Leo en la prensa económica que las empresas españolas estamos experimentando un aumento en el nivel de confianza empresarial, es decir, que nuestras perspectivas de ingresos para este 2015 que acabamos de estrenar son mejores que las del año anterior. Esto a simple vista parece un dato positivo, si bien hay que diferenciar dos realidades muy distintas en nuestro país en lo que al ámbito de la empresa se refiere: por un lado está la gran empresa, y por otro, las pymes.
Para comenzar, expongo algunos datos objetivos sobre las grandes empresas españolas:
- El Grupo ACS, el Grupo Ferrovial, Sacyr y FCC figuran entre las 20 empresas constructoras más grandes del mundo y realizan infraestructuras y macro proyectos de ingeniería por los cinco continentes.
- El Grupo Santander se encuentra entre las 25 mayores empresas del mundo.
- Entidades financieras como el Grupo BBVA, La Caixa, y el Grupo Santander se encuentran en el ranking de los 50 bancos más seguros del mundo.
- Grupo Repsol y Telefónica se encuentran entre las 100 empresas más grandes del mundo.
- Abengoa ha construido recientemente en el desierto de Arizona la mayor planta de energía solar del mundo.
- Iberdrola Renovables y Gamesa son líderes mundiales en construcción de parques eólicos.
- Acciona Infraestructuras ha construido en Australia la mayor planta desaladora del mundo.
Y podría continuar con datos similares de las grandes empresas españolas, pero desgraciadamente en nuestro país hay otra realidad empresarial paralela muy distinta: la de las pymes y los autónomos.
En España las grandes empresas suponen únicamente un 10% del mercado laboral, mientras que el 90% restante depende de las pymes, y aquí es donde el escenario cambia radicalmente. Desde el comienzo de la crisis en 2008, en España han desaparecido más 450.000 pymes, con todas las consecuencias para el empleo y la caída en recaudación de impuestos que ello supone.
Como base de nuestra economía y como generadoras de riqueza y empleo, la clave está en la recuperación de las pymes, porque no olvidemos que la riqueza la generamos las empresas, los empresarios y los trabajadores, quienes con nuestros impuestos contribuimos a las arcas públicas. Y una empresa cerrada es una empresa que no genera riqueza.
La cuestión es si las pymes se pueden recuperar por sí solas. Cada sector presenta unas características distintas en esta crisis, aunque con todos con un común denominador: una caída en picado del consumo interno junto con una restricción del crédito a las pymes sin precedentes, que ya ha abocado al cierre a muchas empresas.
Sin embargo, continuamos leyendo noticias a diario sobre la necesidad de que fluya el crédito entre las familias y las empresas, con políticas monetarias expansivas y miles de millones de Euros puestos en circulación y canalizados a través de la banca. Pero algo no cuadra en esta ecuación cuando vemos como día tras día pequeñas empresas continúan cerrando por falta de financiación.
Entonces ¿a quién están prestando el dinero las entidades financieras? Pues mayoritariamente a la administración pública: ayuntamientos, gobiernos regionales, organismos públicos, etc., y mientras tanto, muchas pymes continúan atravesando una situación crítica y en muchos casos cerrando por falta de financiación (empresas rentables, que es lo peor). ¿El resultado?: mayor número de desempleados, y administraciones públicas que no recaudan y que van a continuar endeudándose.
La deuda, esa palabra mágica que el Tesoro Público coloca exitosamente. Pues bien, es importante recordar que cada vez que leemos que el Tesoro coloca exitosamente en los mercados miles de millones de euros, somos nosotros, nuestros hijos y nietos, los que vamos a pagar esa colocación exitosa.
Por otro lado recientemente conocíamos la cifra que la administración pública adeuda al colectivo de autónomos: 5.000 millones de euros. Pequeños empresarios que sin el colchón crediticio del que disponían antes de la crisis, no pueden asumir un plazo de cobro en muchos casos de más de 6 meses o incluso el año. Si desglosamos los tiempos de demora en los pagos, el 29,2% de las pymes y autónomos tarda en cobrar las facturas emitidas a la Administración más de seis meses, el 54,1% tarda en cobrar un periodo de entre 90 y 180 días y únicamente el 19,4% cobra antes de 90 días.
Es decir, la administración pública ahora mismo es el principal moroso de España, incumpliendo la actual Ley de Morosidad y la futura Directiva Europea de la Unión Europea, que obligará a las administraciones en 2013 a pagar en 30 días. Como en todo, siempre hay excepciones y hay ayuntamientos y consejerías que abonan sus facturas a proveedores en plazos inferiores a 60 días, pero desgraciadamente no es la práctica habitual en nuestro país.
