Europa ha vuelto a ser golpeada por el terrorismo islamista del ISIS (Estado Islámico). En esta ocasión ha sido Bruselas, centro neurálgico de la política europea, pero el verdadero objetivo era Francia, el número 1 del ISIS como ya avancé en un anterior artículo.
Tras los interrogatorios de los últimos detenidos hemos conocido que tanto los integrantes de la célula de Bruselas como los de París, realmente pertenecían a una única célula cuyos últimos miembros, al verse acorralados, optaron por acudir al país vecino y continuar con su campaña de terror en suelo belga.
Tras los atentados de París hice hincapié en que para entender el terrorismo islamista, y en concreto el del ISIS, no hemos de perder de vista una premisa fundamental: hay que analizarlo bajo el prisma del fanatismo religioso. Su inspiración y motor surgen de una Fe ciega en un acto con una fuerte carga apocalíptica que mediante un “Califato” recién constituido sin fundamento alguno, busca instaurar una teocracia medieval fuertemente jerarquizada. Por tanto, no hablamos de cuatro kamikazes sin un fin en mente, sino de una estructura perfectamente organizada y dispuesta a entregar su vida con tal de alcanzar sus objetivos. Y el objetivo es la propagación del terror por Europa para sembrar el kaos.
Recientemente, y gracias al testimonio de dos yihadistas recogido en el periódico británico “The Guardian”, hemos conocido el contenido de la última reunión estratégica del Estado Islámico. La reunión tuvo lugar 9 días antes de los atentados de París en la ciudad siria de Tabqah. El objetivo: decidir la estrategia de terror para el mundo occidental. Cómo: sembrando el caos, reactivando las células durmientes, y aprovechando el regreso a sus países de origen de los yihadistas que han recibido formación terrorista en Siria e Irak. Una formación que se ha ido perfeccionando con el paso del tiempo gracias al “fichaje” del cerebro de operaciones de Al Qaeda. El Estado Islámico ha decidido reaccionar ante la ofensiva aliada contra sus fronteras, desde verano de 2014 han perdido cerca del 30% de su territorio.
Según estos informantes, los terroristas buscan priorizar “las poblaciones sobre la geografía”, escogiendo «las sociedades que más fácilmente se derrumbarían» ante una mayor frecuencia de atentados terroristas. Fruto de este análisis, seleccionaron a Francia, Alemania, Italia, Bélgica como un objetivo «fácil» y a Reino Unido como «el país más difícil de acceder».
El análisis resultó fatalmente bien encaminado. Los últimos miembros de la célula parisina acudieron a Bruselas asediados por la policía gala. Allí se sucedieron un cúmulo de gravísimos errores que han provocado una fuerte crítica del resto de líderes europeos. Salah Abdeslam, el hermano de uno de los yihadistas que se suicidaron en los atentados de París fue registrado en Cambrai, en un control de carreteras pocas horas después de los atentados y misteriosamente no fue detenido. Al día siguiente, Bélgica lo vuelve a localizar en su barrio de Bruselas, Molenbeek, y no es detenido porque asombrosamente la legislación belga impide redadas entre las 21:00h y las 05:00h. Finalmente es detenido días antes de los atentados de Bruselas haciéndose públicos sus interrogatorios, unos interrogatorios que apenas duraron un par de horas.
Pero los errores no acaban aquí, Ibrahim El Bakraoui, uno de los terroristas suicidas, había sido detenido por Turquía y expulsado a Holanda el pasado 14 de julio de 2015, se informó a Bélgica acerca de su activismo yihadista y no fue considerada relevante dicha información. Su hermano Khalid, que se suicidó en el metro de Bruselas, tenía una orden de captura internacional desde el pasado 11 de diciembre a raíz de su pertenencia a la célula de París. Estos son sólo un ejemplo
de los gravísimos errores cometidos por los cuerpos y fuerzas de seguridad belgas que reflejan la debilidad y falta de preparación de su Estado frente a un ataque terrorista.
En la reunión de Tabqah, según revela “The Guardian”, también se habló de «la próxima generación de la yihad», integrada por alrededor 25.000 «muyahidines”, muchos de los cuales están aprovechando el drama de los refugiados y la mala gestión de los gobiernos europeos para introducirse en los países reseñados como estratégicos. De estos 2.500, se habla de unos 400 yihadistas listos para «combatir». Su plan consistiría en la creación de células «interconectadas» con órdenes concretas donde se les indicaría «el momento, el lugar y el método» para generar el mayor impacto.
A la luz de esta valiosísima información, se ha vuelto a poner sobre la mesa la necesaria coordinación de los Servicios de Inteligencia europeos, pero la necesidad dista mucho de la realidad. Los países no ceden su información bajo el argumento de la protección de su Seguridad Nacional, y puede llegar a entenderse, pero mientras no haya mayor coordinación entre la inteligencia de los países, no habrá una respuesta contundente a la amenaza yihadista.
MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ LOZANO
Creador y CM de @Porlavida2014. Analista Internacional en @RevistaLaNacion de @AccionNacional.
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