El Socialismo y el Liberalismo
El socialismo y el Liberalismo tienen una diferencia fundamental de objetivos.
El socialismo es una doctrina de los fines, declara conocer el fin de la historia humana, sobre la base falsa de los postulados historicistas del marxismo.
Y dado que nada puede ser más importante que apresurar la llegada del socialismo, se cree con derecho de acelerar los dolores del parto, y queda justificado cualquier medio para la consecución de sus fines.
El Liberalismo, por otro lado, es una doctrina de los medios, ya que tiene una actitud socrática sobre los fines de la humanidad, reconociendo la libertad y dignidad humanas, y se concentra sólo en el paso que es posible dar para mejorar hoy, y no en el salto final de la historia de la humanidad, objeto que queda fuera del campo de la ciencia.
Evolución contra revolución
La diferencia más normal de enfoque es de evolución contra revolución, palabra esta última que lamentablemente nos resulta familiar y sabemos las implicancias que tiene.
Me parece oportuno aquí citar la dedicatoria del propio Popper:
“En memoria de los incontables hombres y mujeres de todos los credos, naciones o razas que cayeron víctimas de la creencia fascista y comunista en las Leyes Inexorables del Destino Histórico.”
Esta diferencia de enfoque, sin embargo, es secundaria.
El liberalismo se preocupa de los cambios
Mientras el Liberalismo se preocupa de los cambios sociales que puede realizar (a veces públicos, a veces privados) el socialismo planifica de forma holística cambios que siempre son públicos, ya que el objetivo es siempre la sociedad toda.
Y aún más, para evitar los problemas inherentes del factor humano en un cambio tan “revolucionario” se necesita también planificar la transformación del hombre.
Una vez que se haya instalado la nueva sociedad, citando a Popper: “los que no gustan de vivir en ella sólo demuestran por este hecho que aún no son aptos para vivir en ella; que sus «impulsos humanos» necesitan ser «organizados» más aún”.
Sólo por mencionar ejemplos contemporáneos, esto nos recuerda a las detenciones arbitrarias en Cuba y los presos políticos en Venezuela.
Los socialistas vegetarianos y el liberalismo
La objeción evidente que esgrimirán los “socialistas vegetarianos”, por ejemplo los de Uruguay, es que ellos no están planteando una revolución.
Sin embargo, el hecho de que se hagan los distraídos de lo que ocurre en Cuba o Venezuela (o incluso lo apoyen explícitamente en algunos casos) es una muestra de que la revolución no les disgusta, y el enfoque ha sido otro simplemente por motivos de utilidad, es decir, la estrategia de mostrarse más moderados para conseguir más votos y facilitar la ascensión al poder.
Por este motivo es que planteo que la dicotomía evolución-revolución es una diferencia secundaria entre el socialismo clásico y el Liberalismo, ya que existe un neo-socialismo que pretende conseguir los mismos fines con un enfoque gradual (un método fragmentario).
El caso de Uruguay
En el caso de Uruguay, luego de 12 años de gobiernos de izquierda, tenemos un Ministerio de Desarrollo Social que es una obra de ingeniería electoral para comprar votos, un Sistema Nacional Integrado de Salud que intervino en la salud privada hiriendo gravemente al mutualismo, y un impuesto a los sueldos progresivo (no proporcional) que se hace cada vez, evolutivamente, menos proporcional, al son del lineamiento de “profundizar los cambios”.
La pregunta es ¿hasta cuándo?, ¿hasta que todos ganemos lo mismo?
Este es un simple intento de ofrecer una interpretación concreta, localizada y actual, de una obra abstracta que tiene profundas reflexiones filosóficas, y que sólo el genio de Popper pudo haber expresado de una forma tan clara:
“la creencia en un destino histórico es pura superstición y no puede haber predicción del curso de la historia humana por métodos científicos.”
Esta creencia, que Popper llama “historicismo” es la base del marxismo y del “socialismo científico”.
El destino histórico del socialismo
Ese destino histórico que es el socialismo, es la utopía del socialista, y es inevitable.
Lo único que puede hacerse es acelerar el proceso si es posible (revolución), pero nada indica que no sea posible ir “profundizando los cambios” de a poco.
Le debemos a Popper la demostración de que esta creencia es falsa, que ese destino no es inexorable, que tenemos esperanza, que tenemos libertad para construir otro destino, que tenemos dignidad… que tenemos el camino del Liberalismo.
El pensamiento abierto del liberalismo
Es un libro fundamental para cualquiera que quiera desentrañar las diferencias más profundas entre las utopías holísticas como el socialismo y el pensamiento abierto del Liberalismo.
Es necesario advertir sin embargo que se trata de una obra profunda de epistemología, o filosofía de la ciencia, y principalmente filosofía de la sociología y de la historia; y no es, por tanto, un libro fácil de leer.
Es posible también que no se hayan hecho suficientes esfuerzos por realizar una divulgación de sus principales conclusiones en un lenguaje más llano, y con esa motivación vaya este pequeño (pequeñísimo) grano de arena.
Ingeniero en Computación por la Universidad de la República,
aficionado a la filosofía y liberal por convicción, escribe
desde Uruguay.
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