En un pequeño pueblo aragonés ocurre lo que en muchos otros de toda España. Los servicios públicos se prestan según la llamada tiranía del proveedor, es decir el usuario del servicio toma lo que se le da, que no siempre es lo que quiere. Esto ocurre porque con los monopolios de propiedad pública, proveedores y usuarios, confunden los fines y los medios: también ocurre con la sanidad pero yo les voy a contar una anécdota educativa.
Una de las maestras de mi hijo, con la que todos los padres (y madres, no desvíen el tema!) estamos encantados dejará de dar clase este mismo mes de marzo, muy en contra de nuestro deseo, debido a un motivo que empezó siendo extraño, después desconocido, un poco después misterioso y ahora ya resulta simplemente sórdido. La directora y secretaria del centro nos contaron que había habido un error de codificación administrativo, que se habían cruzado las plazas de dos interinas en el organigrama y que nuestra maestra no estaba donde debía. Debía irse y otra, que ahora estaba en otro sitio, la sustituiría: pero era un error administrativo. Como los cambios de maestros están previstos por si uno coge una baja, este cambio tampoco importa pues se produce por algo parecido, un error de codificación u organización: casi lo mismo. Si los niños aquejan el cambio es irrelevante.
Pero resulta que la maestra que se va, la perjudicada junto con nuestros hijos, está indignada y con ganas de guerra. Y nos dice que, la otra maestra tuvo el privilegio de elegir la plaza que ocupaba hasta ahora y que a ella le quedó la de nuestros hijos. Que su solicitud de comprobación de la codificación le ha sido denegada. Y que cuando ha intentado indagar al respecto de su situación laboral, mediada por sindicatos, la han dicho que no dé la murga.
Los padres transmitimos a la dirección de forma enérgica, como se hace en los pueblos de Aragón, nuestra más razonada y razonable insatisfacción, escribimos a la dirección provincial con la misma queja, que la envía a la central (ya saben, truco de burócrata, cuando algo molesta se pasa a otro), escribimos a una jefa de prensa de un relevante partido de la oposición de las cortes aragonesas, pero no recibimos respuesta. Incluso una autoridad municipal, que amablemente se brinda a colaborar, recibe la orden de abandonar la cuestión. Todo por una interinidad de ocho horas!
La cuestión es, ¿qué ha hecho la otra maestra, la que nos vamos a comer nos guste o no nos guste, para conseguir que los códigos estén mal y sean inamovibles, que pueda elegir la plaza que previamente estaba asignada y codificada, que el error le resulte tan beneficioso que cuando su plaza se cubre por la titular se carguen a otra maestra que pasaba por allí, y que un ciudadano de a pie no pueda hacer nada a ningún nivel político? ¿Alguien cree que ante semejante miasma burocrático uno puede llevar a su hijo tranquilo al colegio?
¿Ven lo que quiero decir? Los usuarios queremos solo a Rocío pero nos meten a Julia que no queremos pues desconocemos por qué: ¿alguien lo comprende? Es la tiranía del proveedor, el usuario y el servicio que espera recibir no son importantes son objetos pasivos imprescindibles para justificar la existencia de un servicio público: el medio. El burócrata, el funcionario y el sistema educativo (y por extensión el sanitario, el laboral, el…) son el verdadero fin: el fin del servicio es el servicio en sí mismo. Necesitas tener alumnos y padres para instalar el servicio que tienes como objetivo gestionar con recursos públicos (previamente extraídos por la fuerza de los bolsillos del contribuyente*) y que emplee al mayor número de funcionarios posible.
Lo público funciona justo al revés de lo natural donde el tirano es el demandante y cuando algo no te gusta amenazas con el látigo de tu elección.
* Nota para el listillo sociata: Elegir un colegio privado no es una elección en libertad, puesto que el público ya lo has pagado.
JAVIER BARDAVÍO ARA
Licenciado en Medicina por la Universidad de Barcelona, especialista en Oftalmología en Reino Unido. Máster en Investigación en Ciencias Clínicas (2008). Master en Gestión Sanitaria (2012). Larga experiencia como clínico y cirujano, también como gestor sanitario, menor como investigador. Jefe de servicio en un hospital céntrico en Barcelona hasta 2013. Ahora director clínico de servicios de oftalmología en Tarragona, y estudiante de Economía.
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