El resultado de las elecciones en Andalucía es un acontecimiento histórico. Por primera vez en décadas, un auténtico cambio político es posible en esta región y es factible también que los vientos de la regeneración y el despertar soplen desde Andalucía por todas las tierras de España.
La Junta ha tenido 40 años para modernizar Andalucía y convertirla en una región avanzada y moderna, pero empleó su energía en cimentar un poder propio y en tejer una densa red clientelar que tuvieron sobre la tierra andaluza efectos paralizantes y letales. El resultado de ese intervencionismo feroz es que Andalucía, bajo el gobierno socialista, se ha mantenido siempre en el vagón de cola de España y en puestos que lideran la pobreza y el atraso en Europa, a pesar de haber recibido más de 100.000 millones de euros de fondos europeos de ayuda al desarrollo.
Las dos grandes obras del “régimen” andaluz han sido su administración paralela y su red clientelar. Ambas, acaparando miles de millones de euros de gasto, han sido creadas para servir al socialismo, no al pueblo. La administración paralela de la Junta cuesta anualmente alrededor de 7.000 millones de euros y el coste de la red clientelar es imposible de calcular por tratarse de una red confusa, difusa y brutalmente opaca y medular, pero los expertos creen que “distrae” enormes masas de dinero que podrían haberse dedicado a mejorar los servicios, a generar vida empresarial, empleo y riqueza.
Los niveles de calidad en la educación y la democracia son penosos y los índices de pobreza, corrupción y desempleo son de los peores de Europa, cuando la gran mayoría de los expertos consideran que la región reúne condiciones óptimas para despegar y convertirse en líder de crecimiento y avance.
Las esperanzas de los andaluces han ido apagándose a medida que avanzaba el pesimismo y se consolidaba el atraso, el mal gobierno, la corrupción y la ineficacia. Andalucía es hoy la cuarta región española en términos de presión fiscal y la segunda si hablamos de las rentas más altas, donde el gobierno central ha asumido un 75% de la deuda andaluza y a pesar de ello, la Junta de Andalucía sigue reclamando más fondos.
Pero el 2 de diciembre último, el pueblo andaluz, causando sorpresa y mucha ilusión, se rebeló contra el atraso, humilló a sus viejos amos de izquierdas, dejándolos en minoría por primera vez en cuatro décadas y otorgó en las urnas una mayoría cargada de rebeldía y deseos de cambio. Por primera vez en las últimas cuatro décadas, las fuerzas de izquierdas no han obtenido mayoría absoluta (55 escaños). Los resultados de los partidos de oposición al socialismo fueron los siguientes: el PP-A obtuvo 26, Cs 21 y VOX 12, sumando un total de 59 parlamentarios. Esto es más que suficiente para alcanzar un acuerdo de investidura desplazando al PSOE-A de todas las esferas del poder regional. Los tres partidos de centro-derecha cuentan en sus programas con medidas económicas de corte liberal, que es lo que realmente necesita la región, como la bonificación máxima del impuesto de sucesiones, la reducción del tramo de IRPF, la reducción del tipo general en sociedades, eliminación de numerosas trabas burocráticas, etc, pasos todos ellos en la buena dirección.
Pero, tras la resaca política han surgido inquietudes y miedos de que la gran esperanza de cambio y regeneración se frustre. PP y VOX tienen las manos tendidas a un pacto de investidura con Cs, pero el líder regional de este partido, Juan Marín, se muestra obcecado en lograr la presidencia de la Junta para sí mismo, a pesar de ser la tercera fuerza. Esto sin duda dificulta las negociaciones e inquieta a los millones de andaluces que demandan un cambio profundo y un despegue hacia la justicia, la libertad y la prosperidad.
Los líderes de estos partidos deben someterse, sin dudas ni frivolidades, al mandato popular de desplazar del poder, por completo, al PSOE-A. Si esa esperanza quedara frustrada por egoísmos y personalismos propios de la vieja política corrupta o si tuvieran que repetirse las elecciones, los votantes desatarían, con toda razón, su furia indignada contra los culpables y los harían pedazos en la próxima cita electoral.
Andalucía se merece la oportunidad que le están brindando las urnas de enderezar su rumbo y encaminar la nave hacia puertos más justos, prósperos, limpios y eficaces. España entera tiene los ojos puestos en esas negociaciones, que sin duda tendrán una gran influencia en el resto del territorio nacional, que próximamente se someterá a las urnas en las municipales y europeas.
El Club de los Viernes, participando con plenitud en la nueva esperanza de cambio y progreso real en Andalucía, quiere transmitir un mensaje firme: el pacto para desplazar a lo viejo del poder andaluz representa prosperidad, avance y modernización, mientras que el no pacto es frustración, desencanto y una apuesta clara por el pasado y por el desprestigio de las opciones políticas. Basados en estos criterios, el Club de los Viernes ha decidido luchar con todas sus fuerzas contra la obsesión de los políticos por los sillones, los privilegios y los espurios intereses partidistas, que se anteponen con lamentable frecuencia al bien común y generan en la ciudadanía un dañino rechazo masivo hacia los políticos.
Manifestamos nuestra fe en el cambio, que vemos posible, y nuestra decisión firme de actuar como “custodios” de la esperanza y protectores del avance andaluz, siempre a disposición de los actores del cambio, sobre todo de la ciudadanía y los partidos que han obtenido el voto popular de confianza.
El Club de los Viernes, delegación de Andalucía.
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