Hace ya 6 años que por cuestiones del azar aterricé en Alemania. Estoy casado con una alemana y trabajo en una multinacional, también alemana. Creo por ello tener algo de conocimiento para hablar de éste, mi país de residencia en el cual me encuentro totalmente integrado aunque la socialdemocracia aquí sea algo por momentos insoportable.
Impuestos. Esa es la palabra que pende sobre la vida de cualquier ciudadano cual si de una gui-llotina se tratara. En Alemania se pagan impuestos. Muchos impuestos. En una nómina media se pueden encontrar:
– Impuesto sobre el salario, varía según el trabajador esté casado, tenga hijos, sus ingresos brutos…
– Recargo de solidaridad. Procede de la época de la reunificación alemana y lo pagan los “Länder” del oeste para que los del este se recuperen de su bajo o inexistente desarrollo econó-mico durante el comunismo. Angela Merkel dijo hace unos años que lo eliminaría pero parece que “donde dije digo…”.
– Seguro de pensión, entorno al 20%. Pagado al 50% entre empleador y empleado.
– Seguro médico, alrededor del 16%. El trabajador paga un poco más de la mitad.
– Seguro de dependencia, un 2%. Destinado a aquellas personas dependientes, para que reci-ban una ayuda económica.
– Seguro de desempleo, un 3% del cual, el trabajador paga la mitad.
– Impuesto eclesiástico, un 1,5%, solo aplicable a aquellos que manifiesten pertenecer a la igle-sia ya sea protestante o católica.
Fuera de la nómina hay múltiples y variadas “lindezas impositivas”. Entre todas, personalmente una de las que más irrita al liberal que llevo dentro es la cuota obligatoria de unos 250€ al año para mantener los dos canales de televisión y radio pública. Todo sea por unos medios “indepen-dientes”.
Antiguamente, lo que sucedía con este impuesto era que los propios trabajadores iban literal-mente por las casas a cobrarlo según en la vivienda hubiera o no una televisión o radio. El hecho de tener dichos aparatos presuponía dos cosas, una que las usabas y dos que sintonizabas los canales públicos. Obviamente, lo que todo el mundo hacía era directamente no abrir la puerta. El “recaudador” se iba, ya que no era un impuesto como tal sino más bien una contribución con lo que se eliminaba la coacción. Los alemanes son muy civilizados pero no tontos, si les das la op-ción de pagar o no, optarán por lo segundo.
Viendo el poco éxito, de nuevo la Sra.Merkel, decidió cambiar el modelo. Ahora, en lugar de reci-bir la visita, se reciben cartas que sí que llegan. Se mandan a todas las viviendas, independiente-mente de si tienen televisión o no. Y el pago es obligatorio. Cuando se anunció la medida, hubo cierto revuelo en el pueblo, revuelo que se evaporó rápidamente. Y es que no hay nada como una sociedad sumisa de la socialdemocracia.
Estos sablazos impositivos tiene como consecuencia que Alemania sea uno de los países “punte-ros” en ayudas públicas, muchas de ellas accesibles simplemente con el mero empadronamiento. Como muestra, y a fin de no eternizarme, dos situaciones que he podido presenciar en este tiempo.
Mi primer domicilio fue en un barrio céntrico en una ciudad de unos 250 mil habitantes. El piso, contaba con todas las comodidades además de tener un alquiler nada despreciable. La comuni-
dad estaba formada principalmente por trabajadores de alta cualificación. Sin embargo, dos vi-viendas estaban ocupadas por gente sin oficio desde años. La respuesta a cómo podían pagar el alquiler era simple, papá Estado lo hacía por ellos.
Una pareja de amigos con sueldos superiores a la media tuvieron un hijo. La sorpresa vino cuando nada más nacer recibieron una carta de la Administración de turno por la que se les con-cedía una ayuda de 190€ al mes hasta que el niño hasta que éste se independizara económicamente.. Insisto, padres con sueldos más que notables.
Estas son simplemente dos anécdotas, obviamente después de tantos años aquí uno no termina nunca de sorprenderse con lo que la lista daría para muchos más artículos. Se dice que la social-democracia vive una crisis en Europa, les invito a que vengan a Alemania a vivir y luego comprue-ben la supuesta decadencia socialdemócrata.
Bonus: Hasta el feminismo actual estaría contento aquí. Las mujeres tienen en muchos parkings, plantas, sí, plantas enteras, reservadas para que aparquen solo ellas.
Abogado, LL.M. Universidad de Hamburgo. Don’t tread on me.
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