El líder comunista bolivariano, Pablo Iglesias, ha comprado una casa que, según se dice, costó 600.000 euros. A ese precio hay que sumar los costes de toda operación inmobiliaria (notarías, comisiones, etc.) y el gasto en “las reformas”, según palabras del propio interesado. No sabemos el importe total de la operación, pero sería muy superior al precio de la vivienda. Tampoco conocemos los gastos de mantenimiento del chalet, con su jardín, piscina y demás.
Que un líder político o cualquier otra persona se compre una casa, un piso, o lo que fuere, no debería ser noticia. Se debería tratar de algo normal. Pero este caso es diferente: este chalet fue comprado por un líder comunista que decía preferir seguir viviendo en el piso de su barrio, Vallecas, aún en caso de ser elegido presidente. El mismo que atacó el derecho de propiedad de una vivienda de muchos otros, colocándose siempre del lado de los “okupas”. El mismo que criticó a un ministro por comprar un ático del mismo valor. El mismo que alertaba de los políticos que no saben lo que pasa porque “viven en chalets”. Así, algo normal en cualquier familia, en este caso se convierte en una de las cumbres de la hipocresía y el cinismo.
Pero hay un detalle, no menor, que, al menos hasta ahora, ha pasado inadvertido. En un intento imposible de defender lo indefendible, el mismo Pablo Iglesias escribió en Facebook que sus padres “tenían buen sueldo y dejarán una herencia que nos ayudará”. Dejemos a un lado la actitud avariciosa de gastar a cuenta el patrimonio de los propios padres, inconcebible en un comunista que propugna la propiedad colectiva de los medios de producción.
Centrémonos en lo fundamental: ¿por qué sabe Pablo Iglesias que la herencia lo “ayudará”? Porque vive en una comunidad autónoma, Madrid, donde el Impuesto sobre Sucesiones está bonificado en un 99%. El mismo líder, del mismo partido político, Podemos, que defiende en Asturias el Impuesto sobre Sucesiones para los “ricos” y para “redistribuir la riqueza”, se mete en una hipoteca de cientos de miles de euros con la tranquilidad de saber que el patrimonio de sus padres le llegará casi intacto, gracias a una bonificación tributaria que el mismo critica. ¿Se puede tener más cara? ¿Puede haber más contradicción entre lo que se dice y lo que se hace? ¿Puede haber burla mayor a las ilusiones de “cambio” y “regeneración” de sus votantes?
Gracias a no tener que pagar Sucesiones, Iglesias podría precancelar su hipoteca. Al mismo tiempo, Podemos niega en Asturias esa posibilidad a las familias asturianas. Además, el crecimiento patrimonial de la familia Iglesias Montero puede hacerse con la tranquilidad de saber que en Madrid el Impuesto sobre el Patrimonio está bonificado al 100%. El mismo impuesto que Podemos defiende en Asturias como una herramienta clave para “redistribuir la riqueza”.
Desde otra perspectiva, puede sacarse una conclusión positiva de este hecho, por lo demás vergonzoso: las políticas liberales, como la de reducir impuestos, son tan positivas para la sociedad, que hasta los comunistas y más acérrimos críticos de las mismas no dudan en aprovecharlas. ¿Puede haber mejor forma de promover el liberalismo y desacreditar el comunismo? Al final, va a haber que darle las gracias al señor Iglesias por la compra de su chalet.
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