Recientemente he leído una columna escrita por la parlamentaria Marta Escrivá
Torralva en este mismo periódico. Se titulaba “Sevilla, ante un horizonte de nuevas
oportunidades”. Venía a explicarnos que nuestra ciudad vive bajo mínimos desde el
punto de vista presupuestario, que se necesita más dinero para mega proyectos, pero
que se comienza a ver algo de luz gracias las diferentes actuaciones de partidos como
el suyo: Ciudadanos. Citaba como promesas incumplidas varios proyectos para los
cuales aboga por su ejecución o finalización. La Ciudad de la Justicia, la finalización de
la SE-40, Altadis y las nuevas líneas de la red del metro son algunas. Terminaba su
alegato diciendo -cito textualmente-: «En definitiva, queremos conseguir que Sevilla y
los sevillanos disfruten de una mayor calidad de vida. (…) Una ciudad que merece
políticas que la sitúen a la cabeza en calidad de vida del país y que sea una tierra de
orgullo para futuras generaciones. Es para eso por lo que entré en política».
Lo lamento, pero tengo la fea costumbre de desconfiar de los políticos que me dicen
que todo lo que hacen es por el bien de los ciudadanos. Es triste, pero es lo que me ha
enseñado la experiencia. La arrogancia con la que suelen dirigirse a sus gobernados -y
esto es común a todos, sean del color que sean- me resulta cada vez más difícil de
soportar sin el desahogo de plasmarlo en papel. Por lo visto, ellos saben mejor que
nadie en qué dilapidar nuestro dinero. Para los que somos asiduos consumidores de
información política, es continuo escuchar o leer apelaciones de dirigentes de partidos,
sindicatos o asociaciones pidiendo a las distintas administraciones esto o aquello. Casi
siempre dinero. Les propongo el siguiente ejercicio para que entiendan mi punto de
vista: cuando escuche peticiones de esta naturaleza, háganse la idea de que se lo están
pidiendo a usted directamente; ya sea para el más noble de los objetivos, lo va a tener
que pagar usted. Les advierto que es desagradable hacer esto todos los días.
Volviendo al artículo de la señora Escrivá, un detalle que me ha llamado
poderosamente la atención, es el hecho de que la fotografía que sirve para ilustrarlo es
de las Setas de la Encarnación. Pues sí, ese proyecto faraónico de Alfredo Sánchez
Monteseirín, que ni los más duchos en los pormenores de su construcción y
posteriores demandas en los tribunales, saben cifrar cual ha sido su coste total. Una
fotografía del Metro Centro de Sevilla habría sido igualmente evocadora de los
millones de euros del contribuyente tirados por el sumidero de lo absurdo. ¿Y
pretenden nuestros gobernantes que les demos un cheque en blanco para proyectos
“imprescindibles”?. Los sevillanos, y resto de españoles merecemos que dejen de
engañarnos con supuestas necesidades. ¿Acaso el Metropol-Parasol o el Metro Centro
son determinantes en sus vidas?. En la mía no. La finalización de la SE-40 puede
hacernos a muchos ahorrar tiempo en desplazamientos, tiene una utilidad cierta, pero,
¿las Setas?. La realidad nos ha enseñado que muchos proyectos son perfectamente
prescindibles, salvo para los políticos que los promueven, y sus amiguetes. Hay que
tener cuidado y escoger con criterios de verdadero servicio público en que y cuánto
vamos a invertir. Nótese que digo invertir, no gastar. Ni que decir tiene que
necesitamos infraestructuras y servicios, y que algunos se han de financiar con
impuestos, pero de ahí, a soltar nuestra cartera y decirles que se sirvan ellos mismos,
pues no. Y por último, señora Escrivá, si de verdad quiere que los sevillanos disfruten
de una mayor calidad de vida, dejen de hipotecar nuestro futuro y el de nuestros hijos
con gasto y deuda
Coordinador de El Club de los Viernes delegación en Sevilla
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