Tomo como paralelo de estas reflexiones el espacio temporal correspondiente a mi propia vida. Nací en el 71 y puedo fijar como punto de inicio de mi toma de conciencia social, en torno a principios de los 90. En los primeros años de universidad podía salir de copas con los amigos sin restricción horaria alguna, podía fumar dónde y cuando quisiera, ponerme o no el cinturón de seguridad en el coche, comer y beber sin que nada ni nadie subliminarmente golpeteara mi conciencia con la dualidad bueno-malo, no existía ese ‘Gran Hermano’, ojos-cámaras de video vigilancia por todas partes, grabando cada paso que damos. Nada de interconexión personal con dispositivos que nos sacan de nuestro individualismo y que nos convierten en auténticas vallas publicitarias de nuestra propia existencia… Podría seguir poniendo ejemplos en el mismo sentido y nótese que no he tocado la libertad económica ultrajada con impuestos sangrantes. No, sinceramente, pienso que no soy ahora más libre en lo personal, de lo que fui a principio de los 90.
Soy plenamente consciente de la delgada línea que existe entre la libertad individual y el hecho de vivir en sociedad. Cierto que algunos de los ejemplos expuestos no pueden hoy concebirse de otro modo, pero no es menos cierta en términos absolutos, la diferencia de cotas en términos de libertad individual entre las fechas que comprenden esta reflexión. Es aquí, por tanto, donde debiéramos hacernos algunas preguntas. ¿Somos ahora más felices? ¿El mundo es mejor? En mi caso, el valor de la libertad individual es tan completamente, absolutamente sagrado, que esta comparativa de fechas me deja un regusto de profundas dudas, muchas de ellas incardinadas en debates de otro calado, progreso descabalgado, globalización, nuevas concienciaciones, etc, pero en cualquier caso, no me deja ver el horizonte despejado.
La ecuación, estarás mejor, pero serás menos libre, me inquieta y más aún en los tiempos que corren.
El amor hacia uno mismo y hacia los demás, el calzarse los zapatos del vecino seguro nos hace más libres y más felices a pesar de las circunstancias. Sean las que sean. Y además tu horizonte no tira tan largo ya, así que hay que relajarse. Nos falta bondad pensar menos en uno. Ya está. Pero es difícil.