“La minoría más pequeña del mundo es el individuo. Aquellos que niegan los derechos individuales no pueden pretender además ser defensores de las minorías”
Ayn Rand
En estos tiempos de zozobra para la unidad de España me viene a la mente esta frase de Rand como ejemplo claro de la hipocresía y la doble vara de medir.
Aquellos que braman contra el Estado porque no permite hacer un referéndum de autodeterminación en Cataluña, ¿tienen en mente al ciudadano de Reus que no desea la independencia?
Pero vayamos por partes. Los separatistas catalanes acusan de comportamientos no democráticos a aquellos que les niegan el “derecho a decidir”. ¿Tiene algún sentido esta posición?
Desde mi punto de vista, no. La piedra angular de nuestra democracia es la Constitución. Se puede reformar por consenso, pero no es posible actuar en su contra apelando a esa misma democracia.
Y la norma lo deja todo muy claro en su artículo 1:
· Artículo 1.2
La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
· Artículo 2
La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
Tras la lectura de estos artículos más bien diría yo que cualquier lector que los analice sin sesgo, debería llegar a la conclusión de que no se puede segregar una parte sin el consentimiento del todo.
Seguro que todos consideramos un sinsentido que un vecino de nuestra comunidad decida celebrar un referéndum en su casa para ver si se independiza de aquella y deja así de pagar las cuotas. Una vez adoctrinados sus hijos y habiendo bajado convenientemente la edad mínima de voto a las 5 años, la familia decide por unanimidad desligarse de la comunidad. Y el que diga lo contrario, es un fascista…
Obviamente esta situación es un disparate que no se sostiene pero tiene muchas analogías con la situación actual. Vaya usted pues, Sr. Puigdemont, al Congreso a defender su postura…
¿Y qué posición deben mantener los liberales ante esta situación? Evidentemente, cada uno puede pensar lo que quiera. Pero mi visión es clara: liberalismo también es imperio de la ley. Nos gustaría un Estado más pequeño, con menos leyes y más claras, pero no por ello podemos apoyar que alguien se salte la legalidad vigente.
Existe, no obstante, una corriente liberal favorable al separatismo, basada en la concepción miseana del mismo. Es cierto que el gran Ludwig Von Mises dejo escrito lo siguiente en su obra “Liberalismo:
“(…) cuando los habitantes de un territorio determinado (ya sea un solo pueblo, un barrio entero, o una serie de distritos adyacentes) hacen saber, mediante un plebiscito libremente llevado a cabo, que ya no desean permanecer conectados con el Estado al que pertenecen, sino que desean formar un estado independiente o formar parte de algún otro estado, sus deseos deben ser respetados y aplicados. Este es el único
medio posible y eficaz para la prevención de revoluciones y guerras civiles e internacionales.”
Parece claro por tanto que debería permitirse a cualquier rincón de España que decidiera su destino de forma unilateral. Pero, por suerte, también nos dejó una aclaración posterior:
“El derecho de la autodeterminación del que hablamos no es el de las naciones, sino más bien el de los habitantes de cualquier territorio que tengan el tamaño suficiente para formar una unidad administrativa independiente. Si de alguna manera se pudiera conceder este derecho a la autodeterminación de cada persona individual, se tendría que hacer”.
Y esto enlaza con la frase de Rand que encabeza el artículo y con mi propia perspectiva al respecto. Para que esta defensa de la autodeterminación de Mises sea consistente, debe residir no en una nacionalidad, reconocida o no, y tampoco en un territorio, sino en el individuo.
Si Cataluña puede independizarse de España, ¿puede Tarragona a su vez separarse de Cataluña? ¿Puede un señor de Sarriá segregarse de Barcelona?
Y sobre todo, ¿alguien piensa que una vez lograda la independencia, Puigdemont y la banda del 3 % permitirían algún tipo de movimiento secesionista interior? La respuesta es clara.
Existe también otra corriente liberal, encarnada por ejemplo por Juan Ramón Rallo, que defiende el separatismo por puro pragmatismo. Como los liberales defendemos un Estado pequeño, toda segregación favorece nuestros intereses y por lo tanto la apoyamos, en la creencia de que surgirán unidades administrativas más eficientes. Pero en mi opinión el fin no justifica los medios…
En definitiva, no hay duda de que el problema catalán debe abordarse. Y solo puede hacerse con diálogo y tendiendo puentes. Pero esas conversaciones deben tener siempre como marco nuestra Constitución, o habrá que plantearse de forma previa una modificación de la misma si hay quorum para ello. Cualquier otro comportamiento es totalmente antidemocrático, diga lo que diga la ínclita Neus Munté.
FERNANDO SICILIA FELECHOSA
Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Oviedo en 1995. Diploma in Business Studies por la University of Bradford (Reino Unido) en 1994. Máster en Análisis Financiero por la Universidad Carlos III de Madrid en 1998. Diploma in Options, Futures & Other Financial Derivatives por la London School of Economics & Political Science en 1998. Senior Auditor Credit & Operational Risk en Banco Santander, División de Auditoría Interna (1999-2005). Desde abril 2005, Director Gerente de Clínica Sicilia. Máster en Dirección Económico – Financiera por CEF – UDIMA.
Deja una respuesta