Llevo tiempo escuchando que uno de los fundamentos del liberalismo es la libre circulación de capitales y de personas. Puedo entender la primera parte del punto, aunque seguramente se podría debatir al respecto*, pero no consigo que la segunda encaje en ninguna de las nociones que entiendo como inherentes a la libertad.
Creo que es indiscutible el concepto de la propiedad como una de las bases fundamentales del liberalismo (no quiero abrir ahora ese debate, pero parece lógico que la posesión de una central nuclear en tu propiedad no es algo que realmente no afecte a tus vecinos en caso de accidente, *lo mismo si hablamos de transporte de material radioactivo).
No. El aspecto que quiero remarcar en este momento, relativo a la propiedad, concierne a su inviolabilidad. Ningún liberal discutirá que, con la propiedad, adquirimos el derecho a negar a otros humanos el acceso, el uso, el fruto de la misma. La violación de esas normas en nuestra propiedad, si así nos las hemos reservado, supone tanto como el inicio de la violencia contra nuestra persona y estamos perfectamente legitimados a responder al mismo con violencia.
Por supuesto, tan legítima como la propiedad es el derecho de acceso a la misma, ya que puedo invitar a cualquier otro propietario o comprar sus productos y nadie tendría derecho a impedir su tránsito. Ya sea mediante vías de nuestra propiedad, mancomunadas con otras propiedades o de terceros, sometidas a servidumbre de paso, toda propiedad deberá poder estar conectada con cualquier otra.
Así, con la adquisición de una propiedad, adquiriremos, de facto, el derecho en potencia de tránsito por todas las zonas dedicadas al paso, en todos los rincones de, al menos, el territorio que se quiera considerar así mismo como sujeto a un sistema liberal. ¿Y porqué digo en potencia? Porque el derecho como tal nos lo otorgará el consentimiento de otro, ya que siguen siendo propiedades privadas cuyo acceso y uso está restringido a los propios propietarios, sus invitados y sus mercancías, y legítimamente prohibido a todos los demás sin justificación.
Así como nadie tiene derecho a allanar mi propiedad, tampoco podría las zonas comunes de la misma que se encuentren mancomunadas con otra serie de propietarios, si ninguno de ellos consiente, o a transitar por la zona que esté afecta por una servidumbre de paso, si los propietarios de las parcelas a las que da acceso tampoco consienten. La libre circulación de personas, en realidad, se encontraría restringida incluso para los propios habitantes –propietarios- del mismo, como ahora no podemos acceder a las zonas comunes de una urbanización privada, o a los caminos privativos de parcelas remotas.
La diferencia fundamental al existir un territorio, (vamos a denominarlo país) regido por un derecho más o menos liberal, y rodeado por otros de igual o más colectivista condición, es que va a aparecer, respecto de dicho derecho, una diferente categorización de las personas atendiendo a su estatus de propietarios y usufructuarios de una parcela y sus invitados, y el resto de las personas, por definición extranjeras.
Cualquier persona ajena que se introduzca en éste sin ser invitada estará, en definitiva, allanando una propiedad privada. Y lo que es válido para un sistema simple, es extensible a un país complejo. Filosóficamente, la complejidad del sistema no afectaría a la norma, en el detalle siempre se tratará de un extraño allanando la propiedad de alguien.
En un país colectivista como los actuales, con vías públicas propiedad del Estado, resulta coherente (para su modelo) que éste pueda consentir la libre circulación de personas, incluso extranjeras, por las mismas. En pureza, incluso en el caso de que existiesen vías públicas, propiedad del común, es muy cuestionable que su administrador, el estado, pudiese otorgar un permiso de acceso y tránsito a terceros no propietarios. Obviamente, cuadra con su plan de bastardeamiento de la sacridad de la propiedad, pero como liberales no podemos reivindicar un derecho que necesita del Estado para ser otorgado y para que existan las vías colectivas que justificarían una propiedad tan indeterminada y un tránsito tan incontrolable como para sobreseer su allanamiento.
Por ello, no entiendo que pueda ser considerado como liberal la libre circulación de personas por un territorio que se considere jurisdicción de una ley de base liberal. Esta es, al menos la premisa de base, que como detallaré en la segunda parte de este artículo, tiene mucho debate.
Otra cosa es justificar una libre circulación de personas por las vías públicas de los estados colectivistas en que vivimos como estrategia política para conseguir un país más liberal, minárquico e incluso para llegar a la ancapia**, estrategia que en absoluto comparto y que, en todo caso, habría de ser explicitada y explicada por sus defensores.
**Sé que la palabra correcta es la anarquía, es mera cuestión de que me entienda el mayor número posible de lectores.
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