El tercer milenio
En un mundo en el que la globalización diluye cada vez más las fronteras y las instituciones supranacionales diluyen los viejos estados tradicionales, cabe la posibilidad plantearse en un futuro no muy lejano un nuevo concepto de ciudadanía global y totalmente distinto al que tenemos hoy en día.
¿Podría ser que, dependiendo de lo que uno crea mejor para uno mismo o lo que mejor le convenga, pudiese cambiarse de nacionalidad a la que juzgase más beneficiosa?
Creo que este concepto nuevo de ciudadanía global que podría estar más cerca de lo que imaginamos debería apoyarse en dos conceptos clave, la competitividad legislativa y la ciudadanía digital.
Los países europeos
Para explicar estos dos conceptos me valdré de los ejemplos de dos países europeos.
Comenzaremos con la competitividad legislativa.
Suiza es uno de los sitios más igualitarios del planeta, está dividida en 26 regiones o cantones con solo cuatro cosas en común, el Ejército, la política exterior, la moneda y la Constitución federal.
Aparte de esto, son Estados soberanos y por lo tanto se autogobiernan.
Este sistema cuenta con las ventajas de pertenecer a una nación y aquellas propias del autogobierno, porque permite que las leyes sean elaboradas por las personas que viven en una región determinada por democracia directa.
Los impuestos
Pongamos el ejemplo de los impuestos, que a todos nos duele cuando nos tocan el bolsillo.
Si yo vivo en Zurich y pago X cantidad por el Impuesto de Patrimonio, podría con total libertad mirar como son las tasas de Impuesto de Patrimonio de los restantes 25 cantones y mudarnos al cantón de Zug, el cantón en el que se pagan menos impuestos de toda Suiza.
De aquí se sacan dos conclusiones, la primera es que se fomenta así una competitividad entre las regiones por ver cuál de ellas tiene la legislación más atractiva, y la segunda es que en el tema impuestos éstos tenderán a ser muy bajos para atraer a la mayor cantidad de población posible.
Este sistema podría extrapolarse a Europa o al mundo, ahora con la mentalidad socialdemócrata y nacionalista imperante evidentemente que no, pero quizá en un futuro próximo si la globalización continua con su ritmo ascendente.
La ciudadanía digital
Ahora hablaremos de la ciudadanía digital, teoría por la cuál cada ciudadano podría utilizar el Internet para realizar trámites con su administración tales como votar o presentar la declaración de la renta con solo unos clicks, de una manera simplificada y desde cualquier parte del mundo.
Hablemos de Estonia, el único país del mundo donde el acceso a Internet está garantizado por la Constitución.
Esto se debe a su concepto de residencia virtual, por la que cualquier persona desde cualquier parte del mundo puede meterse en Internet y convertirse en residente virtual de Estonia en cuestión de cinco minutos.
Esto se enmarca dentro de la administración digital, que evita intermediarios, formularios, impresos y burocracia.
Los visados de ciudadanía virtual estonios nada tienen que ver con un paraíso fiscal ni mucho menos, simplemente desde 2014 y debido a su falta crónica de población decidieron ofrecer estos servicios a cualquier persona en cualquier parte del mundo.
Esto no es un pasaporte, pero te permite abrirte una cuenta en un banco estonio y hacer transferencias internacionales o abrir una empresa con su sede fiscal en Estonia.
Lo que este país ofrece a los emprendedores son seguridad jurídica y papeleo simple.
El estado como ente administrativo
El príncipe Hans Adam II de Liechtenstein es un precursor de este nuevo modelo de ciudadanía, pues aboga por el entendimiento del Estado como un ente administrativo proveedor de servicios al ciudadano, por lo que, si un ciudadano no está contento con los servicios que de éste recibe, tiene todo el derecho del mundo a cambiar a otro Estado que estime le dé mejor servicio.
De hecho, este monarca impulsó una enmienda constitucional por la que cualquiera de los once municipios que forman el Principado de Liechtenstein si no estaba contento con la política del país podría declararse independiente o adherirse a cualquier otro país del mundo.
Conclusiones
En resumen, la nueva ciudadanía del Tercer Milenio deberá apoyarse en la libre elección de la nacionalidad en consecución con los intereses particulares, entendiendo ésta de forma global y no reduciéndola al concepto de estado-nación hasta ahora imperante; la administración digital y la simplificación fiscal, que haga al Estado un eficiente proveedor de los servicios básicos de los ciudadanos más que una máquina hipertrófica de recaudar impuestos.
Y por último en la libre elección de la nacionalidad en consecuencia con los intereses particulares, alejada del concepto nacionalista o estatista que confunde el concepto de Estado(ente administrativo), con nación(concepto referente a lengua y cultura del todo subjetivo y al que no se puede obligar a nadie a pertenecer si no quiere).
Por supuesto esta nueva idea de ciudadanía aún tiene mucho recorrido y muchas trabas que superar que deberán ser tratadas debidamente en otro artículo.
El hombre libre no se pregunta ni qué puede hacer su país por él, ni que puede hacer él por su país.” Milton Friedman.
Andrés Urbano Medina, (Marbella, Málaga,1997), es estudiante de Relaciones Laborales y Recursos Humanos y de Administración y Dirección de Empresas. Filósofo amateur y autodidacta, su pensador favorito es Friedrich Hayek.
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