Es curioso como en las últimas décadas ha calado en la sociedad española la idea de que el ejemplo a seguir para nuestro país es el estilo de vida de los países nórdicos, dejando siempre de lado naciones mucho más prosperas económicamente hablando como son Singapur, Nueva Zelanda, Chile o Hong Kong.
El caso de esta última región es especialmente significativo, a mediados del siglo XIX apenas vivían en Hong Kong unas 2.500 personas, en su mayoría pescadores. Las deficientes comunicaciones que existían en aquella época entre la Gran Bretaña europea y Asia hacia que existiese un gobierno prácticamente autónomo en la región.
En la segunda mitad del siglo XX Hong Kong abrazo fuertemente el capitalismo y pasó de poco más de un millón de habitantes en 1950 a 7,5 millones en 2010. ¿Cómo es posible que un territorio rodeado del comunismo de la República Popular de China haya experimentado este crecimiento tan espectacular? La respuesta es sencilla: Apostando por los impuestos bajos y por la libertad económica.
Una empresa que decida establecerse en esta región asiática no paga impuestos sobre los ingresos obtenidos en el extranjero, ni siquiera sobre los incrementos de capital. Sea cual sea la empresa el impuesto de sociedades es único y asciende a un 16,5%, es más en Hong Kong ni siquiera existe el IVA. Otra de las ventajas que nos ofrece este paraíso fiscal es que el capital de una empresa puede ser 100% extranjero (esto no ocurre en muchos países de su entorno).Para el impuesto sobre la renta de las personas se ofrecen unas tarifas escalonadas que van desde el 2% hasta el 17% como máximo.
Todas estas ventajas económicas se han complementado con un gobierno que ha participado pasivamente en la economía local ya que se considera que el mercado debe sostenerse por sí solo. Tanto es así que el magnífico Milton Friedman llego a declarar que Hong Kong es el mayor ejemplo de laissez faire en el mundo.
Los índices de libertad económica no son ajenos a todas estas políticas adoptadas por el gobierno de Hong Kong y es que durante los últimos 25 años la región ha encabezado el índice de libertad creado por el Wall Street Journal y la Fundacion Heritage allá por 1995 basándose en el prodigioso Adam Smith. Cabe destacar que en ese mismo índice en el que se destaca la baja intromisión del estado en nuestra economía España ocupa un paupérrimo puesto número 69 a 2017 por detrás de países como Ruanda, Kosovo o Dominica. Es fácil adivinar el por qué nuestro país ocupa unos puestos tan deplorables en estos rankings y es que el gasto público del gobierno, el aumento de la deuda nacional y una burocracia totalmente desproporcionada hace que España sea un país poco atractivo liberalmente hablando.
Siguiendo con el análisis de los rankings de libertad económica en el mundo es necesario destacar como los dos primeros países (Singapur y Hong Kong) son dos entidades carentes de democracia, lo que nos lleva a hacernos la siguiente pregunta: ¿Es incompatible la democracia y la libertad económica? La respuesta nos la encontramos acudiendo a los puestos más bajos de la lista en la que nos encontramos, por este orden, a Cuba, Venezuela y a Corea del Norte (si amigos, esa Venezuela a la que algunos políticos (o más bien “despoliticos”) de nuestro Estado quieren que nos parezcamos social y económicamente) y es que se observa como lógicamente los totalitarismos comunistas son totalmente contrarios a la libertad de sus ciudadanos. Se hace plausible que cualquier forma de gobierno podrá alcanzar una libertad económica satisfactoria para sus ciudadanos tanto en cuanto más se aleje de políticas izquierdistas y totalitarias. Esta dicotomía entre izquierda y progreso se observa claramente en países vecinos como son Chile y Argentina el primero de ellos se sitúa entre los 10 primeros en cuanto a libertad económica y oportunidades para emprender, mientras que para encontrar a una Argentina asolada por el Kirchnerismo tenemos que bajar hasta el puesto 156. Y es que se hace plausible la correlación que existe entre libertad económica y los indicadores de calidad de vida y felicidad de las personas.
Es por tanto necesario que nuestra nación, en busca de la prosperidad, alce la cabeza hacia el sudeste asiático, hacia el progreso económico, hacia la libertad que solamente puede alcanzarse a través de bajadas de impuestos y la no intervención del Estado en el mercado.
Residente en La Coruña desde hace 6 años, ciudad a la que vine para cursar mis estudios de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, los cuales estoy a punto de terminar. Alterno mis estudios con diversas actividades tanto políticas como sociales, ya que me considero un firme defensor de la sociedad civil en la que todos trabajemos para lograr el bien común.
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