No puede usted, querido lector, pisar siquiera la calle sin que le estén fiscalizando, vigilando. Ya sabe, cámaras, notificaciones, avisos, requerimientos y un sinfín de elementos que le harán sentir que “todo está bajo control”, especialmente su bolsillo. De su seguridad mejor no hablar, lo deseable es que cada día, con suerte, pueda llegar de regreso a casa. Pero lo artístico de esta situación estriba en que le dibujan un paisaje de democracia en el que usted se siente libre, es libre y, con libertad, puede ir a votar una y otra vez a fin de hacerle partícipe de su libertad que, en el fondo, está intervenida y, por ende, no es libertad. Pero usted, querido lector, siente que está participando de un baile democrático en el que todos lo sacan a bailar cuando toca (votar) para después irse con el fruto de su trabajo. Sí, sí, querido lector. Nadie le va a dar nada, más allá de la oportunidad de votar y un baúl de promesas de bienestar que no se las cree ni el tonto aquel que asó la manteca. O acaso usted ¿se las cree?
No es una familia madura aquella en que papá sigue controlando a hijos de 30 o 40 años. España tiene siglos de existencia y madurez suficiente para que los distintos papás la vayan dejando un poco en paz. Es bueno que haya seguridad, unidad nacional, criterios básicos de relaciones exteriores, etc., pero ya somos mayores. No nos estén quitando a unos para dar a otros, dejen de redistribuir tanto (además, ya se sabe que quien parte y reparte…) y no me digan que ahora podemos circular a 120 y dentro de un rato, en las mismas vías, a 130. Y no me digan que quien más gana (se lo gana) tiene que ser más saqueado para repartirlo. Y no me hablen de derechos de las nacionalidades, de la justicia social, de los pueblos de España. Hablen de las personas, de sus derechos. De las personas y no de los pueblos son los derechos. Y la justicia no es social si no parte de hacer justicia para con cada persona. Igualar a fuerza de esquilmar no es hacer justicia sino cometer una gran injusticia. No tengo esperanza por ahora.
Doctor en Medicina y Cirugía
Doctor en Psicología
Director del Instituto de Ciencias de la Conducta de Sevilla
Profesor de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Académico Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Sevilla
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