¿Luz al final del túnel? ¿Brotes verdes? Desde luego los empresarios no los vemos. Para que esa recuperación se lleve a cabo tiene que producirse lógicamente un cambio en la coyuntura económica, con una recuperación del consumo, que permitirá a las empresas a volver a contratar y a reducir las listas del paro. Pero no podemos quedarnos cruzados de brazos esperando simplemente a que «cambie la tendencia». Y ahí es donde cada uno debe hacer los deberes.
Las pymes con dos palabras claves y necesarias: INNOVACIÓN + INTERNACIONALIZACIÓN.
Si algo hemos aprendido las pymes es que no podemos seguir compitiendo únicamente en el mercado nacional. Los últimos informes reflejan un considerable aumento del número de empresas españolas que están saliendo al exterior por primera vez. Vender fuera ya no es una opción, sino una necesidad.
Respecto a la innovación, todavía estamos muy lejos de otros países europeos en materia de innovación y queda mucho camino por recorrer. De todas maneras, la empresa que ahora mismo no innova, es porque no quiere, porque no sabe, o porque no está concienciada de la importancia de innovar, y es necesario continuar concienciando a todas las pymes de la necesidad de innovar en cualquier aspecto de la empresa: en producto, en servicio, en logística, en servicio al cliente, en organización interna, etc.
Acompañando a la anterior reflexión sobre las pymes: ¿y la administración pública? Pues en mi humilde opinión tiene un papel clave en la recuperación y la receta es a priori sencilla, aunque socialmente y a corto plazo compleja: adelgazar en estructura, acometer mayor inversión productiva (la que genera empleos a medio y largo plazo) y apostar claramente por las pymes y por los emprendedores (no me refiero con esto a subvenciones directas, sino a facilitar el acceso al crédito a los emprendedores, apoyar la creación de nuevas empresas, establecer exenciones fiscales para la creación de nuevos puestos de trabajo, capitalización del desempleo para nuevos proyectos empresariales, desgravaciones fiscales por I+D+I, reducción de la cuota de autónomos, reducción del impuesto de sociedades, etc.).
El actual modelo autonómico y de duplicidad (o triplicidad) de competencias no es sostenible a medio y largo plazo, y prueba de ello es la crítica situación financiera que atraviesan miles de pequeños ayuntamientos en nuestro país, una vez que el modelo de crecimiento y recaudación basado principalmente en el ladrillo ha dejado de funcionar. Como ejemplo contamos con 78 ayuntamientos en Asturias (varios con situaciones financieras muy complicadas) para poco más de un millón de habitantes o 300 ayuntamientos en Galicia, la comunidad vecina.
Un dato adicional para la reflexión de una de nuestras CCAA: la Junta de Andalucía es el mayor empleador de Europa, con una red de más de 150 empresas públicas y fundaciones que suponen 25.000 empleados en nómina, a lo que hay que sumar otros 35.000 funcionarios. Es decir, aproximadamente 60.000 familias dependen directamente de la administración pública andaluza.
Que conste que no tengo absolutamente nada contra los funcionarios, todo lo contrario ya que para mi han sido unos de los primeros perjudicados directos en la crisis. El problema es que no hay una masa de trabajadores activos sobre la que sustentar esa red pública de empleo.
¿Estado del bienestar? Sí, pero en proporción a lo que nuestra economía es capaz de generar.
A los partidos políticos (me da igual que sean de derechas, de izquierdas o de centro) les debemos exigir austeridad, responsabilidad, transparencia y sentido común (es fácil quejarse de que los alemanes no nos quieren prestar más dinero, pero pensemos en imagen que transmitimos al exterior con la cantidad de aeropuertos fantasmas y otras obras faraónicas sin sentido repartidas por nuestro país que han quedado en el olvido y que aún no hemos pagado).
Mientras tanto los empresarios debemos aportar confianza, continuar invirtiendo en la medida que podamos en innovación y en la apertura de nuevos mercados y creando empleo.
Son pequeños pasos los que hacen el camino, pero sólo si se camina en la misma dirección.
JESÚS PORTILLA
Empresario, licenciado en Dirección y Administración de Empresas (FENA Business School y SFSU, USA) con formación de postgrado en Dirección y Administración de Empresas en la EOI. Consultor y docente en Marketing y Comunicación 2.0. En la actualidad es Presidente de la Asociación Asturiana de Comunicación (DIRCOM ASTURIAS) y miembro del Pleno de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Oviedo.
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