En los tiempos que vive nuestra España, el Parlamento ha quedado multifracturado en dos ocasiones consecutivas. Esta inédita situación suscita temor entre la ciudadanía, el cual parte de la incomprensión de la posibilidad de seguir adelante sin emitir nuevas leyes, regulaciones y acciones ejecutivas.
Pero no se engañen, el problema de pasar 6 meses sin gobierno y con un parlamento «inactivo» no es que no se haya aprobado «ni un solo proyecto de ley» (como aseguraba El País en su noticia titulada “Rajoy tiene prisa en ser investido y sondeará el apoyo de otros partidos”) sino la incertidumbre de no saber cuál de los 4 ineptos principales candidatos presidenciales nos va a gobernar y cuál de los 4 malformados partidos izquierdistas va a llevar la voz cantante del poder legislativo. Nos anunciaba Rajoy (para atemorizarlos) que si llegábamos a las terceras elecciones se prorrogarían los presupuestos y no se podrían aprobar unos (que ellos deben tener planeados) «más sociales» («Vamos a por las terceras» -pensé para mis adentros-). Ese adjetivo de «más sociales» se traduce en un aumento presupuestario, que dada la situación de déficit y deuda asfixiante que vive España, conllevará un incremento de la presión fiscal sobre el contribuyente; de ahí mi reacción.
A pesar de todo, el español común teme las terceras elecciones más que lo que teme a los posibles gobernantes y al circo de diputados. España adolece de ansias de un nuevo amo y, señores, esa es una enfermedad difícil de sanar.
Decía anteriormente que «el problema de 6 meses sin gobierno… es la incertidumbre” (con problema me refiero, sobre todo, al económico, traducido en una reducción de la inversión externa). Veámoslo con un ejemplo: Una empresa decide que quiere abrir tres colegios de enseñanza judía en España (un colegio donde se eduque con costumbres judías y con una asignatura de religión judía) debido a que, analizando el mercado, considera que resultará rentable. Esta empresa, supongamos, está dispuesta a hacer una inversión de cara a obtener beneficio de aquí a tres años. Pues bien, sin que se emitan nuevas ordenanzas y leyes (gobierno en funciones y Parlamento «bloqueado») esta empresa invertiría. Pero si, en cambio, debido a la incertidumbre política, cupiese la posibilidad de que, tras las próximas elecciones gobierne, por ejemplo, Pedro Sánchez, quien ha asegurado en varias ocasiones su intención de prohibir las asignaturas que imparten enseñanzas religiosas, dentro del horario lectivo, esa inversión podría no llevarse a cabo. Es decir, si a esta empresa le puedes asegurar que no habrá un gobierno durante 4 años, le estás asegurando una estabilidad regulatoria, en cambio, si, como en la situación actual, no se sabe quién gobernará en 6 meses (incertidumbre política) le estas ofreciendo un panorama más inestable para sus posibles inversiones.
Podemos concluir que la situación de mayor estabilidad es la repetición de elecciones dado que, analizando la evolución electoral, es muy remota la posibilidad de que haya un cambio de gobierno tras ellas, suponiendo tal repetición el aplazamiento de la formación de gobierno unos cuantos meses, permitiendo así que no haya un aumento presupuestario -como proponen los 4 presidenciables-, con su consiguiente incremento de la presión fiscal y liberándonos de nuevas leyes y, ordenanzas durante varios meses -que en cuantificación agregada haría, aproximadamente, un año y medio, en el que, por cierto, España continúa creciendo-.
Todos proponen aumentos presupuestarios, todos quieren incrementar legislaciones y regulaciones. ¡A por las terceras!
Estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones
Vallisoletano.
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