Cuando se habla de “problema demográfico” en Asturias se mezclan dos cosas: la despoblación de los pueblos y la caída de la población total de Asturias.
El descenso de la población del área rural nos puede gustar más o menos, pero si se debe a que la gente decide voluntariamente irse a vivir a las ciudades, ¿por qué hay que desanimarlos? Que la gente se concentre en núcleos urbanos también tiene ventajas. Por ejemplo, el coste de provisión de los servicios que presta el sector público es menor, y su calidad, mayor. Además, cuando las ciudades adquieren cierto tamaño, surgen oportunidades laborales y de inversión que de otro modo son imposibles. Aunque el hecho de que la gente decida irse de los pueblos a las ciudades sea sentimentalmente triste, no es algo totalmente negativo.
Me pregunto cuántos de los que se dicen preocupados por la despoblación de los pueblos están ellos mismos dispuestos a dejar la ciudad e irse a uno de ellos. No tengo dudas de que los dedos de una mano sobran para contarlos.
Otra cosa es la caída de la población total. En los últimos 15 años, la población de España aumentó 10,2% (4,3 millones más). En Asturias, cayó 3,8% (40.300 personas menos). Es la peor evolución demográfica de todas las autonomías. ¿Qué es lo que nos hace distintos al resto? Las políticas socialistas que se vienen practicando desde hace décadas. Políticas que se traducen en que Asturias es la autonomía con mayor presión tributaria, la que soporta el Impuesto de Sucesiones más caro de Europa y, en general, en trabas a todo lo que sea invertir y contratar. Políticas que han llevado a la insostenible situación de que Asturias tenga 435.000 personas (pensionistas, funcionarios, parados, salario social) que cobran de los impuestos que pagan 310.000 que trabajan en el sector privado.
Por eso es que, también en los últimos 15 años, el PIB asturiano es el que menos creció de todas las autonomías (9,1% frente a 22% en toda España). El PIB de Asturias de 2018 es ligeramente inferior al de 2006. Esa es la mejor síntesis de lo que ha hecho el socialismo a esta región: no ha crecido en 12 años.
Alguno pensará: “Andalucía también tuvo muchos años de socialismo, pero la población creció”. Es cierto. Ese “milagro” hay que atribuirlo al clima y las playas, que atraen millones de turistas cada año (con la actividad económica que ello implica) y decenas de miles de pensionistas que deciden ir a pasar allí sus últimos años. Andalucía, con el clima de Asturias, habría tenido resultados similares.
La caída de la población no es, entonces, una fatalidad que ha caído sobre Asturias, como si fuera una inundación. Es el resultado lógico de las políticas empobrecedoras que se han seguido: la gente joven se va porque no encuentra oportunidades laborales y los de fuera no vienen por el mismo motivo.
La no-solución que imagina el señor Barbón es la creación de una “comisión presidencial” para que un grupo de “expertos” genere una “lluvia de ideas”. Podemos anticipar, con poco margen de error, lo que se propondrá: nuevas y más ayudas de todo tipo (natalidad, guarderías, escolaridad, alquiler, retorno de emigrados, etc.) que habría que financiar con nuevos y más impuestos.
Pero dará igual: mientras no haya más empresas y más facilidades a los que quieran emprender una actividad, ninguna ayuda será suficiente para revertir el declive demográfico. La única solución duradera es desmontar el infierno fiscal en que el socialismo convirtió a Asturias (para lo cual es imprescindible poner orden en las cuentas públicas) y revisar todas las regulaciones que traban la inversión. Además, por supuesto, no crear nuevas fuentes de gastos y problemas, como es el proyecto de hacer cooficial el bable normalizado.
Juan Domingo Perón fue un gran demagogo, pero también un hombre inteligente y formado. Palabra más, palabra menos, él decía que “cuando no sepas qué hacer con un problema, crea una comisión”. Pues eso. @diebarcelo
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