La izquierda nos toma por tontos
La RAE define “nacionalizar” como: hacer que pasen a depender del Gobierno de la nación propiedades industriales o servicios explotados por los particulares. El personaje por todos conocido como Íñigo Errejón empleó el siguiente vocabulario en un programa de La Tuerka en 2013 para definir esta palabra: democratizar el poder real para poner la riqueza al servicio de los intereses del pueblo.
Esta maravillosa forma de darle la vuelta a las cosas utilizando el lenguaje de forma retorcida es algo en lo que la izquierda nacional e internacional lleva años siendo experta. Por ello, en este artículo pretendo analizar algunos de los más increíbles engaños a los que la izquierda ha sometido y somete a los ciudadanos.
Austeridad
Juan Carlos Monedero se relamía en la época de crisis con la posibilidad de que España no pagara la deuda que tenía con acreedores o según él, con una dictadura financiera. La típica dictadura que tiene la mala costumbre de reclamarte lo que te ha prestado. La austeridad mata, decía. ¿Pero, hubo realmente austeridad?
El gasto público alcanzó su cénit en 2012 con un monto total de medio billón de euros, es decir, 500 mil millones. Entonces el déficit público era de más del 10%. En 2014 se redujo el gasto a 465.000 euros y aún así el déficit era del 5’97%. La izquierda se llevaba las manos a la cabeza hablando de austeridad cuando apenas 8 años antes, en 2006, el gasto público era de 385 mil millones de euros. Eso sí, en España había un superávit del 2%.
Hablaban de una situación de austeridad a pesar de que en 2014 se gastaban 85 mil millones más que en 2006, en plena burbuja inmobiliaria. Daba igual que ese aumento del gasto se hubiera producido con deuda, con dinero que los políticos se traían del futuro y que no sabían si íbamos a poder pagarlo. De hecho, a punto estuvo el país de entrar en bancarrota. La izquierda quería más y más gasto. Daba igual que no se produjera riqueza. La única explicación que le encuentro a esto es que pensaban que el dinero crecía de los árboles o que querían privilegios para una pequeña parte de la población a costa de otros.
Desigualdad y pobreza
Pablo Iglesias ha dicho en alguna ocasión que la desigualdad es lo que rompe a un país y que el progreso consiste en virar hacia sociedades cada vez más igualitarias. ¿De verdad podemos definir eso como progreso?
En el año 1800 la desigualdad era mucho menor que lo que es hoy día. Sin embargo, el 80% de la población mundial vivía en situación de pobreza extrema según datos de la ONU. El índice de Gini, que mide la desigualdad, se ha reducido a nivel global 3,8 puntos de 2003 a 2013. Las estimaciones para 2035 es que se reduzca en 3,6 puntos con respecto a 2013. En 2015 la tasa de pobreza registró su nivel más bajo a nivel mundial bajando por primera vez del 10% de la población en situación de extrema pobreza.
“En los últimos 25 años, más de 1.000 millones de personas lograron salir de la pobreza extrema, y actualmente la tasa mundial de pobreza es la más baja de que se tenga registro. Este es uno de los mayores logros de la humanidad en nuestros tiempos, dijo el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim. “
Para acercar estos datos a cifras más manejables, es lo mismo que decir que en los últimos 25 años unas 70 personas salían de la pobreza a cada minuto que pasaba.
Podemos concluir que la desigualdad ha aumentado con respecto a la época pre-revolución industrial pero está disminuyendo a nivel global en los últimos años gracias al proceso globalizador. Aunque la desigualdad sea hoy mayor que en 1800 es una verdad como un templo que la población mundial tienen unas condiciones de vida mucho mejores que en 1800.
Bien es cierto que la desigualdad está aumentando en los últimos años en los países desarrollados como España, pero ¿por qué esa obsesión con reducir la desigualdad? El verdadero problema es la pobreza. Que a una persona que cada vez tiene más riqueza le moleste que su vecino tenga cada vez más riqueza solo puede ser debido a la envidia. Y este es sentimiento moral detestable.
A lo mejor Pablo Iglesias prefiere una sociedad donde todos sean igual de pobres a una en la que todos sean ricos pero haya diferencia de rentas, ya que si no pones incentivos a la creación de riqueza lo único que vas a poder repartir entre los ciudadanos es miseria.
La desigualdad no solo no es mala, sino que es buena y necesaria. Necesaria porque será el reflejo de los diferentes proyectos de vida de las personas y buena porque actúa de impulso para aquéllos que quieren igualar su riqueza a los que más tienen.
Guerrillas
Es increíble también como las diferentes guerrillas socialistas-leninistas se han proclamado como garantes de la libertad a lo largo y ancho de Hispanoamérica. Casi todos se denominaban como movimientos de liberación nacional. Sus líderes eran una especie de divinidad caída del cielo que venía a salvar a la nación y a otorgarles el paraíso en la Tierra, siempre mediante el uso de la violencia. Paradigmático es el caso de Nicaragua y el FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional).
Llegaron a tomar el Palacio Nacional del Congreso en medio de una sesión conjunta reteniendo a diputados y senadores. Se les atribuyen varios asesinatos políticos. Daniel Ortega, del FSLN, es hoy presidente del país y tiene a familiares en cargos claves del Estado. También poseen una de las fortunas más grandes del país.
Ese afán de paternalismo que tienen desde la izquierda radical erigiéndose como salvadores de la patria no es otra cosa que tildar a la población de incapaz de resolver sus problemas por ella misma y de ahí la necesidad de su existencia. Esa misma situación se producía en Estados Unidos cuando los propietarios de las plantaciones de algodón defendían la esclavitud porque según ellos, los esclavos serían incapaces de sobrevivir en libertad.
Por todo esto, cuidémonos cuando desde la izquierda hablen de libertad, democracia y justicia, porque probablemente solo quieran su manera de entender la libertad, la democracia y la justicia. Y dista mucho de la realidad.
Soy David Soriano, resido en Barcelona y trabajo en el área de desarrollo de negocio de una empresa tecnológica.
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