La evolución de la población.
El filósofo argentino del Siglo XIX, Juan Bautista Alberdi, decía que solo hacía falta un indicador para saber si un gobierno era bueno o malo: la evolución de la población. Si los gobiernos hacen las cosas bien, las familias tienen hijos y los de fuera se sienten naturalmente atraídos.
En los últimos 30 años, la población de España creció 20,5%. En Madrid, Murcia, Baleares y Canarias, el aumento de la población superó el 30%. En Asturias, en cambio, se redujo 7,8%, el peor resultado entre todas las autonomías. Desde la óptica de Alberdi, el de Asturias es el peor gobierno autonómico.
En el Siglo XIX, Argentina era peor que un desierto. Había muy poca gente, concentrada en Buenos Aires, que sufría los ataques, violaciones y robos de los indígenas. Una vez pacificado el país, una nueva Constitución (1853), inspirada en las ideas de Alberdi, tuvo como objetivo “asegurar los beneficios de la libertad” e invitó “a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”. No se les prometía ninguna ayuda ni trato especial; tan solo se les concedían los derechos de “trabajar, ejercer toda industria lícita, usar y disponer de su propiedad” en igualdad de condiciones. En pocos años, el país se llenó. Pese a todos sus errores posteriores (cuando se alejó de las ideas de Alberdi), Argentina sigue siendo un ejemplo de convivencia pacífica de gentes de las más diversas procedencias.
Durante 31 de los últimos 35 años, Asturias tuvo gobiernos socialistas. Gobiernos que han dicho preocuparse por los “derechos”, por la “igualdad” y por la “justicia social”. Los socialistas asturianos han concebido los “derechos” de una forma amplísima. Aquí se han dado ayudas incluso para instalar Internet en el hogar o cambiar la nevera. También se complementaba el demagógico “cheque bebé” de ZP con 500 euros suplementarios. Con el “salario social”, el socialismo regional garantiza que en Asturias es posible vivir sin trabajar.
La gente se va
Pese a esa tramposa concepción de los “derechos”, la gente se va y los que nacen fuera no vienen. Pero los socialistas no ven fallo alguno en sus ideas. Al contrario: su intención es multiplicar el gasto público y las ayudas en caso de seguir gobernando. El “nuevo” PSOE promete seguir cavando la fosa en la que ha hundido a Asturias. Si los ciudadanos no lo evitan con su voto, contarán con la ayuda entusiasta de Podemos (el partido de los kirchneristas españoles) e IU (los comunistas de toda la vida).
Asturias no tiene un problema demográfico. Tiene un problema de socialismo. Y los resultados seguirán siendo igual de malos mientras el tratamiento siga siendo el mismo. Cuando Asturias vuelva a ser un lugar atractivo para invertir, contratar y trabajar, la gente querrá quedarse y los de fuera se sentirán atraídos. ¿Cómo? Suprimiendo los impuestos de Sucesiones y Patrimonio, bajando el IRPF, eliminando trabas y regulaciones inútiles, poniendo en orden las finanzas públicas y dejando de considerar explotadores a los empresarios. Y evitando crear problemas donde no los hay, como hacen los socialistas de todos los partidos con su intento de imponer la cooficialidad del bable normalizado.
Esas ideas tan simples (molestar lo menos posible al que quiera invertir y trabajar), lograron convertir un desierto hostil en un país próspero (como Argentina en el pasado y Estados Unidos ahora) y son las mismas que hoy alientan la prosperidad de países tan distintos como Irlanda, Nueva Zelanda, Canadá, Dinamarca o Singapur. Es lo que pasará en Asturias el día que la gente lo entienda, cambie el sentido de su voto y decida reemplazar la mediocridad por la oportunidad, la queja por la acción y la tristeza por la esperanza. @diebarcelo
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