Normalmente suelo intentar ser aséptico y científico en mis publicaciones para medios como este en el que escribo. Sin embargo, me apena decirles que esta vez es diferente porque he de contarles una experiencia personal.
Este año he empezado a cursar un Grado Superior en Administración y Finanzas en un centro concertado, de iniciativa privada, con nombre de un sacerdote católico, ubicado de la margen izquierda de la Ría de Bilbao. El caso es que con motivo del día 25 de noviembre nos han mandado participar en el concurso “Beldur Barik” (Sin miedo) un concurso de videos con temática de ideología de género. La profesora que nos ha presentado el concurso nos dijo que en caso de que a alguien le resultase muy traumático participar podría no hacerlo. Les contaré después cómo esto no era así.
El objeto de este concurso, como sus propias bases indican es:
“Plasmar la Actitud Beldur Barik Jarrera, actitud que muestra un compromiso personal y colectivo para superar las diferentes formas de violencia machista y para construir unas relaciones libres, respetuosas, igualitarias, diversas y no sexistas.”
La valoración del trabajo sigue los siguientes criterios:
“Se valorará la calidad del mensaje, su capacidad para generar reflexiones y debates desde el empoderamiento de las chicas, y el compromiso de los chicos contra el machismo, reflejando la actitud Beldur Barik.” (Les dejo el resto del panfleto para su “deleite” en este link.)
Viendo el contenido de las bases del concurso he llegado a la conclusión de que no trata de denunciar la violencia de manera general ni la violencia del hombre a la mujer de manera particular (“Va más allá del estereotipo de: violencia física en el contexto de las relaciones de pareja o expareja.”), sino que se trata del intento de la implantación de la política y la ideología de género dentro de la escuela (“Desde aquí empieza la transformación social, haciendo hincapié en que lo personal se convierte en político.”).
Dado que mi ética choca frontalmente contra la introducción del adoctrinamiento político en los colegios, he decidido no participar haciéndoselo conocer a la profesora que nos ha presentado el concurso. ¿Recuerdan que les dije que nos habían dado la opción de no participar si a alguien pudiese resultarle “traumático”?
(Nótese la neolengua empleada por la docente al considerar de traumatizables y/o traumatizados a aquellos que no se subyuguen ante el totalitarismo del pensamiento único cuando debería ser valorado en un centro de enseñanza el pensamiento crítico y la diversidad de opiniones)
Resulta que esa opción de no participar no era tal. En un primer momento se me dijo que no participar en un concurso que se me presentó como optativo repercutiría negativamente en mi nota. Al día siguiente, la opción de no participar en la temática dejó de existir. Debía realizar un trabajo de ¡20 folios de un día para otro! sobre como luchar contra (su visión de) la violencia machista.
Pretenden someternos a su cosmovisión del mundo moldeando, señalando y castigando al disidente desde las etapas más tempranas de la vida. Por suerte, yo soy mayor de edad, con unas ideas propias definidas y argumentadas basadas en los principios de la libertad, igualdad y propiedad.
Ya saben: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y se puede engañar a todos durante algún tiempo. Pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.
Jon Aldekoa está estudiando el Grado Superior en Administración y Finanzas y acabando el Grado en Física. Coordinador del CdV del País Vasco, miembro joven del Instituto Juan de Mariana, colabora con UFM Market Trends y Students for Liberty.
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