La libertad educativa
La educación y la libertad educativa es sin duda una de las bases sobre las que depende entre otras muchas cosas, el capital humano y social de una comunidad.
Las sociedades modernas, caracterizadas por una rica pluralidad y un respeto irrestricto a las legítimas opciones vitales de sus ciudadanos, encuentran cada vez más difícil encontrar criterios comunes que permitan consolidar estrategias educativas gubernamentales armónicas, que gocen de amplio consenso y apoyo ciudadano.
Vale decir que se trata de un consenso que implica mucho más que el simple acuerdo político partidario alcanzado por coyunturales mayorías parlamentarias, con independencia de la orientación ideológica que estas ostenten.
Si bien en democracia nunca se debe renunciar al diálogo y al intento de acuerdo con quien piensa distinto, no es menos cierto que una democracia robusta también exige una buena dosis de realismo para ser capaces de asumir las circunstancias concretas que vive una comunidad.
La sociedad navarra
En este sentido, resulta indudable que en la sociedad navarra conviven distintos modus vivendique son difíciles de conciliar.
El sector educativo –como si fuera la punta de un iceberg– es el ámbito donde las visiones enfrentadas afloran de modo más agudo y sensible.
En efecto, decisiones erradas en materia de política gubernamental educativa pueden causar una distorsión y un daño social de calado, cuyas consecuencias se harán visibles a largo plazo.
Se trata de un ámbito particularmente sensible porque son los menores, los jóvenes y las familias con recursos más escasos quienes se encuentran indefensos ante el potencial recorte de oportunidades que pueden causar las decisiones políticas erradas.
Las visiones en buena medida son irreconciliables y el conflicto inevitable.
Un ejemplo del conflicto
Un ejemplo.
Unos creen que la elección del modelo educativo que los padres elijen para sus hijos es parte de su legítima esfera de toma de decisiones.
Sin embargo, otros creen que estas elecciones paternas pueden “no ser del todo informadas” o estar sometidas a sesgos y prejuicios, por lo que se pueden manifestar erradas –y esto aunque los agentes sociales que las tomen, un padre y una madre, por ejemplo, no la vean de este modo.
Desde este marco teórico, el actor gubernamental se considera a sí mismo una especie de “sacerdote laico” (de hecho, un ingeniero social) cuya misión –casi sagrada– consiste en activar reglas de juego (leyes, decretos, reglamentos, instrucciones y toda la batería del sistema legal coercitivo) que “corrijan” las eventuales distorsiones que las elecciones de los padres puedan generar.
Así planteadas las cosas, es evidente que el encuentro fructífero entre estos paradigmas resulta virtualmente imposible por cuanto lo que unos consideran “legítima esfera de elección personal”, es visto por otros como un potencial ámbito de “torpes decisiones tomadas por padres que tienen un horizonte conceptual estrecho y sesgado”.
La pluralidad de la sociedad
La radical pluralidad de las sociedades contemporáneas pone cada vez más de manifiesto que la idea de “consenso educativo”, en la medida en que se esgrima para justificar recortes de libertades personales, terminará siendo poco menos que un oxímoron.
Terminará siendo, en última instancia, una perversa manipulación del lenguaje por la que se pretenderá enmascarar la potencial deriva totalitaria por la que unos –una mayoría– imponga sobre una minoría lo que aquella considere que deba ser “el modelo educativo”, haciendo que este caiga como una losa sobre todo el tejido social.
La nueva secretaria de educación de Donald Trump
La futura administración Donald Trump ha nominado a Betsy DeVos como secretaria de educación.
Sin duda no se trata de una designación libre de polémica ya que la señora DeVos lleva largo tiempo trabajando en el área de la educación, siendo reconocida y vilipendiada por sus arriesgadas ideas.
En efecto, se conoce su apoyo a las estrategias que pretenden potenciar la libertad educativa y empoderar a los padres y progenitores, para que sean ellos quienes tomen las riendas no solo de la formación sino también de la educación de sus hijos.
Al mismo tiempo, defiende la legítima pluralidad de las distintas opciones que se presentan en la educación actual, ya sea en los distintos modelos de gestión de la educación formal, así como los modelos menos conocidos en España pero de mucha fuerza en los Estados Unidos, como las escuelas que siguen el modelo Montessori o incluso el homeschooling (la educación en el hogar).
El debate en Navarra
Mientras tanto el debate en Navarra parece centrado en la lucha de argumentos para ver qué volumen del presupuesto foral puede ser dirigido a becas que permitan estudiar en instituciones de nivel superior públicas o privadas.
Los intereses ocultos que inspiran el cambio abrupto en las reglas de juego potencia la incertidumbre jurídica y la indefensión ciudadana.
La Administración foral parece perseguir una quimera, como si pretendiera cuadrar un círculo de imposible cuadratura.
En efecto, resulta indudable que intenta encontrar una regla que sea “justa y equitativa”, pero que les permita también condicionar las decisiones de los actores conforme su peculiar juego de intereses y su visión particular de la vida social.
No existe “ley” que permita lograr esto y que conserve el sentido de justicia.
Lo máximo que podrá lograr la Administración será una nueva “apariencia” de legalidad, ostentarán una pseudo-legitimación y un barniz legal a lo que strictu sensu será un nuevo y “políticamente correcto” rodillo sobre el ciudadano y el enésimo atropello al bien común.
Como afirmó Edmund Burke, “para que el mal triunfe, solo es necesario que los buenos no hagan nada”.
Conclusiones
Son tiempos aciagos los que vive la Comunidad Foral de Navarra.
Resulta imprescindible que todos los cuerpos sociales y estamentos de la sociedad civil asuman un rol activo en la defensa de los derechos y libertades de las personas.
Es apabullante todo lo que se puede perder cuando se pierde la libertad educativa.
Es preciso estar siempre alertas y velar por el cultivo y cuidado de la libertad educativa.
Research Fellow del Acton Institute. Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte “Santo Tomás de Aquino” (Argentina). Hizo estudios de Posgrado en Organización y Gestión Educativa, en la Universidad Austral (Argentina). Máster en Derecho y Economía, por la Université Paris I Panthéon-Sorbonne (Francia) y Máster en Formación del Profesorado por la UNED (España). Diploma de Estudios Avanzados en Filosofía por la Universidad de Navarra (España). Ha sido fellow scholar en The University of Reading y en el Witherspoon Institute (Princeton U.) Ha sido profesor invitado en la UFM (Guatemala), IPADE (México), U. de los Andes(Chile). Colabora con el Centro Diego de Covarrubias.
Deja una respuesta