combustibles alternativos y eléctrico son las posibilidades que se ofrecen en la actualidad. El
precio es excesivo en algunos casos, la tecnología aún no está desarrollada y ahorrar para cambiar de
coche en tan breve espacio de tiempo es, cuando menos, milagroso. No todos somos políticos…
Valladolid 1970, ha sido Guardia Civil con diversos destinos, entre ellos en el Estado Mayor del Ejército de Tierra (EME). Fue retirado del Servicio Activo debido a las secuelas sufridas en el atentado terrorista del día 11 de marzo de 2004 en el tren de cercanías de Santa Eugenia (Madrid). Ha publicado tres novelas de temática negra y policiaca: “Alfil blanco, peón negro”, “Senda de lealtad” y “Coser y cantar”.
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