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[…] Esa equivocada idea tiene varias consecuencias antisociales. La más grave y paradójica es que, para acabar con la «explotación», las ideas de Marx y el Padre Ángel acaban por fomentar la mayor tiranía concebible: la de la «propiedad colectiva de los medios de producción». Lo que se presenta como un paraíso en el que todos los medios de producción «son de todos» es en verdad una situación en la que la vida del individuo se pone en manos de la burocracia estatal. ¿Eran acaso la Unión Soviética y la Alemania nazi paraísos de la no explotación? Ya debería resultar obvio que no. […]
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