El 25 de noviembre se nos fue Diego Jerez sin haber cumplido los 40 y, por esos caprichos de la naturaleza, también murió ese día el tirano cubano con 90. El primero, quizá no lo sepan fuera de Almería, se dedicó a combatir las ideas del segundo y, quizá tampoco lo sepan, el hondo penar por la muerte de Diego que sentimos los amantes de la libertad y cualquier que tuviera la fortuna de conocer a Diego se mitiga en parte sabiendo que aprovecharía la ocasión para empequeñecer dialéctica y humanamente al Dictador antes de tomar caminos distintos en el más allá.
Diego era un gran hombre, en todas las acepciones de la expresión. De innegable y proporcionada presencia física, su cuerpo se antojaba todavía pequeño para albergar tanta cualidad humana. Su eterna alegría y omnipresente buen humor, junto a su infatigable paciencia y su respeto por las opiniones ajenas, hacían que tomarse un café con él mirando al mar fuese una experiencia memorable. Era imposible no rendirse a esa simpatía hecha hombre y a la sensación de haber ganado un amigo nada más conocerlo. Su bondad era difícil de superar. Por si fuese poco, también era divertido. Capaz de la ironía más fina con su evidente inteligencia, conseguía que cualquiera soltara la carcajada ante sus manifestaciones en redes sociales.
Profesionalmente, aunque se licenció en Filología Hispánica, no tomó el camino más habitual de quienes eligen esa opción académica sino que, como liberal convencido, vivió teniendo presente que la responsabilidad es inseparable de la libertad y que, con esfuerzo honrado, podría comenzar con garantías de éxito cualquier empresa que se propusiera. Ejemplos no faltan, porque siempre estaba inventando algo. Emprendedor nato, fundó el diario digital Almería Hoy, «el único medio liberal al sur de Despeñaperros «, como le gustaba decir. Sus páginas han constituido el mejor refugio de la libertad de expresión de los almerienses desde 2014 y, predicando con el ejemplo, nunca le cerró la puerta a nadie ni censuró ninguna opinión.
Su gran pasión por la libertad individual le hacía soñar con una «plaza» en un futuro estado libertario. También era amante de su tierra almeriense y regionalista convencido y, aunque no aparezca en la foto inaugural de Acción por Almería por no encontrar el bar de la reunión, el hecho muestra su carácter resuelto y su implicación desde el principio en cualquier proyecto que considerase valioso.
Su inesperado y desgraciado fallecimiento deja por ahora en desideratum su anhelo de crear un círculo liberal en Almería. Sin duda, el mejor homenaje que le podremos rendir será seguir su ejemplo vital y continuar su obra.
Gracias por todo, Diego.
¡Jamás te olvidaremos!
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