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El artículo también ha sido redactado por Kai Weiss, estudiante de Relaciones Internacionales y Administración en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Regensburgo y miembro del Austrian Economics Center. Puedes seguirle en Twitter.
A comienzos de julio, Austria asumió la semestral presidencia rotativa del Consejo de la Unión Europea. Para remarcar la ocasión, el presidente del conusamente similar Consejo Europeo, Donald Tusk, dedicó un pedazo de sus notas introductorias a dos de los pensadores liberales más famosos del país:
Como lector de fe de los trabajos de vuestros grandes compatriotas, tales como Karl Popper y Friedrich August Von Hayek, me gustaría advertir a aquellos que buscan orden y seguridad en la vida pública de que no lo hagan a costa de la libertad. En la historia de Europa y Austria, de Polonia y Bulgaria, el camino a la seguridad ha sido muy a menudo finalmente el camino a la servidumbre.
¿Cuánto stock podemos poner realmente en la aparente lectura leal de estos dos grandes pensadores pro-mercado? Antes de convertirse presidente del Consejo Europeo en 2014, Tusk sirvió como Primer Ministro de Polonia, siendo uno de los líderes que más tiempo se mantuvo en la poltrona desde la caída del Telón de Acero. Su carrera política nacional es en gran medida vista como exitosa. Su gran victoria política, al ser el primer Primer Ministro que ganaba una reelección, se dio cuando estaba en la Plataforma Cívica, partido que co-fundó en 2001.
La influencia de Hayek e incluso Ludwig von Mises -otro prominente economista austriaco- en la Plataforma Cívica era evidente desde el principio, al menos en la retórica del partido. Jaroslaw Gowin, ex ministro de Justicia y actual diputado, dijo que ambos habían sido desarrollados en los trabajos de los economistas austriacos mientras que Tusk, por sí mismo, invocó específicamente a Hayek y la teoría del ciclo de negocios austriaca de Mises en una entrevista hecha en 2009:
El problema con [el keynesianismo y el monetarismo] es que en teoría funciona bien, pero no en la práctica. Si tuviera que identificarme con alguien, en estos momentos tendría que hacerlo con Friedrich Von Hayek, quien hablando del ciclo de negocios, destacó el hecho de que cada boom artificial causado por la expansión crediticia trabaja finalmente contra sí mismo.
Hoy, en la filosoía de las instituciones financieras americanas operativas hay demasiadas huellas de la tradición keynesiana reguladora, como la intervención para conseguir, en efecto, solo resultados temporales.
Lamentablemente, esta aparente influencia raramente se tradució en acción política. Mientras que en 2007, en las elecciones legislativas, la Plataforma Cívica se presentó con un potente ticket pro-mercado, prometiendo impuestos bajos, reducción del empleo público y privatización de empresas estatales, finalmente abdicó de todo eso.
Entre 2008 y 2012, se contrató a casi 20.000 nuevos burócratas -un incremento de más de un diez por ciento. El gobierno de Tusk fue también responsable de un considerable incremento de la deuda pública polaca, que pasó de los 530 millardos de eslotis a 935 entre 2007 y 2013.
Tusk también debe de haber olvidado el amoso apunte en Camino de Servidumbre, según el cual, la propiedad privada es «la garantía más importante de libertad, no solo para quienes la poseen, sino difícilmente menos para aquellos que no la poseen».
Después de todo, su gobierno decidió lidiar con las desmoronantes finanzas públicas polacas sacando 51 millardos de eslotis del fondo del sistema de pensiones, expropiando los ahorros de millones de polacos. Fueron fuertamente criticados por el arquitecto de la transformación polaca, Leszek Balcerowicz, que dijo: «Considerar los ahorros de pensiones acumulados como una vía de sanear las finanzas públicas es una medicina peor que la enfermedad».
Es más, a pesar de hacer campaña bajo el lema de un Estado más barato, la Plataforma Cívica actualmente subió los impuestos para funanciar sus programas de gasto público. En 2010 subieron el IVA un uno por ciento y después incrementaron en dos puntos las cotizaciones al sistema de pensiones. Los impuestos sobre el tabaco y el alcohol también incrementaron. Al final de su etapa como Primer MInistro, la transformación de Donald Tusk de un asintomático liberal clásico en un completo socialdemócrata fue completa, siendo un umbral simbólico la entrevista en la que abiertamente se disculpó por querer rebajar impuestos.
El periodo de Tusk como presidente del Consejo Europeo ha sido muy sólido, comparado con su abismal control del gobierno -ni que esta sea una barra particularmente alta. Ni que el Consejo haya sido una siempre exitosa institución de libre mercado bajo el mandato de Tusk tampoco. Durante el último encuentro de la UE, por ejemplo, los jefes de Estado se pusieron de acuerdo en adoptar medidas vengativas contra los aranceles de Donald Trump. Mientras que había un compromiso con el libre mercado, no había más que eso: en el mismo respiro, las conclusiones del Consejo mencionaron los mecanismos de «defensa comercial» y la detección de inversiones extranjeras directas -combatiendo el proteccionismo con proteccionismo.
En relación al libre comercio, Tusk está siguiendo el procedimiento normal de Bruselas: tanta palabrería como sea posible, mientras que raramente se cumple lo dicho. […] Es verdaderamente una vergüenza que nuestro ávido lector de Hayek parezca haber olvidado este pasaje de Individualismo y Orden Económico:
[…] A pesar de que los movimientos del actual gobierno polaco puedan ser preocupantes, uno debe preguntarse si Bruselas debe dictar las políticas domésticas de Polonia -más aún cuando la persona que dicta es Donald Tusk, cuyas reformas antiliberales y su apresurada salida de la política polaca allanaron el camino para una victoria de Ley y Justicia.Toda filosofía de mercantilismo es una filosofía de una pistola en el vientre de otro americano. Toda idea mercantilista es una defensa de economía de pistola en vientre.
Después de todo, el legado hayekiano de Donald Tusk es espurio. Mientras que incurre en palabrería respecto a las ideas de este gran hombre, raramente ha aplicado lo que haría a este laureado Nobel sentirse feliz. […] Pero incluso a nivel europeo -a pesar de no ser tan malo como los archo-federalistas como Juncker-, sus clamores en favor de la paz, la libertad y el libre mercado son altamente cuestionables.
Conferenciante divulgador de los principios pro libertatem. Presidente del Instituto Mises de Polonia y ex coordinador de la asociación liberal-conservadora Stowarzyszenie KoLiber a nivel nacional y en la división de Cracovia.
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