Es evidente que el FICX es política, y se constata porque es el asunto que ha supuesto la primera gran diferencia entre el FORO más a la izquierda conocido y el bloque de izquierdas liderado por la pugna constante entre XSP y PSOE.
Este primer choque político entre la izquierda, en la que incluyo a FORO, se saldará con un nuevo gerente para el festival de 2017. Resulta grotesco que la reciente vida política gijonesa, sólo haya dado una discrepancia relevante entre FORO y la Izquierda consistorial, en relación al nombramiento del director del hipersubvencionado festival, pero no en relación a los presupuestos, el PGOU, cambios de nombres de calles u otras decisiones de más calado para la ciudad.
El Ayuntamiento, o sea usted querido lector, que no la alcaldesa, ha aportado al Festival Internacional de Cine de Gijón, la nada despreciable cantidad de 724.154€ en 2015. Si dividiéramos esta cifra entre los 73.000 afiliados a la seguridad social censados en nuestra ciudad, sale por cotizante gijonés a 10€, lo que supone que paga usted, sin ir al festival, 8,6€ más que uno de los 76.000 espectadores que aportaron solamente 107.000€ de recaudación, esto es, 1,4€ de media por entrada.
La inanición del FICX lo constata el hecho de que quien no va paga más que el que asiste, o que las aportaciones de financiadores privados se han reducido drásticamente.
Tratan de venderle que el desfase del festival fueron 266.000€, pero eso es sólo la diferencia entre lo realmente gastado, 1.166.000€ y el presupuesto inicial. El desfase real son 724.154€, que es el dinero público total invertido, sin cuya aportación no existiría, y que coincide con lo que los consumidores no quieren gastarse en el festival.
Nos cuentan que el FICX ha conseguido su mejor resultado de la historia en 2015, pero podría mejorarse si nuestra Alcaldesa regalara las entradas que aun no se regalan, total suponen menos del 10% del coste del festival y siempre habrá políticos receptivos a inyectarle más dinero público para presumir de número de asistentes.
La cultura subvencionada no es cultura, es política, porque sin la subvención percibida, probablemente usted no asistiría al acto cultural que recibe la ayuda y por lo tanto, está usted haciendo lo que quiere el político.
La cultura es mercado, es intercambio entre artista e individuo, no está pensado el arte para el disfrute colectivo, sino para el disfrute personal. Una representación artística, un libro o un cuadro lo goza, lo consume cada uno de nosotros de forma individual, no nuestra asociación de vecinos, no lo disfruta la asociación de amigos del pan de escanda, la disfruta o no cada uno de los miembros de la asociación.
La subvención, corrompe la cultura, como lo hace la política con casi todo, pues castiga al artista que no accede a ella, y son mayoría los autores que se vean perjudicados por la competencia desleal de aquellos con mayor facilidad para acceder a las ayudas públicas, convirtiendo al creador de cultura en un caza rentas para el que la habilidad y cercanía al político resultan más provechosos que su capacidad artística.
Es arte aquél en el que el consumidor está dispuesto a satisfacer al artista lo que este solicita por su obra. Con la ruptura de esta regla por la vía de la subvención, ya no es usted y el artista quienes deciden libremente, sino que un burócrata determinará que artistas tienen más posibilidades de vender su producto y quienes menos, con lo que será el político, y no los verdaderos interesados en el arte, el que decida lo que llegará a usted.
La cultura con mayúsculas, no requiere de subvención, los grandes conciertos, los mejores festivales de música y en general los productos de la cultura que tienen una demanda real por parte de todos nosotros, no necesitan de subvención.
La subvención deprecia el arte, su mantenimiento como estrategia política de dirigismo cultural, agudiza la actual filosofía de consumo gratuito, obligando a los autores no agraciados por el favor político a reducir el precio de su obra para poder competir con los hábiles caza rentas artísticos, agravando la difícil situación de muchos de ellos para seguir subsistiendo como creadores.
El capricho del político subvenciona ópera, zarzuela, festivales de cine o música, procesiones de clítoris gigantes, cocción de crucifijos, títeres apuñalando jueces, o lo que sea. No hay constatación alguna de que la calidad de la cultura esté vinculada a la subvención, más bien todo lo contario.
La subvención es política, el FICX sobrevive sólo gracias a la subvención, ergo el FICX es política, como todo el arte subvencionado.
Licenciado en Ciencias Económicas, Licenciado en Derecho, Postgrado en Finanzas por la Universidad de Wisconsin. Trabajó en Morgan Stanley, como director de empresas participadas de importante family office. Autor de publicaciones relacionadas con el mundo financiero. Actualmente es socio fundador y mayoritario de despacho de abogados con sedes en Asturias y Valladolid cuya especialidad son las reestructuraciones empresariales.