Ya despreocupado por el futuro de Asturias, Javier Fernández cierra su triste etapa como presidente autonómico entregando el diseño del presupuesto a la izquierda radical. Lógicamente, entonces, el nuevo presupuesto traerá más impuestos, más gasto público, más déficit fiscal y más deuda pública. Exactamente lo opuesto a lo que necesita Asturias para salir del foso en el que los socialistas de todos los partidos la han metido.
Una cosa es lo que diga el presupuesto (al fin de cuentas, es solo una declaración de intenciones) y otra son los ingresos y los gastos que efectivamente se produzcan. Además, la metodología con que se elaboran las cuentas públicas (común a todos los países de la UE) tiene algunas diferencias con las cifras presupuestadas. La pobrísima información con la que la Consejería de Hacienda presenta el presupuesto (no hay información histórica homogénea de los gastos, en los ingresos se refieren solo a datos presupuestados, incluyen gráficos para intentar convencernos de que la deuda pública no es un problema, etc.) complica aún más la tarea de descifrar qué impacto concreto puede tener este proyecto.
Desde un punto de vista, el análisis es simple. Los socialistas de todos los partidos han hecho, gracias a la dejación de Javier Fernández, lo que más les gusta: repartir el dinero de los demás a su antojo. Además, profundizan el infierno fiscal en que han convertido Asturias, en este caso subiendo el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados, de 1,2% a 1,5%, lo que encarecerá las hipotecas a través de un diferencial mayor (ellos también saben que este impuesto no lo pagarán los bancos, pero parecen preferir la demagogia).
Los números globales nos dicen que el déficit fiscal, que este año rondaría los 50 millones de euros (una mejoría con relación al desequilibrio de 77 millones de 2017), se duplicaría. El mayor déficit se produciría porque los gastos crecerían más que los ingresos.
Javier Fernández acabaría su “gestión” con un incremento de la deuda pública de unos 2.100 millones de euros, lo que lo convierte en el presidente asturiano que más la aumentó en toda la historia. Cuando llegó, la deuda era de 2.242 millones, por lo que el incremento es del 94%. Eso equivale a 25 millones de euros en cada uno de los 84 meses en que Javier Fernández será presidente de Asturias: más de un millón por cada día laborable. Un resultado tan penoso bien merecería un pedido de disculpas a los ciudadanos.
Ejemplos de derroche, sobran. Pese a que el INE estima que en 2019 Asturias perderá 5.500 habitantes, los socialistas seguirán creando plazas en el sector público: más de 1.400 según el proyecto analizado. Ahora hay en Asturias 20.000 personas de 10 a 19 años menos que en 2002, lo que sugiere que hay muchas aulas que están vacías; sin embargo, se seguirán construyendo institutos (en lugar de pagar el transporte para aprovechar las aulas ya disponibles). Tampoco se intentará resolver el “barril sin fondo” en que se ha convertido el salario social, al que se destinarán 124 millones.
Con todo, este presupuesto tiene una cosa buena: es una advertencia. Este proyecto ha salido de un acuerdo entre el “nuevo” PSOE de Barbón y el Dr. Sánchez, Podemos (los kirchneristas españoles) e IU (los comunistas de toda la vida). Por eso, este presupuesto es un “aperitivo” de lo que nos espera si esa confluencia socio-comunista-bolivariana gobierna Asturias a partir de mayo próximo. “Aperitivo” al que seguiría el “primer plato” de la oficialidad del bable, que añadiría al menos otros 75 millones de euros anuales al despilfarro, y un “segundo plato” de subidas generalizadas de impuestos.
Si esa agenda radical y contraria al interés general se pone en práctica, podremos decir cualquier cosa menos que no estábamos advertidos. Sabemos claramente lo que quieren. Los asturianos, con su voto, decidirán si lo impiden o no. @diebarcelo
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